018 ✧ Experiencias

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Si mezclarse con la sociedad moderna ya era difícil, todo empeoró cuando la fecha de la graduación se acercó y ambos vampiros tuvieron que involucrarse en la organización de la fiesta y entrega de diplomas

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Si mezclarse con la sociedad moderna ya era difícil, todo empeoró cuando la fecha de la graduación se acercó y ambos vampiros tuvieron que involucrarse en la organización de la fiesta y entrega de diplomas. Estaban convencidos que tales tareas le correspondían a la escuela, al menos la ceremonia formal, pero todo les fue lanzado y nadie podía escapar. Las mangas largas fueron ultra esenciales y cada uno fue felicitado por su gran trabajo de decoración, ya que hacían todo a la perfección y sus opiniones parecían ser lo que necesitaban.

—Si no interveníamos hubiéramos tardado años —suspiró Alec una vez que cumplieron el horario de ese día.

—Es verdad, son muy lentos.

—¿Tienes vestido?

—No, pero Alice se encargará de eso, ella siempre sabe lo que necesito. ¿Tú?

—¿Crees que voy a ir con vestido? —enarcó una ceja mientras se subía al auto de Rosie.

—¿Por qué no? —se burló con una sonrisa en vez de molestarse por "no haber entendido" a lo que se refería.

Alec bufó y puso los ojos en blanco sin acotar nada más, enseguida prendiendo la radio y pasando las estaciones hasta encontrar una que le gustara.

—¿Trabajaron mucho? —preguntó Rosalie.

—Obviamente —contestó el Vulturi—. En caso contrario aún estaríamos eligiendo el color de las guirnaldas del escenario.

—¿Lo manejan bien? —inquirió Will—. Oí que la semana que viene hará temperatura alta para la zona, así que no podrán ir cubiertos.

—Excelente —suspiró Rosie con cansancio adelantado.

—Llegó el fin de semana, no se preocupen por eso —dijo Esme esperando que se relajaran y no sintieran los problemas del futuro.

Aprovechando esos días lejos de los humanos, cada uno hizo lo que quiso. Rosie prácticamente se encerró en su casa y pasó el rato con películas, libros y programas que solo hablaban de famosos.

«Esta tecnología... Nunca te aburres», pensó aún maravillada por la enorme cantidad de actividades, ya que, al comparar con su época, sinceramente no entendía como hacía de humana.

Acostada en la cama matrimonial, sintió como el alma se le caía al oír la puerta principal abrirse y cerrarse. La mente trabajó a mil y cayó en la cuenta de que no era humano cuando ningún latido resonó, por lo que se levantó completamente alerta y anduvo por los pasillos hasta la planta baja. No había nada fuera de lo normal, aunque, por el susto, comenzó a preguntarse si realmente lograron acabar con Athenodora aquel día.

—Sé que estás en mi hogar, no te escondas, muéstrate —ordenó con un bajo gruñido.

Dio pasos tentativos, pero el intruso no daba respuesta, así que empezó a recorrer cada cuarto y mueble hasta que solo quedó la habitación principal, fuera quien fuera logrando llegar allá sin un mínimo sonido. La puerta estaba casi cerrada y por eso apoyó una mano en la gruesa madera para esperar un momento antes de empujar y mirar a todos lados, a simple vista no hallando a nadie. Enseguida se dirigió al cuarto de ropa hasta que escuchó el rozar de un zapato contra el suelo, por lo que giró al provenir de su espalda.

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