Capítulo 24

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NICOLE

El chico acerca su desagradable rostro al mío y me mira fijamente.

— Olvida lo que has visto y deja de buscar a Keila —dice él con voz profunda y mirada intensa.

— Eso no funcionará conmigo —mi voz sale estrangulada pero provoca el efecto deseado. Sus dedos se aflojan levemente por la sorpresa y eso me permite zafarme de su agarre y empujarlo duramente alejándolo de mí.

Él retrocede varios pasos pero se recupera rápidamente y vuelve a la carga. Lo esquivo y ruedo por el suelo. Miro a mi alrededor buscando algo que me pueda servir como arma. Mi vista se queda fija en la silla de madera junto a la esquina. Me levanto y corro hacia ella, pero justo cuando mis dedos rozan la rugosidad de la madera algo tira de mi pelo hacia atrás.

Quedo aprisionada entre sus brazos. Intento escapar pero su fuerza es superior a la mía, entonces sus afilados colmillos penetran la fina piel de mi cuello. Emito un alarido de dolor. Él no me ha mordido porque quiera beber de mí, lo ha hecho para desangrarme y así conseguir debilitarme lo suficiente como para arrancarme la cabeza. Hay varias formas para matar a un vampiro y la decapitación funciona bastante bien.

Siento, desesperada, como mi sangre es atraída hacia su boca que sin cuidado desgarra mi carne. Ahora entiendo las descuidadas marcas que la chica de la morgue tenía en su cuello... yo misma las estoy sufriendo.

Mis ojos vuelve a fijarse en la única cosa que puede salvarme ahora mismo: madera. Reuniendo las escasas fuerzas que quedan en mi cuerpo, y que poco a poco van siendo drenadas por el animal rabioso tras de mí, introduzco mi pierna entre las suyas y nos hago caer.

La silla se parte por el peso de nuestros cuerpos. El chico mantiene su boca afianzada a mi cuello sin prestar demasiada atención. Mi mano agarra la pata partida de la silla destrozada.

Mi incómoda posición sobre el suelo y su cuerpo sobre el mío no me permiten mucha libertad de movimiento, pero elevo mi mano y clavo la improvisada estaca en su cuello. Con un quejido separa su boca de mí. Él se lleva la mano a la zona lesionada y me mira con odio. Va a matarme...

En esos escasos segundos en los que su mirada toma la decisión de arrancarme la cabeza de un solo movimiento preciso y mortal, mis reflejos toman el mando. Agarro su camisa de cuadros entre mis dedos y tiro de él acercándolo. Al mismo tiempo me impulso hacia delante y la astillada estaca de madera penetra a través de su tórax. El desagradable sonido de las costillas rotas llena mis oídos pero no me detengo hasta que su corazón es atravesado. Su cuerpo que no paraba de luchar contra mi avance se queda paralizado. Cae hacia atrás con la estaca todavía en su pecho. Sus ojos ahora fijos en la distancia se apagan y su piel comienza a adquirir un tono ceniciento. Las venas de todo su cuerpo se vuelven prominentes y oscuras. Esta es la forma que los vampiros adquieren con la muerte.

Mi sangre caliente empapa mi camiseta, que roja y húmeda, se apega pegajosamente a mi piel. La herida poco a poco se cierra. Los músculos se regeneran y la piel vuelve a unirse recuperando su color rosado. El dolor se desvanece pero el cansancio y la debilidad causados por la masiva pérdida de sangre perduran.

Miro el cadáver del vampiro y entro en shock al descubrir que la única pista que tenía para encontrar a Keila ahora está muerta.


KILIAN

Atravieso el callejón junto a la comisaria y llego a la metálica puerta. Los agentes no han perdido el tiempo desde la última vez que he estado aquí y han reparado la abolladura. Que eficientes...

Sin delicadeza pateo la puerta y ésta se abre de par en par. El pesado metal queda colgando completamente retorcido por el impacto. Un hombre con pelo canoso, gafas amarronadas y bata blanca me mira sorprendido con la mano sobre su acelerado corazón. Frente a él hay una mesa y sobre ella un cuerpo cubierto por una fina sábana de color blanco.

Él me mira y en sus ojos veo la decisión que toma. Corre hacia la puerta que conduce a la comisaria donde los demás agentes se encuentran. Mi velocidad aumentada por mi condición de vampiro me permite interponerme en su camino. Agarro las blancas solapas de su bata y fijo mi mirada a la suya.

— No hables y no te muevas —sus pupilas responden al influjo del control mental que sin esfuerzo ejerzo sobre él.

Él hombre aterrado pero obediente a mis órdenes permanece quieto a escaños centímetros de la salida sin poder escapar. ¿He dicho ya que me encanta ser un vampiro?

— Por favor, que no sea Keila —pido mientras camino hasta la mesa de autopsias.

Mi preocupación no es por la chica en sí. Realmente no me importa demasiado si está muerta o no, pero Nicole se volvería loca si fuese su amiga la que está bajo la sábana. Por mucho que quiera negarlo, me importa lo suficiente como para no querer ver la pena o tristeza en su expresión.

Retiro la fina tela y emito un suspiro de alivio al descubrir que no es Keila sino un hombre el que yace sin vida junto a mí.

— ¿Este es el cadáver que ha sido encontrado en un callejón? —le pregunto al forense para asegurarme de que no me he equivocado y que el cuerpo de Keila no esté en otro lugar —. Responde a la pregunta.

— Sí —susurra él inmediatamente.

Él hombre sobre la mesa tiene las mismas marcas en el cuello que la chica de la vez anterior. Y por el aspecto pálido, casi traslucido, de su piel imagino que no debe quedar si una sola gota de sangre en su cuerpo. En el aire percibo la esencia de sangre que no le pertenece. Otro proyecto de vampiro que murió antes incluso de llegar a serlo... trágico.

Cubro su inmóvil rostro con la tela y vuelvo hacia el aterrado forense que sigue mis movimientos con su ojos azules.

— Olvida lo que has visto y continúa con tu trabajo. Ah... la puerta. Estoy seguro de que se te ocurrirá una buena excusa —sonrío y golpeo suavemente su hombro con mi mano de forma amistosa.

El hombre asiente comprendiendo mis palabras y se desplaza por la sala recogiendo varias cosas en cajones. Salgo de la morgue y me detengo bajo la luz parpadeante de la solitaria farola.

No es Keila.

Tecleo el mensaje y pulso enviar. Ahora sólo me queda esperar a que Nicole venga.


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Menos mal que no era Keila la que estaba en la morgue pero entonces ¿dónde está?

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