Historias alrededor de una fogata.

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El carruaje se movía mucho, saltando casi siempre debido a que el camino estaba repleto de piedras y hoyos. Eso lo sentíamos más Clarisse y yo, que íbamos fuera, en los asientos destinados al conductor y el copiloto.

Para alguien como yo, que disfrutaba leer mientras viajaba, saltar tanto era algo sumamente tedioso. Solo de abrir el libro me mareaba, ya que claramente veía como las letras se movían, aparte de que sólo entendía la mitad porque no había traducido esa parte. No alcanzaba a comprender como Aria y Tyna podían dormir tan tranquilas ante semejante ajetreo, acurrucadas una junto a la otra sobre uno de los asientos traseros.

Lo único que me quedaba era admirar el paisaje, lo cual tampoco era algo malo. Los campos de hierba se extendían por varios kilómetros, hasta perderse en las montañas de un lado y en el bosque del otro. De vez en cuando algún monstruo se asomaba entre la hierba, pero pocas veces los alcance a ver bien, aunque me pareció que eran como pequeños monos, del tamaño de ardillas, sólo que con el pelaje morado y ojos esmeralda. Aunque no solo monstruos habíamos encontrado en el camino, durante los cuatro días que llevábamos viajando también nos habíamos topado con algunos comerciantes y juglares. Muchos se sorprendían al ver a viajeros tan jóvenes como nosotros, pero no nos increpaban cuando sentían la temible aura de Tyna y veían el porte noble de Sarel. El hecho de que Clarisse, alguien obviamente mayor de edad, fuera la que condujera, ayudaba mucho.

Durante uno de aquellos encuentros, alcancé a ver un loutt, una especie de cabra con astas, ojos de pescado, patas de pollo y bastante regordeta. Sin pelo. Media alrededor de tres metros de hocicó a cola, idéntica a la de un lobo, e iba tirando de una carreta llena de unos frutos verdes comestibles únicamente cuando eran hervidos. Sabía bien que de aquellas cosas sacaban la leche de este mundo, por eso le tenía un poco de asco.

Mientras me encontraba sumergido en mis pensamientos, el cielo se oscureció de pronto y un trueno rugió en la lejanía. Eso era malo porque si comenzaba a llover Clarisse y yo teníamos que meternos dentro del carruaje, pues la parte del conductor no tenía techo y entonces estaríamos apretados, ya que el carruaje era pensado para tres personas. Tal vez debería sacar a Tyna, después de todo ella puede controlar el agua.

-Ni se te ocurra, si alguien se va, serás tú. -La voz de mi hermana, quien se supone todavía estaba dormida, se escuchó desde dentro del carruaje.

Por favor, no leas mis pensamientos, que ahí hay cosas algo desagradables para mentes tiernas.

Bueno, bien podríamos apretujarnos, digo, somos básicamente niños, así que no debería haber problemas. Creo.

-¡Esta listo! -gritó de pronto un eufórico Sarel desde el carruaje. Desde hace unos días estuvo creando un laúd, tampoco sé cómo podía hacer algo tan delicado con los saltos tan bruscos que dábamos cada pocos segundos. Ellos son un misterio para mí.

Su grito despertó a las chicas, que lo miraron enojadas. Bueno, me ahorro el tener que hacerlo yo, pues es hora de descansar. Desde hace unas horas que quiero pararme, ya no aguanto el dolor.

Nos acercamos a la orilla. No faltaba mucho para anocheciera, así que debíamos prepararnos, ya que no podíamos conducir de noche. Clarisse cepillaba y daba de comer a los... caballos, mientras que Sarel probaba su nuevo instrumento. Debo decir que era bueno, aunque no tanto como los músicos que tocaban en las fiestas de Sarte; Tyna practicaba su magia, algo alejada del carruaje. Cerca de ella se podía ver a Aria, practicando con la espada cubierta de fuego. La paladín carmesí, así la llamaría yo si tuviese que darle un título. Por mi parte estaba prendiendo una fogata para cocinar. No era muy bueno, pero como toda mi vida anterior había estado solo aprendí a cocinar al menos lo más básico, como echarle agua a la sopa instantánea o hacer huevos duros que siempre salían a medio cocer. En pocas palabras, lo único bueno que se puede decir de mi cocina era que la carne aún era comestible. Apenas.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Where stories live. Discover now