Agrio.

10.9K 1.1K 236
                                    

Naruto acababa de pasar por él peor desprecio que Sakura le hubiese hecho hasta él momento. Y eso era mucho decir.

Había planeado sorprenderla gratamente con unas flores, escogidas con especial cuidado, que habían sido pisoteadas, como su orgullo, por todo el suelo de la plaza.
Sakura era algo así como una amiga de la infancia que al crecer se volvió su crush, ella al principio era buena y muy dulce pero cuando comenzó a llamar la atención de los demás chicos en secundaria, se hizo una maldita egocéntrica con tres neuronas en funcionamiento, aún si esto no lograra desanimarlo, Naruto siguió insistiendo hasta ese fatídico día.

En realidad, Sakura era una estricta excepción a sus fijaciones homosexuales de las cuales ya estaba mas o menos convencido. Se aferraba a ella por terquedad pero cayó en la cuenta de que ahora visto desde una perspectiva mas cruel, solo estaba en negación; por eso no lloró tanto. Se quiso convencer de que quizá eso era lo mejor, y por amor a dios, por supuesto que lo era.
Desde lo sucedido ya habían pasado unas tres semanas y parecía haberlo superado bastante bien, la gente seguía burlándose pero eso lo traía sin cuidado alguno. Ahora mismo iba a casa de Sai quien resultaba ser un muy buen amigo, pasaba por él para ir al instituto al cual ya estaban llegando algo tarde.

—Idiota, son las siete ¿Por qué tardaste tanto?.

Naruto solo atinó a sonreír. Sai bufó como de costumbre, demasiado acostumbrado a él como para intentar enfadarse.

—Me dormí—dió una risa nerviosa, Sai notó como esa risa fue muriendo con lentitud—Ayer no pude dormir.

—¿Otra vez esas pesadillas?.

Comenzaron a caminar, hubo un silencio extraño entre ellos.

—Sí...Cada vez son mas extrañas—correspondió algo turbado y él azabache frunció los labios.

—¿No crees que tenga algo que ver con tu subconsciente? Digo, estas mierdas comenzaron cuando la desgr...digo, Haruno, te rechazó.

—No lo creo, soy estúpido pero no tanto. No creo que me haya afectado de esa manera—chisteó desconcertado—¿Y cómo explicas los moretones?

—Tal vez te golpeaste contra él marco de la cama mientras dormías, aunque si los ves desde mas cerca parecieran chupetones —dice acercándose a las frágiles clavículas del muchachito rubio quien tarareó incrédulo.

—Oh por amor al ramen, ¿De verdad lo crees siquiera una posibilidad? Son moretones dattebayo— siseo.

—Solo decía, son...raros—concluyó mirando él perfil relajado de su amigo. Se regañó internamente por proponer la estúpida idea.—Debe haber un bicho en tu cama.

—Uno malditamente gigante entonces.

–Limpia tu cuarto, cerdo—murmuró divertido. Ambos sonrieron.

Siguieron caminando, ya mas cerca de la entrada del bendito instituto. Naruto pareció acordarse de algo.

—Oye Sai.

—¿Qué?

—¿Conocemos a alguien que se llame Susaku?¿Susaku?—dudó— No..erhm ¡Sasuke!

—¿Sasuke? No, al menos yo no ¿donde lo oíste? Es un nombre extraño.

—Creo que fue en un sueño, una pesadilla.—murmuró sintiendo un mordiente sabor agrio instalarse en su lengua; incertidumbre.

—Tienes...tienes un subconsciente muy raro—comentó Sai quien le restó importancia a todo el asunto. Solo porque no quería ver a un Naruto tan sombrío.

Naruto no pudo estar más de acuerdo con él simple comentario de su amigo.
Vaya mierda creaba su cerebro por las noches. Estas pesadillas eran recurrentes y muy intensas. Eran muchas manos, oscuras y frías que tocaban su cuerpo con una ansiedad peligrosa, como si quisieran destrozar su piel, sentía fuego en su vientre, tan intenso que muchas veces se había despertado llorando, sudando e inmerso en él terror mas absoluto. Esas manos lo tocaban, se metían dentro de él, desgarraban y aruñaban y siempre había una voz. Muy queda, pero escalofriante mente grotesca que le hablaba al oído y decía cosas demasiado rápido para entenderlas, solo una vez pudo formar una palabra coherente y fue ese nombre del que le había hablado a Sai. Después de eso, sintió como sus propios ojos se iban hacía atras y su cuerpo se ponía rígido; despertó mas asustado de lo que podía controlar ya que sufrió de la parálisis del sueño durante un buen rato, lleno de impotencia y terror hasta que volvió a cerrar los ojos y despertar en ese mismo instante.

De lejos alguien, no, algo, lo miraba tan fijamente que llegaba a un punto obsesivo.
Pero bueno, finalmente nada es demasiado malo o extraño para él.

Sex's ApettiteWhere stories live. Discover now