En las puertas

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Mi ropa, de antaño color verde, estaba empapada en la sangre de los monstruos que había matado. Nos atacaron otras cuatro veces en el tiempo que tardamos en recorrer todo el camino. Esto en general sería algo extraño, pues en realidad en esta parte del mundo los ataques de bestias salvajes eran raros, pero en esta ocasión lo que debería parecer raro era el que no nos hubieran atacado más.

La culpa de todo la tenía una niña muy optimista que caminaba feliz a mi lado. Fueron sus tarareos continuos los que atrajeron a los monstruos, ya que eran como una invitación a cenar para ellos.

Y no es que sea mala en magia, todo lo contrario, sería muy buena si usara sus habilidades naturales, pero tiene una obsesión casi irracional de intentar usar magia de fuego, lo que siempre termina en desastre. Cuando le pregunté por eso, ella simplemente me dijo "es que es bonita", mientras intentaba no verme a los ojos.

Concuerdo con que es bonita, pero si no puedes, no puedes. Por desgracia, así es como funciona el mundo. Yo me rendí hace ya mucho tiempo...

Para ayudarla un poco y evitar que algo le pasara mientras no la veía, le di una daga grande y algo antigua que tenía en la bolsa. Con ella, durante los, muy breves, descansos, le había estado dando lecciones para insertar flujo mágico en la hoja. Las primeras cuatro veces no pasó nada, pero al quinto intento al fin logro que la daga brillara y dejara salir un ligero vapor azulado. Aún le falta mucho para poder usarla en batalla, pero aprende rápido, tanto que me da algo de envidia, así que no le tomará demasiado.

La razón por la que no me había cambiado, pese a apenas soportar el olor a sangre pegado en mi ropa, era debido a que Sarah no se quiso separar de mí en ningún momento. Según ella, era debido al miedo que sentía al imaginarse siendo atacada si se encontraba sola y yo no pienso cambiarme de ropa frente a ella, puede que mi cuerpo sea el de un niño, pero aun así es vergonzoso.

Tuve que conformarme con lavarme con algo de agua que ella creaba o la de los arroyos que encontrábamos de vez en cuando. Además de todo, no nos habíamos detenido a descansar casi nada y apenas dormimos, pues llegar lo más rápido posible era nuestra meta.

Ya era media tarde del segundo día cuando al fin logramos ver la ciudad de Friender, una urbe simple de tamaño mediano rodeada de una muralla no muy alta. Esa muralla, muy delgada en comparación con las de otras ciudades, servía más que nada para evitar que los monstruos entraran, pues estaba tan alejada de las fronteras y la capital que realmente nunca había sido un objetivo en caso de una guerra entre razas, debido a eso era considerada una de las ciudades más tranquilas del continente humano. Es más, durante la gran guerra demoniaca de hace unos años, Friender ni siquiera participo. Suertudos los que pueden vivir por aquí.

A la ciudad se podía acceder por dos entradas diferentes, casi todas las ciudades de este reino tienen ese sistema. Una para carruajes, carretas y personas en monturas y la otra para la gente que venía a pie, así es más fácil evitar el tráfico y los tumultos.

En ambas puertas había largas filas, ya que a pesar de ser una ciudad pequeña, no mayor a un pueblo norteamericano, seguía siendo una ciudad. Aquí se conseguían una gran cantidad de cosas que se necesitaban en los pueblos, como herramientas, libros, armas, entre otras cosas. La mayoría de los comerciantes cambiaban sembrados por estos artículos y los llevaban a los lugares apartados, donde los revendían a un precio más alto.

—¡Hill! ¡Mira, ya casi llegamos! —exclamo Sarah al ver al fin las puertas.

Ella tiro de mi mano para apresurarme, es increíble la energía que tiene esta niña. Yo casi caigo del cansancio y eso que se supone mi cuerpo es de su misma edad.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Where stories live. Discover now