Arco 2: El continente mágico.

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El sitio donde desembarcamos era la ciudad portuaria de Fientis, en el país de Ibano, ubicado en la parte central del continente y habitado mayormente por razas bestia. Era un lugar soleado y cálido debido al clima tropical que tenía, muy parecido al de la región de América del sur de mi antiguo mundo. Se llama ciudad, pero es más bien un pueblo grande, los edificios apenas llegaban a las dos plantas y las calles eran de tierra, sin ningún tipo de empedrado, según leí en uno de los libros que compro Tyna en Mirie, esto es debido a que, gracias a la enorme cantidad de energía mágica que la nutre, la maleza crece continuamente en este lugar, destrozando cualquier tipo de cubierta que tenga el suelo, por lo que más fácil solo dejarlo así y cortar la hierba en cuanto comience a germinar.

Casi todo el continente posee esta característica, a excepción del reino de las hadas, al este, y el país de los Nathar, los hombres de hielo, al norte. Hay una historia que habla sobre una ciudad con un castillo flotante, parecido a Mirie. Al parecer querían construir una ciudad como las que se encuentran en el continente humano, pero fueron abrumados por el poder de la naturaleza. Ahora ese lugar se encuentra en ruinas, cubierto de hierba en algún lugar del país vecino a éste, Cladocien, con la fortaleza que lo coronaba destruida, pero aun sobrevolando aquel lugar de sueños incumplidos. Esta historia se trata como leyenda, pero en verdad me gustaría que fuera real, seria increíble visitarla.

Mientras revisó la ciudad con la mirada me doy cuenta que hay, colocadas en desorden, cabañas circulares típicas de los lugares vacacionales tropicales como Hawai, aunque con algunas diferencias. No tenían ventanas ni puertas, solo agujeros donde estas debían estar, sus techos estaban hechos de una especie de paja grisácea y las paredes eran de un color café claro.

Un momento... No, esas no son cabañas, porque las cabañas no se mueven ni gruñen. Eso es una criatura viva, semideforme y regordeta. Una de esas bestias se levantó en sus cuatro robustas y muy cortas patas para dirigirse con paso lento hacia un montón de hierbas recién cortadas, apiladas cerca de ella, su cabeza era aplanada y no tenía cuello, lo qué la hacía parecer una pared ovalada con una grieta a modo de boca con la que se las empezó a comer. Lo que creí que era un techo de paja era en realidad su lomo, que era prácticamente todo su cuerpo, cubierto de un grueso pelo que caía en hebras, aquellos que lucían como los agujeros de la puerta y las ventanas, eran tres manchas que marcaban su piel. Jamás en mis dos vidas vi criaturas semejantes.

Más de esas criaturas comenzaron a caminar hacia los montones de hierba que personas de la raza bestia con apariencia de reptil dejaban cerca de ellos.

-Esto, disculpe ¿sabe que es eso? -le pregunté a uno de los trabajadores del barco, quien se encontraba bajando mercancía en cajas de madera.

-¿Esas cosas? ¿Acaso es la primera vez que vienes a Demery?

-Si...

-Son Burios, no te preocupes por ellos, son tan dóciles como un caballo, se encuentran por todas partes donde haya algún tipo de rastro de personas porque se comen la basura que la gente genera, la mayor parte de las veces la maleza que se corta casi a diario. No les des importancia -me respondió, encogiéndose de hombros, luego regreso a trabajar.

Así que básicamente son basureros andantes. Nunca había leído sobre ellos, tal vez porque se consideraban intrascendentes, al igual que no se mencionaban en los libros sobre el continente humano a, por ejemplo, los caballos.

-Que criaturas tan extrañas -comento Aria, mirando al burio.

-Sí, si, son raras, pero apresúrense, hay que buscar un lugar para pasar esta noche y mañana salir rumbo a Sa'lore -nos interrumpió Tyna.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Where stories live. Discover now