La semana más larga: La Academia de Caballeros

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Aria

-¿Ninguno dijo a donde iba? -pregunte. Hill, Sarah y Yunei no habían aparecido desde ayer en la mañana y Sarel y Tyna salieron muy temprano, elegantemente vestidos y sin decir a donde se dirigían.

Viajábamos en el carruaje con un chofer alquilado, ya que se vería raro que un participante llegara conduciendo a la sede del torneo. Este se llevaría a cabo en la academia de caballeros, a una hora de camino de la capital. Quería ver como era, había escuchado a Sarel y Hill hablar mucho de ella, lo único malo es que ninguno de los dos estaba con nosotros para conocerla. Además estaba preocupada, Hill tenia una habilidad única para meterse en problemas, desde que nos conocimos casi muere dos veces. Y ambas enfrente de mis ojos. Tal vez en esta ocasión ni siquiera me enterará de que algo malo le había pasado, la ultima vez apenas llegue a tiempo. Estuve tan ansiosa que no pude dormir en toda la noche. Me podría haber avisado a donde iba, cuando regrese lo golpeare. O no. Solo regresa a salvo, por favor.

-No, pero no tienes porque preocuparte -me contestó Frey, quien leía las reglas del torneo, escrito en un papiro amarillento. No eres bueno tranquilizando ¿sabes?-. Hay misiones que duran unas horas y hay otras que pueden durar días, incluso semanas, ¿que nunca han hecho alguna?

-Ahora que lo mencionas, no, nunca -recuerdo que una vez estuvo ausente todo el día en Astorie, pero entonces estaba haciendo compras, no trabajando.

-Que extraño, en su estancia en Friender trabajo tanto que apenas se le veía. Si no ha trabajado debe estar falto de dinero, así que seguramente tomara alguna tarea que le de mucho oro. Esas suelen tomar muchísimo tiempo. Pero ahora lo importante -Frey me paso el papiro con las reglas-. La primera fase es una eliminatoria, una batalla en toda regla, los últimos cuatro en pie pasan a la final, si te rindes o caes desmayado, pierdes.

-¿No es muy peligroso? -Clarisse tenia el rostro pálido, sabia que estaba mas asustada por el daño que pudiera causar que el que le causaran a ella.

-No, estará siendo supervisado por cuatro jueces con espejos de visión y han contratado a uno de los dieciséis para parar la pelea en caso necesario -le conteste, yo también estaba algo asustada, aunque, vamos, hace poco perdí las piernas mientras sentía como me hacían trizas poco a poco. Peor que eso no puede ser. Además si llegara a pasar algo se que Hill y Tyna lo solucionarían, ambos son muy inteligentes-. Pero ¿no deberían estar todos los dieciséis en el torneo de Virelia?

-Aun falta un mes para que empiece, los únicos que tienen la obligación estar allá antes de que dé comienzo son los participantes comunes -contesto Frey-. Además este tipo ya renunció a su titulo, aún así, haberlo tenido ya es suficiente para pararle los pies a cualquiera que quiera hacer tonterías.

-¿Podría saber de quien se trata? -pregunto Clarisse, como respuesta le pase el papiro- ¿El décimo?

-Eso parece, pero no dice su nombre y yo personalmente no los conozco a todos -contesto Frey, con seriedad, inmediatamente después su expresión cambio a una de emoción cuando miro por la ventana- ¡Hemos llegado!

Enfrente de nosotros se hallaba la entrada a la academia, una enorme puerta doble de hierro forjado, tan grande que se necesitaban doce hombres fornidos en cada lado para abrirla, rodeada de una muralla de aspecto imponente hecha de obsidiana negra, que se extendía por kilómetros a cada lado. Emanaba un aura de nobleza y fuerza increíble.

Pero cuando entramos al interior quede aun más sorprendida, contrastaba enormemente con la apariencia exterior de la academia. El edificio principal era un palacio de color blanco con cristales mágicos flotando a su alrededor. La calle por la que andábamos estaba empedrada con rocas de colores vivos y tenia jardines con pastizales y flores a ambos lados, con arboles frutales cada cierto intervalo. Parecía mas la escuela para damas de la alta sociedad que una academia donde se iba a aprender el arte de las armas.

-Señor Frey ¿Usted sabe el uso de esos cristales? -pregunto Clarisse, yo tenia la misma duda, nunca había visto cosas como aquellas.

-¿Eso? Son piedras mágicas protectoras, la muralla y puertas de fuera solo son para impresionar, lo que de verdad mantiene seguro este lugar son esas piedras, que actúan como barrera y alarma. Se supone son infranqueables.

-¿Pero no entro alguien hace poco y mato a varias personas? -al menos eso me dijo Hill.

-Si, también escuche sobre eso, pero no tengo idea de como lo harían.

El carruaje no se detuvo en la entrada, sino que siguió por un camino que rodeaba el palacio. Los concursantes se reunirían en un área especial, ubicada en los patios traseros. Mientras el carruaje avanzaba no podía dejar de impresionarme con lo que veía. Aquí y allá había campos de entrenamiento con muñecos de practica, blancos para arcos, así como una especie de pista con obstáculos. Lastima que no hubiera ni un solo alumno, era triste ver esas cosas vacías. Si la llegaban a abrir de nuevo intentaría estudiar aquí junto con Hill.

Al fin llegamos al lugar donde se llevaría a cabo el torneo, una enorme plaza rodeada de una arco con asientos de piedra para los espectadores y cuatro torres en diferentes puntos, lugar donde los jueces observarían, todo cubierto por un domo flotante de color blanco. El palacio estaba unido a esa plaza mediante un pasillo con pilares tallados y con techo de piedra, donde ya desfilaban algunos espectadores.

-¿Sabes como se llama? -le pregunte a Frey, señalando la plaza.

-Es el anfiteatro de los gladiadores, pequeña -me respondió él con una sonrisa -. Pero es minúsculo comparado al de Virelia.

El carruaje nos dejo frente a una carpa, atrás del anfiteatro. La primera en bajar fue Clarisse, llevaba el cabello muy corto, con solo una pequeña trenza al lado. Se había puesto una sencilla armadura de cuero para el pecho y las rodillas. Lo importante para ella era la velocidad de reacción. Lucia hermosa, muchas veces me e llegado a sentir inferior ante ella, pero me alegra que sea mi amiga. Frey fue el segundo, el llevaba una armadura sencilla de color blanco, así como un casco que cubría su rostro risueño y su barba de varios días. Soy un guerrero, decía con su aspecto.

Yo fui la ultima. Sostuve la espada negra con fuerza. También habían cortado mi cabello, pero solo hasta el hombro. No llevaba ninguna armadura, el peso solo me frenaría. Lo importante para mi era la agilidad, algo que aprendí entrenando con Hill y Tyna. No me había hecho muy feliz que Frey me inscribiera en contra de mi voluntad, aunque claro, yo le insistí a Clarisse, así que no tenia el derecho de quejarme, además esta era una oportunidad de probarme a mi misma hasta donde he llegado y si seré capaz de defender mi libertad de aquellos que quieran volver a robarmela o a aquellos que aprecio.

La imagen de Hill cayendo casi muerto en medio en la fiesta de Sarte y la del cazador destruyéndolo poco a poco asaltaron mi mente. No iba a permitir que volviera a pasar, no de nuevo, me lo había prometido a mi misma.

Los tres avanzamos hacia la carpa. Ahí ya estaban los demás guerreros. Faltaba muy poco para que comenzara.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Where stories live. Discover now