Pensamientos nocturnos.

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—¡Mira hacia ahí! ¿Qué es eso? —me pregunto Sarah.

Nos estabamos adentrando en la calle principal, repleta de gente malhumorada y comercios donde se vendían diversos artículos. Había tiendas de armas y armaduras, una tienda de alquimia, una librería, así como una tienda de mascotas y juguetes.

Varios restaurantes al aire libre adornaban el ambiente y llenaban los alrededores con el delicioso aroma del café y los distintos tipos de té que se vendían en esta región del mundo, aquel grandioso olor atrajo mi atención de inmediato.

No me entere hasta cerca de los diez, pero en ente mundo existía café. Al menos tenia algo de suerte, sin embargo es horriblemente caro, aunque siento que puedo permitirme un capricho nada mas...

Oh, diablos, no, debo ahorrar dinero.

El negocio por el que me preguntaba Sarah era uno que destacaba. Varias personas con collares en sus cuellos y vestidos de una forma elegante se exhibían enfrente de un gran edificio. Ese era un comercio de esclavos, aunque quienes se encontraban fuera exhibiéndose eran sólo eso, exhibiciones, los verdaderos esclavos estaban dentro y si de casualidad alguien quisiera comprar uno de los de afuera, debería desembolsar cantidades exageradas de dinero, nada productivo.

Mi padre fue el primero en hablarme de ese tipo de negocios, pero en la escuela también nos comentaron algo sobre el tema. Había varias formas de llegar a convertirse en esclavos. Estaban aquellos que pedían préstamos, pero eran incapaces de pagarlos, ellos se convertían en esclavos según un contrato, esto solo aplicaba a aquel que pedía el dinero y hacia el contrato, ninguna otra persona podía pagar por él. Otros eran aquellos que cometían crímenes que no necesitaban ejecución o no eran demasiado graves, el tiempo que servirían como esclavos estaba estipulado con su condena. Y los últimos eran los que se vendían a sí mismos, generalmente mujeres jóvenes, para ayudar a sus familias, la mayoría de las veces como trabajadoras o criadas, muy pocas se llegaban a vender como esclavas sexuales.

Eso sí, estaban obligados a guardar los secretos de sus amos y hacer los trabajos sucios sin quejarse, pues en su contrato estaba hacer todo lo que su amo le dijera, mientras no atentara contra su vida o la de su maestro.

Al menos así era en este país, pues en algunos otros lugares eran tratados peor que animales, niños de este reino eran secuestrados para ser vendidos en lugares lejanos, donde las leyes eran invalidas para los esclavos.

—Es un comercio de esclavos —le respondí a Sarah, mientras intentaba no tropezar con nadie.

—¿En serio? ¿Ese es uno de los que nos habló la maestra?

—Sí, y no te separes, es la primera vez que estas en una ciudad ¿no? Ten cuidado, puedes llegar a perderte y no quiero que nada te pase.

Me sentiría pésimo si algo le llegara a ocurrir mientras estuviera conmigo, bueno incluso si no, porque era la única conocida que tenia que no era desagradable en absoluto, aunque sentía como si estuviera paseandome con una hermana pequeña.

Camine distraído un pequeño tramo antes de darme cuenta que Sarah no me estaba siguiendo, cuando me percate mire a mi alrededor, algo asustado, hasta que la ubique frente a una tienda de armas, observando fascinada dos dagas hechas de un material negro, que jamás había visto antes.

Eran muy bonitas, pero su precio era altísimo, casi cuarenta oros, mucho más de lo que llevaba. Bueno, puede que no fuera tan caro realmente, hasta ahora no me había visto obligado a comprar casi nada y las únicas referencias estaban en el diario de George, así que podría estar equivocado, después de todo el valor de las monedas puede haber disminuido desde que él lo escribió.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Där berättelser lever. Upptäck nu