015 ✧ Fuego

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—¿Cayo?

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—¿Cayo?

—¿Tengo cara de alguien más? —preguntó inclinando apenas la cabeza, esa respuesta haciendo suspirar y sonreír a Rosie—. ¿Cómo has estado?

—Bien, extrañ... —se cortó de inmediato al darse cuenta de lo que iba a decir, así que le dio la espalda tomando el recibo de su pago para terminar con aquel tramite—. ¿Tú?

—Pensando las posibles razones de que le pidieras a Alec que usara su don contigo. ¿Acaso estás loca?

—¿Cómo lo supiste? Él se acaba de ir —se alejó de la fila parando a un costado.

—Me lo crucé hace un momento —dijo simple—. ¿Entonces?

—Solo tenía curiosidad —respondió—. De todos modos, ¿qué haces en Forks?

—¿No es obvio? Para verte.

A decir verdad, era de esperar, pero Rosie todavía no entendía nada y debía se asegurarse de sus intenciones.

—¿Por qué?

En ese momento la pregunta se sentía como si valiera millones y Cayo no la respondió, a lo que la vampiresa se decepcionó y miró alrededor notando como la poca gente los observaba al sobresalir demasiado.

—Dejemos el lugar.

Sin decir nada corrieron a la casa Cullen e ingresaron, todo sintiéndose extraño al ahora cada individuo saber la verdad.

—Bienvenido —sonrió Esme juntando las manos al frente.

El rubio asintió antes de mirar a los que se encontraban en la planta baja. De inmediato, Rosie, extendió su escudo para evitar que Edward leyera lo que fuera que pasaba en esa cabeza, generando que su "primo" la observara.

—¿Te quedarás por mucho? —inquirió la joven.

—No lo sé, pero no creo.

—¿Trajiste muda de ropa? —miró el traje negro que llevaba, en eso notando un pequeño brillo en una de sus muñecas, pero no alcanzó a ver que era.

—Conseguiré algo más tarde.

Exponiendo su labio inferior mientras consideraba esas palabras, la chica preguntó quien le prestaba un auto mientras agarraba mejor la billetera.

—¡Yo! —dijo Alice antes de ir a buscar las llaves.

—Gracias —sonrió cuando se las entregó, Rosie ahí viendo al mayor y haciendo un movimiento de cabeza para que la siguiera el garaje.

—¿Vamos de compras? —inquirió yendo hacia el lado del acompañante.

—Si —dijo sentándose en el deportivo amarillo—. En Seattle están las mejores tiendas.

—¿Allí no hay sol?

—Iré lento para llegar cuando esté anocheciendo, así que no habrá problema.

𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀Where stories live. Discover now