Amargo.

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Ya era un mes completo.
Un mes de limitarse a darle pequeñas probaditas al delicioso muchachito de cabellos dorados y jadeos ahogados.
Y la primera etapa estaba hecha.

Alimentarse de alguien siendo un súcubo o incubo no se refería solo a tener sexo y ya. Podía ser un proceso largo y extenuante tanto para el depredador como para la presa.

La primera etapa era atormentar y debilitar a la presa en cuestión, hastiandola hasta la saciedad, sacarla de quicio y dejarla indefensa y blanda. Comiéndose su energía en él día para que en la noche estén muertos del cansancio y entre sueños atormentarlos con pesadillas, obligándolos a alcanzar extenuantes orgasmos que destruirán su cuerpo al cabo de varios dias sin descanso considerable. Después iba la parte mas divertida, tener sexo con ellos era como darle pequeñas mordidas aunque dependía puesto que ellos podían decidir si acabar rápido con su sufrimiento o no, finalmente la tercera etapa era la muerte.

Sasuke llevaba un mes hastíando a Naruto, harto de toquetearlo en sueños, de verlo a la distancia, de verlo correrse en medio de la noche jadeando su nombre.
Y no lo soportaría mas tiempo, estaba hambriento, sediento de él. Pero él rubio parecía poseer una determinación y fuerza interior de acero. Apreciable.

El demonio de cabellera negra recordaba él día que lo encontró.
Desafortunado evento presenció, de una horrible chica de pelo horrorosamente chillón que despreciaba a su hermosa presa potencial.
Observo todo en silencio y con una sonrisa helada curvándose en sus labios. Notó la oportunidad de contaminar a su presa en el momento que se cortó insignificantemente con la espina de una rosa que ella, la odiosa chica, tiró al suelo y que él intento recojer.

Desde ese día estaba presente en sus sueños, saboreando su estamina, viendo ese precioso cuerpo caer rendido en la noche. Le encantaba verlo soltar un grito mudo cada vez que alcanzaba el tortuoso éxtasis.

"Es mío, solo mío"

Cada vez se pegaba mas a él, sin que lo viera. Cada vez lo deseaba mas.

Quizás hoy podría comenzar a comer apropiadamente y lo haría poco a poco, disfrutando del sabor tanto como fuese posible. Matándolo lento, suave y delicioso.







Para Naruto todo era confuso y aterrador.

Lo que al principio solo eran pesadillas—horribles, por supuesto—pronto evolucionaron a un nuevo nivel inexplorado del que pedía fervientemente salir.

Antes el terror era tan puro que lo dejaba paralizado contra sus sábanas, jadeando de terror y susto en cada nervio de su cuerpo.
Pronto las manos y dientes que lo desgarraban y le arrancaban la piel a jirones comenzaron a chuparlo, a lamerlo y morderlo. Ahora el miedo se mezclaba con un placer confuso, demandante.

La vergüenza lo atacaba cada mañana al descubrir sus sábanas sucias de sudor y semen, mucho de ambos.

La primera noche en que estos sueños cambiaron, se sintió aliviado. Aliviado de no sentir el terror de las pesadillas pero no sintiéndose mejor por haber despertado en medio de jadeos, con su miembro caliente entre sus piernas y sus manos en él, ansiosas.
Había noches en que podía liberarse y eyacular y otras en las que era imposible. Ambas eran una tortura a diferentes niveles.

Había noches en que no podía despertar.

Sex's ApettiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora