Epilogo

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Estoy en el garaje reparando algunas piezas de la moto cuando de la nada escucho el motor de un auto acercarse.

— ¡Kate! —Dominic grita.

Dejo la llave en el piso y salgo a ver qué sucede. Algo choca contra mi cuerpo, miro abajo y veo el brillante cabello de Emily.

— ¡TE EXTRAÑE MUCHÍSIMO! —rodea mi cuerpo con sus bracitos.

— ¿Qué... —miro a Dom sin poder entender.

—Le he dicho que vinieran —mi mirada pasa a mis padres que están de pie a su lado.

—Mamá... papá... —los ojos se me llenan de lágrimas.

—Oh mi cielo —mamá enseguida se acerca a abrazarme—. No he dejado de pensar en ti ni por un segundo.

—Y yo en ustedes.

— ¿Cómo es vivir aquí? —se acerca papá.

—Muy tranquilo.

—Claro que si, tienen un excelente terreno.

Emily no me suelta—. Vayamos adentro.

Todos entramos y nos ponemos cómodos en la sala.

—Primero quisiera agradecerte por habernos ubicado en una casa —sonríe mi madre.

—No fue nada, un amigo de Dominic se lo debía.

—Fu mucho, no teníamos adonde ir.

—Y segundo, te echamos de menos además de estar sumamente preocupados, no sabíamos nada de ustedes.

—Ese día fue... intenso —aun recuerdo todo lo sucedido aunque ya haya pasado un año.

—Ni lo digas.

— ¿Y tu cómo estás? —veo a mi hermana.

—Feliz de estar aquí, Dom nos dijo que podíamos quedarnos cuanto quisiéramos.

— ¿Ah sí? —veo a Dom que me sonríe—. Gracias.

—Quería que fuese una sorpresa, estar conmigo no le resulta muy divertido a Kate —bromea.

—No lo es cuando solo ves vacas pastar alrededor de la casa todo el día.

— ¿Qué ha pasado con lo otro? —papá se pone serio.

—Lo dejamos totalmente, me encargué de borrar todos nuestros datos, básicamente no existimos.

—Ella se llama Alice y yo, Patrick —Dom entorna los ojos.

—Bajo perfil, entiendo ¿y podrán salir de aquí en algún momento?

—No lo creo, en Londres posiblemente nos tengan fichados, al igual que en América.

—Tal vez, podría buscar.

—No, papá, no hace falta, estamos bien.

—Me alegra saberlo.

Pasamos un rato todos juntos y luego nos dividimos, los hombres en el porche y las mujeres en el campo. Emily corre tras los animales mientras mamá y yo hablamos.

— ¿Piensan tener una familia?

—Yo lo he pensado pero no sé si Dominic quiera...

— ¿Le has preguntado?

—No directamente, a veces solo hace bromas.

— ¿Y tú quieres?

—No lo sé... no soy el mejor ejemplo de madre que un bebé pueda tener.

—Katie, los errores del pasado pertenecen al pasado...

—Mamá, soy una criminal —la miro seria sin que Emily me escuche—. He matado personas... —sus ojos se cristalizan, eso no lo sabía—. A veces fantaseo con lo que sería tener una vida normal ¿sabes? Pero no creo que suceda.

—Kate... —tartamudea—. No sé qué te llevo a hacer lo que hiciste o si yo me equivoque en algo.

—No fue eso.

—Pero aquí pueden comenzar desde cero, ahora eres Alice —sonríe levemente—. Quisiera tener un nieto...

—Oh mami —la abrazo—. Me chantajeas —las dos reímos.

De regreso a la casa, los chicos están cocinando—. Uh huele delicioso —dice mamá.

—Oye... —me acerco a la espalda Dominic que está cortando algo—. Tenemos que hablar.

—Justo eso te iba a decir.

— ¿Sí?

—Sí —me besa.

Cenamos y hablábamos aun más. Después Emily se va a jugar en el granero con los caballos y mis padres charlan en el porche. Entonces Dom y yo decidimos caminar.

—Entonces ¿de qué quieres hablar? —toma mi mano y la besa.

—Que romántico —me burlo—. Pues... mi madre puede ser muy convincente.

— ¿Qué te dijo?

—... —respiro profundo—. Quiere un nieto.

Dom se detiene en seco y me detiene de un tirón, giro y lo miro.

— ¿Pasa algo?

—Eh... —suelta mi mano llevando las suyas a la cabeza.

— ¿Dom?

—Es que...

—Oye, mi madre lo dijo, no te estoy obligando o algo.

—No es eso.

— ¿Entonces qué?

—Cuando hablaba con tu papá... saco el tema del matrimonio.

—Esos dos... se ponen de acuerdo para todo —doy una vuelta estirándome—. Maldita sea —pateo una roca.

—Kate...

—Y no quieres... no es que sea obligatorio casarse y tener hijos pero me siento tan estúpida por haberlo estado pensando por más de un año.

— ¿En serio lo has pensado?

—Sí...

—Esto sonará gracioso pero... yo también he pensado en eso.

Levanto la mirada, ahora es él quien mira el piso.

—Desde que nos mudamos a ese apartamento...

Una extraña sensación se instala en mi estomago y siento como se esparce al resto de mi cuerpo. Inevitablemente me acerco a él, lo rodeo con mis brazos y lo beso. Sus manos sujetan de inmediato mi cintura.

—Pensé que era el único que quiera eso... —susurra en mi boca.

—Eres tan ciego como un topo.

— ¿Tendremos cientos de hijos?

—Solo uno.

— ¿Uno?

—Está bien, dos.

— ¿Solo dos?

—No comiences, Dom.

—... —suelta una carcajada—. Te amo...

—Y yo a ti... —acaricio su nuca.

— ¿Tanto como para casarte conmigo?

—Tanto como para tener tus hijos.

—No somos normales.

—Nunca lo fuimos.

A Bad GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora