22. Una cena muy especial

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Al llegar a la zona de los hoteles, Mark y Jackson se separaron tras indicarse dónde estaría cada uno. Jackson fue a anular los días que le quedaban, a hacer su equipaje y por último a hablar con su maestro y entrenador para el que ahora trabajaba ayudándole con las clases de los niños pequeños. Pudieron pasar casi dos horas desde que habían separado sus caminos y Mark se dedicaba a darse un baño en la piscina para relajar su cuerpo pero poco duró allí; aparte de que quería estar arreglado y presentable para cuando el esgrimista llegara, unas extranjeras que parecían ser australianas trataron de ligar con él, por lo que se escabulló hasta su cuarto donde se dio una ducha y lo colocó todo para dejar espacio al equipaje que pudiera traer el menor. Tras aquello, solo se dedicó a dar vueltas por la habitación preguntándose por qué el chico tardaba tanto en ir.

Jackson se tomó su tiempo en arreglarse con unos jeans y una camisa azul clarita. Se puso colonia y practicó frente al espejo sus mejores caras y poses tanto amables como seductoras. Cuando miró la hora que era y se dio cuenta de que casi era la hora de cenar, salió casi corriendo del cuarto cargado de su equipaje y entregó las tarjeta-llaves en la recepción, luego se fue cargado hasta el hotel y pidió que le dieran la dirección de la habitación de Mark, les costó convencerles hasta que al final se la dieron y un diez minutos más tarde allí estaba él, frente a la puerta del campeón de Taekwondo mundial sin saber qué decirle cuando lo volviera a ver aunque habían pasado apenas unas horas de su despedida.

Llamó a la puerta con los nudillos, un par de toques para no parecer desesperado, tampoco golpeó demasiado fuerte, se preguntó si había sido lo suficiente ruidoso para que el mayor lo escuchara cuando de pronto el otro abrió la puerta.

-¿Qué hacías que tardabas tanto?

-¿Eh? Pues... maleta, hablaba con gente importante, mis padres y esa clase de gente que esperaba que llegara dentro de dos días a casa.

-¿Qué les has dicho? –preguntó Mark un poco tenso al saber que había hablado con sus padres.

-Que te encontré y me quiero quedar contigo hasta que te vayas –dijo Jackson encogiéndose de hombros como si fuera lo más natural del mundo.

-Ehh... ¿Y se lo has dicho así a tus padres?

-Sí, te mandan recuerdos, dice mi madre que cuando vuelva te lleve conmigo para que pueda verte de nuevo.

-¿Tú...? Ah, eres increíble... Venga, deja la maleta dentro y vamos a cenar.

Jackson hizo caso con una radiante sonrisa aunque no había reparado hasta ese instante en lo guapísimo que iba vestido Mark, o eso le parecía a él aunque iba bastante normal. Llevaba unos pantalones largos de color blanco con una camisa de lino rosada. El cabello que solía llevar con el flequillo tapándole la frente se lo había peinado con el flequillo a un lado y también se había puesto colonia.

-¿Te has puesto así de guapo para mí? –preguntó Jackson dejando la maleta cerca de la puerta.

-Siempre soy guapo –respondió Mark con aires de grandeza, aunque tampoco pensaba que era tan precioso.

-Es verdad, yo tuve que ponerme algo más arreglado para intentar destacar –comentó Jackson asumiendo sin problema que sí se arreglaba por él.

-No necesitas eso, siempre pensé que eras muy guapo.

Mark se colocó detrás de él y lo empujó con las manos colocadas sobre sus hombros hacia fuera de la estancia. Tras salir y dejar que la puerta se cerrara tras ellos, el americano apartó de allí sus manos para poder colocarse a su lado.

See the light (MARKSON)Where stories live. Discover now