Gastado.

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-...Ya sabes, si te duele, si sientes un mareo u algo me llamas inmediatamente. Si tienes ha-

-Mamá.

Naruto le dedicó una mirada irónica acompañada de una tierna sonrisita.

-Ya lo sé pero no puedo evitarlo. Tengo miedo de que todo esto...

La volvió a interrumpir.

-Mamá, en serio. Voy a estar bien, solo iremos a casa de Sai. No voy a ir de excursión al triángulo de las bermudas o algo así. Solo Sai.-dijo dándole un apretado abrazo y un beso falsero en la mejilla.

-Ay mi niño-lo apretó contra su pecho y suspiró hondamente lara poder soltarlo finalmente.

Naruto salió rumbo a la casa de Sai con una velocidad sorprendente porque sabía que si iba despacio su madre podría alcanzarlo y persuadirlo de no salir por los siguientes tres siglos.

Él no estaba tan seguro y también tenía miedo de que...todo volviera a repetirse pero aun con eso no podía permitirse vivir con miedo.

La casa de Sai no estaba lejos, a dos minutos caminando y corriendo quedaba aún mas cerca por lo que pronto vió la fachada oscura de la casa de su amigo y a su amigo en la entrada con el gesto temerariamente parecido al de su madre.

-¡Idiota! ¡No corras!-le reprendió paniqueado-Te puedes marear y puedes caerte.

-¿Tu también? Oh vamos, Sai. Estoy bien, dattebayo. Lo prometo-sonrió mientras giraba los ojos-¿Hina-chan ya está aquí?

-No, creo que no va a venir. Tiene cursos ahora.

-Hmm

Naruto tarareo cuando entró a la casa de su amigo, distraído como siempre. Con los ojos revoleando por donde sea.

-¡Naruto! Que bueno ver que ya estes mucho mejor ¿cómo te has sentido?-saludó alegre la mamá de Sai. Una señora muy afable.

-Buenas, señora. Me he sentido muy bien, muchas gracias.

Le sonrio radiante y la mujer le reflectó al instante.

-Me alegro, adelante. Haré algo para que puedan comer.

Sai lo guió por entre los pasillos de su casa hasta su habitación que estaba igual de limpia y arreglada que toda la casa. El rubio se tiró sin miramientos a la cama bien tendida del moreno quien solo bufó y lo dejó ser.

-Bien, ¿Que me tienes preparado, querido amigo?

Sai enarcó una ceja y se dejó caer en un puf con su libreta y el lapiz de siempre en su regazo. Cabe mencionar que el moreno tenía talento dibujando. Naruto lo sabía y se encargaba de decírselo cada vez que tenía la oportunidad de ver alguno de sus dibujos.

Pero lo que no sabía era que lo que Sai mas amaba dibujar era precisamente él.
De un tiempo para acá, el chico había descubierto su fascinación por Naruto, mas precisamente lo descubrió una de esas veces en las que iba a visitarlo cuando el estaba enfermo y lo encontraba dormido. Se veía tan hermosamente apacible que fue inevitable que tomara su lapiz y un cuaderno y empezase a dibujar aquello que lo había cautivado. Era como intentar dibujar la luz del sol. Se puede hacer pero jamas podrás reproducir esa sensación de calidez en tu piel.

Y el no se sentía, ni se sentiría jamás capaz de replicar esa bella rafaga de luz que era su amigo, ese mismo que ahora estaba recostado en su cama, con un manga cualquiera en sus manos delgadas. Con la columna en un delicado arco que resaltaba su trasero respingón, veía la piel suave de su abdomen contra su sábana y tuvo que esforzarse en apartar la vista para no cometer un improperio.

-¿Sabes que es lo que quiero hacer?

Reaccionó algo lento. Se perdió en el dulce movimiento de sus labios. Tuvo que tragar saliva. Había pasado mucho tiempo mirándolo.

-¿El qué?

-Quiero ir a la playa, hace calor, el suficiente y yo quiero ver el mar.

Sai suspiró porque no en vano había convivido con el por tanto tiempo. Sabia que cuando usaba ese tono no era "quiero" era "vamos ahora". Y no había poder humano que lo hiciera ceder por lo que solo tomó su mochila y metió un par de cosas. Bajó para traer algunos aperitivos y lo miró fijamente.

-¿Por la ventana?

Sai se mordió los labios. Sabía que si salían por la puerta su madre los detendría con rotundidad.

-Juro que si te haces daño yo terminó de matarte.

El chico de ojos azules soltó una risita, se puso su mochila al hombro y saltó hacia el árbol que estaba cerca de la ventana de su amigo quien lo siguió de cerca. Ambos bajaron en silencio y con una estúpida risita atrapada en sus gargantas.

Sai saltó con habilidad y estiró los brazos hasta Naruto quien se rió ante su caballerosidad inútil pero le siguió el juego y se aventó a sus brazos. Era ligero por lo que Sai no tuvo problemas en sostenerlo por la cintura y bajarlo sin ningún rasguño hasta el suelo.

-Gracias, buen mozo.

Sai frunció el sueño pero sonrió a la vez.

-De nada, bella dama.

Se rieron por estúpidos ante sus caras de falsa pomposidad.

Caminaron en silencio hasta la playa, respirando la calidez de la tarde y la tranquilidad de las calles. Sai veía su perfil en silencio y muy dentro de su corazón supo porque latía así.

Naruto no lo miró.

-Woah, ¡Mira que bonita se ve el agua! -exclamó dando un salto para llegar a la arena, tirando su mochila por el camino y dejando sus zapatos atrás.

-¡Tu idiota, no te metas al agua! ¡Te vas a resfriar!-gritó Sai asustado porque si Kushina se enteraba lo iba a matar.

-¡Solo los pies, Sai!.

Y como negarle algo a esa sonrisa. Solo atinó a sacar su cuaderno y comenzar a dibujarlo otra vez.
Ahí mismo comprendió todo y es por eso que cuando el chico lo invitó a caminar juntos, se sonrojó porque no sabía como decirle que quería tomar su mano en plan romántico y que quería besarlo, en plan romántico.

Pero no lo hizo. Solo lo siguió mientras parloteaba sobre algo que no escuchó.
Tampoco lo hizo cuando lo dejó en el umbral de su casa y no se sentía con la certeza de hacerlo nunca. Esperaría a que esos sentimientos murieran por si solos.

Naruto fue totalmente ignorante a esto. Solo fue conciente de su corazón latiendo como loco cuando al entrar, notó el ambiente extraño en su habitación. La ventana estaba abierta totalmente.

Lo supo de inmediato.

Cuando vió la rosa en su cama junto a una notita.
Se rió ante la imagen que su cabeza había creado.

"Hey, dobe.
¿Me has olvidado ya?"

El rubio sonrió bufón y seguro de que ese chico que le robó el corazón lo podía escuchar. Se sentó en la cama y miró a la nada.

-Por supuesto que no, teme.

Sex's ApettiteWhere stories live. Discover now