¿Es posible que ella sea la persona que él estuvo esperando y deseando conocer? ¿Es posible que ella tenga el poder de hacerlo cambiar?
ɴᴏᴛᴀ: ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴢᴀʀ, ǫᴜᴇʀɪ́ᴀ ᴀᴄʟᴀʀᴀʀ ǫᴜᴇ ᴇsᴛᴇ ꜰᴀɴꜰɪᴄ ɴᴏ sɪɢᴜᴇ ʟᴏs ʟɪʙʀᴏs ᴏ ʟᴀs ᴘᴇʟɪ́ᴄᴜʟᴀs. ᴘᴀʀᴀ ᴇxᴘʟɪᴄᴀʀ ᴍᴇᴊᴏ...
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Tomo una semana, siete días enteros poder llegar a Denali, ya que nadar todo el océano Atlántico, pelear con las corrientes y la impresión de estar en medio de la misma nada no fue fácil, pero lograron tocar tierra al cuarto atardecer. Desde ahí fue un constaste andar hasta el bendito lugar, Rosie teniendo que rodar los ojos un par de veces por los comentarios de su hermano, ya que no paraba de quejarse por la enorme distancia que recorrieron y tenían que recorrer, a lo que ella respondía que no era su culpa, sino la del aquelarre por vivir tan lejos. Al llegar no tardaron en encontrarlos, pero fue una primera impresión importante al ver que ellos tenían ojos dorados y no rojos.
—¿Quiénes son? —pregunto una chica completamente despampanante con su pálido cabello rubio, recto y perfecto adornando los costados de su rostro.
—Soy Rosie y él es mi hermano William —respondió intentando dejar de fijarse en el color de sus orbes, pero eran completamente anormales y llamativos para ambos—. No vinimos a causar problemas, solamente estamos conociendo —aclaro al ser el primer pensamiento que todos los vampiros, según su experiencia, tenían.
El grupo estaba compuesto por cuatro chicas y un hombre, este siendo el único en asentir y amagar a darles una sonrisa a diferencia de las femeninas, las cuales los miraban tan frías como la nieve que los rodeaba.
—Un placer, soy Eleazar y ella mi pareja Carmen —indico mirando a la única mujer que no tenía el cabello en algún tono de rubio.
—Yo soy Tanya, y ellas Kate e Irina —presento mirándolos con precaución, su ondulado y claro cabello rubio frutilla apenas tapando uno de sus ojos.
Mientras tanto, Irina, que tenía una mirada fuerte e imponente, los observaba de tal manera que por un momento Rosie se fijo en Will con cierto nerviosismo, como si en silencio le preguntara si debían huir o no.
—No hay de que preocuparse —dijo Eleazar captando la mirada casi de auxilio que la joven le daba a su hermano—. No mordemos —bromeo.
Rosie apenas le sonrió por la ansiedad, por lo que la mueca se borró rápido.
—¿Por qué sus ojos son dorados? —pregunto Will con genuina curiosidad.
—Es porque nos alimentamos de sangre animal, no humana —contesto el hombre—. Somos como... vegetarianos.
—¿Eso es posible? ¿Sangre animal? —pregunto Rosie más desconcertada que antes.
—Así vivimos nosotros —dijo moviendo las manos como si dijera "acá estamos, ¿no?".
—¿Hay otros como ustedes? —siguió Will.
—¿Por qué les interesa saber? —interrogo Irina pronunciando palabra por primera vez.
Decir que Rosie ya estaba aturdida con sus emociones era poco, porque sacudió la cabeza como si hubiera escuchado mal y nuevamente se preocupo por si los iban a atacar, a lo que una fuerte ventisca paso entre ambos grupos antes de desaparecer.
