011 ✧ Complicado

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Estaba oscureciendo en Volterra, en el horizonte un fuerte naranja contrastaba con unas gruesas y azules nubes de tormenta que todos los locales y turistas sacaban fotos, ellos sin saber que en el interior del antiguo castillo de roca la tempestad...

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Estaba oscureciendo en Volterra, en el horizonte un fuerte naranja contrastaba con unas gruesas y azules nubes de tormenta que todos los locales y turistas sacaban fotos, ellos sin saber que en el interior del antiguo castillo de roca la tempestad ya había empezado.

Athenodora se hallaba furiosa, indignadísima por lo que le habían dicho, y ahora mismo estaba lista para esclarecer las cosas al nunca haberse esperado aquello.

—¡Cayo Vulturi! —gritó apenas entró a la sala de los tronos—. ¿¡Cómo es que le andas mandando cartas románticas a la Cullen!?

Los vampiros de la guardia mantuvieron silencio viendo a la estrepitosa mujer, algo en ellos no pudiendo creer su palabras por lo ilógicas que eran. Por otra parte, Cayo no cambió demasiado su expresión, ya que solo encajó la mandíbula en el intento de no exaltarse de más.

—Athenodora... —habló con cierto aire cansado—. Cállate —pidió apretándose por un segundo el entrecejo con su dedo índice y pulgar como si estuviera sufriendo de un terrible dolor de cabeza.

—¡A mi no me calles! ¡Responde a mi pregunta! —se acercó a donde él estaba.

—Si, le envié una carta, pero estaba lejos de ser romántica —casi suspiró mientras se sentaba más derecho y volvía a su postura fría y calculadora de siempre.

—Athenodora, piénsalo, ¿Cayo romántico? Ni en diez siglos —intervino Aro con una sonrisa intentando alivianar las cosas.

—¿Por qué esa chica es tan especial? —enarcó una ceja.

—¿Acaso no escuchas lo que decimos? —preguntó su pareja con poca paciencia.

—Si, escucho, ¡y por eso exijo saber! Ya que ahora me vengo a enterar que el rumor de que le enviaste una carta es verdad.

—Solo ve a tu habitación, en unos momentos te alcanzaré.

—Quiero hablar ya, ¡ahora! —insistió la vampiresa observando los rojos ojos de Cayo, el cual tensó los músculos sobre su boca como si quisiera gruñir y enseñar los dientes.

—Deja de hacer una escena sobre nada —dijo con fuerza, todos teniendo la sensación de que hubiera maldecido por más que ni una mala palabra salió de entre sus labios—. Ve-a-tu-habitación —remarcó cada palabra.

—Si tardas volveré, tienes cinco minutos —le contestó en un siseo y con los dientes apretados.

Definitivamente a Cayo no le gustaban las amenazas, que lo apuraran o lo trataran de aquella manera incluso si en ocasiones podía soportarlo, aunque no ahora y menos de tal persona.

La sala quedó en silencio y Felix murmuro algo como "Qué mujer" para que Demetri lo oyera, Marco moviéndose ligeramente y preguntándole al de claro cabello que haría.

—Solucionar las cosas —respondió al ponerse de pie para retirarse.

—No seas muy rudo —dijo Aro con una sonrisa pícara, el vampiro no respondiendo y solo yéndose sin siquiera verlo.

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