Capítulo 26

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NICOLE

Miro a mi alrededor. La habitación es grande con gran cantidad de mesas rectangulares colocadas una junto a la otra. Son largas hileras de tableros que sostienen frascos, básculas y aparatos extraños de los cuales desconozco su utilidad.

Junto a la ventana, a la que me es imposible acercarme debido a los primeros rayos de la mañana, hay varias macetas de cerámica. De la húmeda tierra que las ocupa brotan los tallos alargados de la verbena. Es fácil de reconocer por las pequeñas flores moradas que coronan su parte superior.

Este debe de ser el lugar donde se fabrica la droga. Aquí se encuentran todos los ingredientes: verbena y sangre. Aunque dudo mucho que sea lo único que contienen las cápsulas.

El corazón de Keila bombea la escasa sangre que permanece en su cuerpo de forma lenta y pausada. Doy un paso hacia delante pero rápidamente retrocedo. Es mi tercer intento pero parece que no aprendo la lección. Sigo esperando que por algún milagro cósmico mi sensibilidad al sol desaparezca y pueda acercarme a Keila para salvarla.

— Sería mejor que te quedases quietecita —murmura una voz a mi derecha. Desvío la mirada del cuerpo pálido de mi amiga y lo observo. Salvador cierra la puerta tras él con pestillo y camina hacia Keila.

Comprueba los tubos que salen de sus brazos mientras me da la espalda.

— Salvador ¿qué está pasando? —pregunto confundida. Todo esto no tiene sentido.

— Te dije que te mantuvieses al margen y que yo me encargaría, pero has tenido que meter las narices donde no te llaman. Por tu culpa he perdido a uno de mis proveedores.

Me encojo ante sus furiosas palabras. Salvador jamás me había hablado de ese modo. Es como si fuese otra persona. Alguien completamente distinto al amigo que me ha estado cuidando desde que me convertí en vampiro hace más de seis meses.

— ¿Te han obligado a hacer esto? —la pregunta sale dudosa.

— ¿Obligarme? Nicole, soy yo el que dirige todo esto —contesta él volviéndose hacia mí. Abre sus brazos abarcando el laboratorio.

— No puede ser verdad —susurro para mí misma.

El suspira y camina lentamente hasta pararse frente a mí. Eleva sus grandes manos y las coloca a ambos lados de mi rostro. Me encojo ante su tacto. No sé cómo debería sentirme en este momento. Estoy confundida y bloqueada ante la situación.

— No pasa nada —dice él ahora más calmado —. Te perdono por lo que has hecho. Encontraré a alguien más que sustituya a ese idiota. Pero necesito tu colaboración en esto, Nicole.

— ¿Mi colaboración? —inexplicablemente pierdo el control de mi cuerpo y comienzo a temblar. No sé qué me pasa. Este es Salvador mi mejor amigo, mi mentor...

— Te conozco y sé que no lo apruebas. Pero éste es mi negocio y nada puede salir mal ¿entiendes? —sus manos ejercen una leve presión en mis mejillas obligándome a escucharle con atención. Como siempre que lanza una orden el gran poder que lo caracteriza emana a raudales por los poros de su cuerpo y me golpea —. Todo estará bien.

— ¿Qué ocurre con Keila? —pregunto sin poder apartar mi mirada de sus grandes y penetrantes ojos oscuros.

— Fue un error —dice él molesto —. Le dije a ese imbécil que eligiese objetivos que llamasen poco la atención. Si hubiese sabido que ella era tu amiga no la hubiese tocado, pero ahora es demasiado tarde. Lo siento por ello.

— ¿Lo sientes? —pregunto consternada. Los temblores que recorrían mi cuerpo se detienen súbitamente y la ira sustituye el miedo que hasta hace unos segundos inundaba todo mi ser —. ¡Lo sientes!

Aparto sus manos de mi cara y lo empujo para alejarlo de mi.

— Has matado personas, Salvador. ¿Y quieres que me olvide de ello y mire hacia otro lado mientras tú continúas haciéndolo?

— Me gustas, Nicole. Te considero mi amiga, pero debes entender que si no haces lo que te estoy diciendo no tendré ningún reparo en asegurarme de que no seas un problema.

Su voz es fría como el hielo. Todo este tiempo pensé que él era diferente. Después de lo que ocurrió con Gabriel estaba tan perdida... entonces apareció Salvador y me rescato de las profundidades del abismo en el que mi mente y mi corazón se habían convertido. Gabriel y Salvador dos almas afines que aparentan ser buenas personas y que en el fondo no son más que entes oscuras que no valoran la vida humana.

— Vas a tener que matarme —digo con desprecio —. Porque jamás estaré de acuerdo en matar gente inocente para fabricar tu estúpida droga.

— ¿Estúpida? —escupe él —. Este es el negocio del siglo, Nicole. Durante miles de años los vampiros han estado intentando la manera de apagar las emociones que con más fuerza que a un humano nos invaden. Y he sido yo el que por fin lo ha conseguido. ¿Quién hubiese imaginado que sólo se necesitaba un poco de sangre y algo de veneno?

— La otra chica que murió estaba en transición ¿por qué? —pregunto. Si tengo que morir hoy me gustaría saber la razón de por qué las víctimas están en proceso de transformación a vampiro cuando son drenadas de sangre.

— Me di cuenta por pura casualidad de que la sangre de alguien en transición potencia los efectos de la verbena de forma distinta a la de un humano. En un vampiro completo causa la destrucción de los glóbulos rojos pero cuando el cuerpo está entre las dos especies la absorbe.

— ¿Así que los pones en transición para que la droga funcione y no sea tóxica debido a la verbena?

— Exacto ¿no es genial? —las comisuras de su boca se elevan con emoción como si fuese un niño de cinco años.

La repulsa ante su actitud me invade. Jamás imaginé que Salvador tenía esta cara.

— Por favor, déjame llevarme a Keila —ruego por última vez.

— Lo siento, Nicole. Pero como ya he dicho es demasiado tarde para ella. Como ya habrás imaginado está en transición y morirá pronto cuando la última gota de sangre haya abandonado su cuerpo.

Con esas últimas palabras Salvador sale de la habitación y permanezco encogida en mi esquina. Conforme pasan los minutos los rayos van conquistando más y más centímetros disminuyendo el área que me mantiene con vida. No hay lugar donde ir, no hay nada que pueda hacer. Sólo puedo esperar hasta que el sol me convierta en polvo.


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Aveces la inspiración llega en los momentos más insospechados como me ocurrió a mí el otro día. Estaba estudiando un "interesantísimo" tema sobre la esterilización en gatas cuando de repente... puf...se me encendió la bombilla. Como os podéis imaginar tuve que parar de estudiar para escribir un par de párrafos de esta historia. Sí, lo sé... a mí también me parece preocupante.

La situación de Nicole es crítica pero ... ¿dónde está Kilian?

¿Os  esperabais que Salvador fuese el malo de la historia?

Drinking BloodWhere stories live. Discover now