Capítulo 7

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NICOLE

— Eso ha sido...

— Un error —le interrumpo. Aparto las sabanas y me levanto rápidamente —. No puedo creer que me haya acostado contigo. ¿En qué estaba pensando?

No estaba pensando, ese es el problema. El whisky nunca me ha sentado bien y después de varias botellas bueno... digamos que perdí un poco la cabeza. Lo peor de todo es que fui yo la que hizo el primer movimiento. Tierra trágame.

Recojo mi ropa interior del suelo y me la pongo. El alcohol ya ha desaparecido de mi sistema por lo que lo hago en tiempo record.

— Wow, tú sí que sabes cómo herir el orgullo de un hombre —dice Kilian con los labios fruncidos.

Suspiro y lo encaro. Apoyado contra el cabecero de la cama las blancas sábanas apenas cubren su cintura y piernas. Sus marcados abdominales y tatuados pectorales mantienen mi mente embelesada durante unos segundos.

— Mira —digo cuando consigo dejar de observar como una tonta su moldeado cuerpo—Ha estado bien... más que bien. Pero no tendría que haber pasado.

— ¿Por qué no? —pregunta él con el ceño fruncido —. Ambos somos vampiros. No le veo el problema.

Tan rápido como un vampiro puede moverse aparece frente a mí completamente desnudo. Aparto la mirada hacia un lado. Estúpido, lo sé. Vi todo lo que tenía que ver hace unas horas.

— Ese es justo el problema —murmuro.

Con sus dedos coge un mechón de mi cabello y lo lleva hasta su nariz. Giro mi cabeza y veo como inhala mi aroma.

— Lo hemos pasado bien —dice él con sus intensos ojos verdes clavados en los míos —. Y podemos volver a hacerlo.

Se acerca más a mí pero me alejo.

— No lo entiendes. A penas te conozco. Podrías ser un psicópata asesino y yo no tendría ni idea.

— ¿Cómo Gabriel? —dice el cruzándose de brazos. Una de sus cejas se eleva y su boca se curva hacia arriba cuando se da cuenta de cómo estoy luchando para no desviar mis ojos hacia el sur.

— Sí, exacto. ¿Puedes, por favor, ponerte los pantalones?

— No, no puedo —dice él divertido.

Recordando que todavía estoy en ropa interior escaneo la habitación buscando el resto de mis cosas. Los pantalones y la chaqueta se encuentran en la esquina junto a la puerta. Mi camiseta está colgando de la lámpara del techo. ¿Cómo ha llegado hasta ahí arriba?

Intento alcanzarla sin éxito. Kilian se detiene a mi lado y estira su brazo. Sin apenas esfuerzo coge la prenda y me la ofrece. Se la arrebato de un tirón y me la pongo con movimientos rápidos.

— ¿Qué va a pasar cuando mates a alguien y tenga que ocuparme de ti? —pregunto agobiada.

— ¿Cómo sabes que voy a descontrolarme? —pregunta él poniéndose sus pantalones por fin.

— Ese es el punto. No lo sé porque no te conozco.

— Hagamos una cosa. Puedes intentar matarme cuando quieras. Sin resentimientos, en serio.

— ¿Sin importar que nos hayamos acostado? —pregunto incrédula.

— Sí —asiente él —. Podemos tener sexo un día y si quieres matarme al siguiente, tú misma. No me va a molestar.

— ¿En serio?

Esta conversación es la más rara que tenido en toda mi vida.

— Aja —murmura él acercándome hasta mí.

Sus manos se posan en mis caderas e intenta darme un beso, pero me alejo antes de que lo consiga.

— Tengo que irme

Toco los bolsillos de la chaqueta confirmando que no me dejo nada y salgo antes de que pueda abrir la boca. Su dulce y cálida boca... Agito la cabeza eliminando el pensamiento y bajo las escaleras. Al principio cuando salgo a la calle no sé dónde estoy, pero una mirada alrededor y descubro que estoy a un par de calles del Pub Pentagrama.

Comienzo a caminar y mis pensamientos no pueden evitar vagar hacia lo que ocurrió después de que saliésemos del bar.

— Dentro de cinco horas tenemos que ir a clase... mátame, por favor —me pide Kilian apoyándose contra la pared.

Hemos bebido mucho y tanto a él como a mí nos cuesta mantener el equilibrio.

— ¿Qué es eso? — pregunto cuando percibo algo oscuro que sobresale por el cuello de su camiseta.

Me acerco hasta él y tiro hacia abajo. Al descubierto queda un tatuaje. Inclino mi cabeza a un lado para poder observar la cruz invertida que cubre su pectoral derecho.

— Y luego soy yo la dramática —digo entre risas.

Es entonces cuando me doy cuenta de lo cerca que estamos. Miro hacia arriba y me topo con sus ojos. En la oscuridad de la noche parecen brillar. Atrapada por su mirada me acerco todavía más y nuestros alientos se encuentran. Siento como sus manos recorren mi espalda y su toque deja una estela hormigueante a su paso. El calor aumenta y nuestras respiraciones se aceleran. Su rico olor llena mis sentidos y sin apenas percatarme coloco mis labios sobre los suyos. Le beso e inmediatamente el me responde. Nuestras bocas se abren al mismo tiempo y su húmeda lengua se encuentra con la mía. Agarro con fuerza su camiseta todavía entre mis manos y tiro de él acercándonos más. El ansia es demasiado grande. No puedo estar lo suficientemente cerca de él.

Madre mía... definitivamente el whisky me sentó mal. Pienso cuando consigo volver a la realidad. Ya en casa me dejo caer sobre la cama. En menos de una hora mi despertador sonará anunciando que comienza el día. Puedo oír los fuertes ronquidos de mi tía procedentes de su habitación al otro lado del pasillo. Es una de las cosas que antes no tenía que soportar. Cojo la almohada y la aplasto contra mi cara. Mi móvil vibra en el bolsillo de la chaqueta que todavía llevo puesta. Es un mensaje:

Por favor, dime que no eras tú la que se estaba enrollando en el callejón con el vampiro.

S-

Ignoro el mensaje de Salvador e intento dormir los pocos minutos que me quedan.


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Drinking BloodWhere stories live. Discover now