Capítulo 28

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KILIAN

Algunas personas podrían pensar que después de vivir tanto tiempo me habría cansado simplemente existir. Yo les digo que les jodan. Es imposible cansarse de vivir si sabes cómo disfrutar de todos y cada uno de los placeres de la vida.

Un vampiro es considerado viejo con doscientos años, anciano con más de quinientos como tenía el difunto Salvador. Pero... ¿Cuál es la denominación para alguien con más de novecientos años? Fósil podría valer.

Me agacho junto al cuerpo del anciano y deposito el corazón con delicadeza sobre su pecho. Es una manía que tengo aunque no es como si fuese a recuperarse por tenerlo más próximo. En su rostro queda congelada una expresión de dolor rodeada por la piel del color de las nubes tormentosas y oscuras venas prominentes.

Limpio mi mano cubierta de sangre en su ropa y es entonces cuando me doy cuenta de que hay un pequeño objeto sobre el suelo junto a su cintura. Es un anillo de plata de diseño intrincado dejando minúsculos espacios entre las finas láminas que lo forman. Lo reconozco... es uno de los anillos de Nicole. La presión en mi pecho aumenta cuando comprendo que este es el objeto que le permite andar bajo la luz del día.

Envuelvo el anillo en la palma de mi mano y corro escaleras arriba. Los rayos de sol de la mañana brillan con fuerza en el exterior, sin su anillo Nicole morirá. Huelo la sangre nada más cruzar la puerta que conduce a un estrecho pasillo. La puerta abierta de par en par de un pequeño despacho me muestra el cadáver de un vampiro sobre el suelo. Suspiro aliviado al ver que es un hombre.

Un grito rompe la quietud. Me precipito hacia la puerta solitaria al final del pasillo. Se rompe a mi paso. Las astillas y fragmentos de madera vuelan a mi alrededor. Todo se ralentiza. Entro en una especie de laboratorio y al fondo agazapada contra una esquina se encuentra Nicole... en llamas. Me quito la chaqueta con movimientos acelerados y me precipito hacia ella. Caigo con la tela sobre su cuerpo. Sus gritos de dolor perforan mis tímpanos. Desesperado intento cubrir cada centímetro de su piel que queda expuesta a la mortífera luz del día.

Las llamas se extinguen y busco su mano bajo la tela. Siento su carne quemada y un escalofrío me recorre. Se lo que se siente al ser quemado vivo y no es nada agradable. Con delicadeza deslizo el anillo en su dedo medio. Ya colocado retiro la tela.

Entre mis brazos Nicole respira con dificultad. Su boca permanece abierta en un grito ahogado de máximo dolor. Un daño tan extenso como este no se cura tan rápido como cualquier otra herida. Muerdo mi propia muñeca y la alimento con mi sangre. La sangre de vampiro no es tan nutritiva con la de humano pero dado su increíble capacidad de curación puede ser utilizada en situaciones críticas como ésta.

Sus agrietados labios se afianzan a mi muñeca y sus colmillos atraviesan mi piel. Siento como mi sangre fluye en su interior y una cálida sensación me invade. Compartir sangre entre vampiros es algo íntimo que no se hace con cualquiera. Creo que mantendré eso en secreto cuando Nicole se recupere...

Lentamente su piel retorna a su estado original, pálida y rosada. Abre los ojos que hasta entonces habían permanecido cerrados fuertemente y retira su boca. Con esfuerzo se coloca en posición sentada y le cuesta varios segundos orientarse.

— Nicole...

Retiro los mechones de pelo plateados que caen sobre su rostro. Sus ojos oscuros me devuelven la mirada. Ella roza sus labios con la yema de sus dedos que se tiñen con el rojo de mi sangre. De repente se tensa y sus ojos se agrandan.

— ¡Oh Dios mío! ¡Keila! —exclama.

Rápidamente se levanta y corre hacia una camilla que ni siquiera había notado que estaba ahí. En el momento en el que he visto a Nicole ardiendo los bordes de mi visión se han oscurecido y, como en un túnel, la horrenda imagen es lo único que ha mantenido mi atención.

Sigo a Nicole hasta la camilla y observo a una pálida Keila sobre ella.

— ¡Keila! —grita Nicole desesperada a la vez que retira las agujas conectadas a tubos que se clavan a lo largo de sus brazos.

Junto a la camilla hay varias bolsas completamente llenas de sangre. Sobre una de las mesas hay un cuchillo de borde afilado, Nicole lo alcanza y lo desliza sobre su brazo. Su sangre brota con fuerza de la profunda incisión y la empuja contra los labios de su amiga.

— ¡Despierta! ¡Despierta! —grita una y otra vez.



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Quedan muy pocos capítulos para el final... ¿qué pasará?

Drinking BloodWhere stories live. Discover now