Intermedio 2

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Estaba anocheciendo cuando el hombre entró al edificio, mirando a su alrededor, buscando. Pero al parecer no dio con la persona por quien estaba ahí, pues dio un largo suspiro y con paso lento se dirigió hacia una de las recepcionistas del gremio, una mujer con una expresión amarga, quien se asustó un poco por aquel hombre, pues era enorme y musculoso. Su rostro, curtido y lleno de cicatrices, hablaba de muchas batallas y sus ojos eran fríos como la piel de un Garthia, el demonio de hielo que azotaba el norte.

-Busco a alguien -dijo y entrego a la recepcionista un dibujo hecho por el mismo. Era muy exacto, pues, pese a su apariencia, era un gran artista.

La recepcionista reconoció inmediatamente a la joven retratada, no hace mucho la había visto y olvidarla era difícil porque hace poco le dio un gran dolor de cabeza con su discusión. Para que la buscaba aquel hombre era un misterio, pero esa chica era miembro del gremio y ella debía proteger su información.

-No, lo siento, no la he visto.

-Gracias de todas formas -el hombre volvió a suspirar. Aunque sabia que lo más probable es que la recepcionista le mintiera, no podía hacerle nada. No con tantos testigos.

Las miradas siguieron al hombre mientras salía del gremio, algunos mostraron alivio cuando se fue, otros curiosidad de a quién buscaba y en algunos había claros signos de avaricia.

Ya había anochecido y el hombre se encontraba en una taberna en el centro de la ciudad, bebiendo alcohol en un tarro enorme. Cuando ya llevaba unas horas ahí un sujeto sucio entró y se sentó frente a él, su nombre era Hilbert y hacia casi de lo que fuera por dinero. Hilbert esperó hasta que el hombre terminara de beber para comenzar a hablar.

-Se hacia dónde fue -dijo casi en un susurro.

-¿Enserio? -el hombre lo miro con aquellos ojos fríos, haciéndolo tragar saliva, pero aun así Hilbert continuo, pues sentía que podía sacarle mucho dinero a aquel sujeto.

-Sí. Al norte, partió hace seis días, muy temprano. Lo sé porque vi cómo se iba.

-¿Es cierto lo que dices? -el hombre clavo su mirada en Hilbert. Era aterradora, hizo pensar a Hilbert que en realidad no fue buena idea abordarlo.

-Si, por supuesto, no mentiría. Además puedo informarte que ella participo en el torneo de hace unos días, el premio fue oro, pero no gano.

-Gracias, es buena información -el hombre se quedó en silencio unos momentos y luego tomo su capa de viaje y se dispuso a salir de la taberna.

-Disculpa...

-¿Si?

-La.... no, no es nada -las palabras "la paga por la información" murieron en los labios de Hilbert cuando el hombre lo miro directamente a sus ojos. Toda su fuerza de voluntad estaba ahora en no hacerse encima por el miedo.

-El hombre salió de la taberna mientras las miradas temerosas lo seguían. El tabernero no se armó de valor para pedirle que le pagara lo que había bebido, estaba demasiado asustado. Era algo común a cualquier lugar a donde iba, pero el hombre no se daba cuenta.

Ya no le quedaba que hacer en esta ciudad. Las palabras de aquel hombre eran honestas, lo sabía, así que ella ya se había marchado de ahí. Debía seguirla hacia el norte. Al poco tiempo de dejar atrás las puertas de la ciudad el hombre envió una carta para informar que no la había encontrado y que la buscaría en el norte. El hombre dejo atrás la ciudad el mismo día que llego.

*

-¡Aléjate! -la mujer le disparo magia al monstruo que la perseguía, pero no tuvo ningún efecto, era demasiado débil. Ella ya estaba en los límites de su fuerza y pronto sucumbiría. Si no hubiera sido tan ingenua para escapar del castillo ese día a sugerencia de aquel sujeto, ahora estaría cómoda y feliz. Pero ella quería ver el mundo, ya estaba harta de estar encerrada todo el día en aquella fortaleza impenetrable que flotaba en el cielo, en ese lugar se sentía más como una prisionera que como una princesa.

Mientras huía no se fijo en el hombre que apareció frente a ella hasta que fue demasiado tarde y choco contra él. Él hombre daba miedo, más que el monstruo, pero era su única salvación.

-Ayuda -susurro.

El hombre no dijo nada, pero saco una daga de debajo de su capa y la arrojo contra el monstruo, partiéndolo a la mitad con suma facilidad.

-¿Estas bien? -le dijo el hombre- ¿Qué haces sola en el bosque tan tarde?

La mujer se sorprendió ante las sinceras palabras de preocupación del hombre, que hacían contraste con su apariencia.

-¡Muchas gracias por ayudarme! -la mujer dio una reverencia para expresar su gratitud-. Un gusto conocerlo, señor. Mi nombre es Farenis. Lo lamento mucho, pero las razones que me traen a este lugar son secretas. Pero -a Farenis se le había ocurrido una idea, solo esperaba que no fuera tan mala como parecía-, me gustaría que me acompañase a la siguiente ciudad, como favor a esta humilde dama.

-No tengo nada que perder, pues me dirijo hacia el norte en busca de alguien y me sentiría terrible si una dejo a una dama en medio de este peligroso bosque -el hombre miro al monstruo, un lobo negro de tamaño pequeño-. No es mucha carne pero servirá. Por esta noche quedémonos aquí, mañana seguiremos nuestro camino. Una buena carne con cerveza te sentara bien para curar el susto.

Por la expresión de la mujer, la idea de carne de monstruo y cerveza no le hacían mucha gracia, pero no le quedaba otra opción. Su comida y bienes se habían perdido en su huida de aquel lobo.

-Buen hombre, aun no me ha dado su nombre y si no es mucha descortesía, gustaría de preguntarle a quien busca -le dijo Farenis mientras se sentaba en un tronco caído y el hombre encendía una fogata con restos de madera que estaban regados cerca.

-Siento mi falta de cortesía, mi nombre es Xi, y estoy buscando a mi hermana, Suzzana. Ella salió hace mucho tiempo de casa con su amigo Fili a comprar suministros en la ciudad de Mirie, pero al parecer se lo gastaron todo en apuestas inútiles y para no ser castigados se convirtieron en mercenarios y huyeron -Xi había descubierto esto con la poca información que había reunido. Pese a su apariencia, era muy listo

-¿Cuál podría ser el castigo? ¿Tan grave es qué hizo que su hermana no quisiera regresar a casa?

Para sorpresa de Farenis, Xi comenzó a reír.

-El castigo es de dos días sin comida y créame, para ellos eso es el infierno.

Xi paso casi toda la noche contándole anécdotas de su hermana a Farenis, mientras esta reía por las ocurrencias de la chica.



Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Место, где живут истории. Откройте их для себя