Capitulo 9

1.2K 112 2
                                    

Estoy en la sala de entrenamiento golpeando con todas mis fuerzas el saco de arena, los nudillos me duelen, los pulmones me arden y el sudor cubre todo mi cuerpo.

—Kate —escucho detrás de mí, me detengo y giro.

—Dominic —por lo que noto ha venido a entrenar también—. ¿Como sigue tu hombro?

—Ya no duele.

—Bien.

Vuelvo a girar para seguir conectando golpes al saco.

—Anoche te vi —se coloca detrás del saco, sujetándolo. Eso me hace titubear en el siguiente golpe.

— ¿A qué te refieres?

—Que vi tu escapada a la ciudad...—me detengo y lo miro—. Y la tortura a aquella chica.

Carajos...

—Necesitaba...

—No lo expliques, ya lo sé.

—Quería hacerlo.

—Disfrute viendo lo que hacías, incluso como perdiste el control con el hombre en el callejón.

— ¿Ah sí? Lo del hombre... Estaba molesta.

—Lo note.

Los músculos de sus brazos de tensan al oponer fuerza ante mis golpes.

—Te sugiero que no vuelvas a salir sin permiso.

—Dominic, soy una criminal, permiso es lo último que necesito.

Deja el saco.

—Pelea conmigo.

—Vas a perder.

—Esta vez no te dejare ganar.

— ¿Dejarme ganar?

—Sí, nena.

Gruño muy molesta.

—Jajaja ven –sabe como provocarme.

Dejo el saco y voy al tapiz de pelea junto con Dominic.

—Nada de armas, quiero ver de lo que eres capaz con tus puños.

—Eso no es justo.

—Ya se.

Rápidamente se mueve para atacar.

— ¡Aaahh! —atino un puñetazo en su cara desviándolo. Los dedos me truenan.

No tarda en reaccionar y golpearme dos veces en las costillas. Hijo de... Golpeo su pómulo izquierdo y seguido su mandíbula.

Su cuerpo es duro y mis puños me comienzan a doler. Vamos Kate, tu puedes.

— ¡Ah! —chillo cuando me hiere en el abdomen, involuntariamente y por descuido me encorvo y él aprovecha a golpear mi espalda.

Caigo de rodillas con la respiración agitada. Estiro la pierna, muevo la suya haciéndolo caer de espalda. Me pongo de pie y sonrío.

—Te voy a ganar de nuevo.

Se levanta y sacude la camiseta. Tomamos de nuevo la posición de combate, lanzamos golpes pero ninguno atina.

—Vamos guapo, no tengas miedo –digo cuando lo veo retroceder.

—Si tú lo dices.

Da unos rápido pasos hacia mí y estampa su puño contra mi cara.

— ¡AAHH! —grito de dolor. Enseguida caigo al piso. Mi labio comienza a sangrar manchando mi camisa blanca.

A Bad GirlWhere stories live. Discover now