𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀

003 ✧ Aquelarres

El primer país que visitaron fue Alemania, en donde se cruzaron con un vampiro nómada llamado Alistair, el cual era alto y de cabellos negros que resaltaban sus rojos ojos. Realmente no pudieron hablar mucho con él, este solo los detuvo para preguntarles si habían visto a otro vampiro por las cercanías, cosa que el dúo no había hecho, generando que el hombre les dijera que se tenía que ir, ya que no podía parar al este tener algo que le pertenecía.

De Alemania saltaron a Irlanda a buscar un aquelarre que vivía permanentemente allí, algo que al chico le interesaba al querer saber como hacían para que no sospecharan de ellos.

—Esto es todo un país, ¿cómo los encontraremos? —pregunto Rosie mirando la noche y alejándose de una luz de calle para que ninguna persona que anduviera cerca notara su particular color de ojos.

—¿Crees que nos traje a esta ciudad por casualidad? —inquirió enarcando una ceja y viéndola de reojo—. Huele eso —dijo elevando un poco la cabeza—. Son vampiros.

Rosie lo imito tratando de captar lo mismo y frunció el ceño reconociendo demasiadas cosas, así que solo lo siguió esforzándose en sentir el olor más allá de la sangre humana, que para ella era todo en lo que podía enfocarse.

Llegando a un barrio tranquilo y lindo, Jackson aflojo el andar y miro con cierta advertencia a la chica.

—Con cuidado —dijo mientras tocaba la puerta.

Escuchando una televisión apagarse y apenas unos pasos sobre alguna alfombra, de repente un vampiro de ojos carmesí y unos treinta años los atendió sin decir palabra alguna.

—Hola —saludo ella con una gran sonrisa—. Soy Rosie, pero puedes decirme Ros, y él es Jackson.

—Venimos porque un nómada dijo que aquí había un aquelarre de vampiros y queríamos conocerlos al estar viajando por diferentes países —explico viendo como una mujer aparecía a un costado y atrás de él.

Esta era alta, muy alta, y hermosa. Sus ojos eran como los de su compañero y el rostro lo tenía joven, definitivamente solo ganándole a Rosie por un par de años.

—¿Qué quieren en realidad? —pregunto con cierta desconfianza y cautela.

—Solo conocer a otros como nosotros —dijo ella de inmediato temiendo que las cosas salieran mal.

La mujer y el hombre intercambiaron una veloz mirada y retrocedieron un poco dejando espacio para que pasaran.

—Somos Siobhan y Liam, los llevaremos con Maggie y esta nos dirá si dicen la verdad o no —explico la femenina en señal de que la siguieran, a lo que los dos sonrieron incómodos al reconocer que eran invitados no deseados.

Al fondo de la habitación había una joven delgada y pequeña que debía tener la misma edad de Rosie. Era menuda y baja, Siobhan fácilmente ganándole por treinta centímetros de altura, y poseía grandes y brillantes risos pelirrojos que relucían tanto como sus ojos.