Suave.

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Naruto no había mejorado.

Aunque tampoco había empeorado. Había pasado una semana entera sumido en un extraño limbo anémico de desasosiego y perenne vigilia a deshoras. Se había prolongado hasta alrededor de dos meses. Pero lo curioso, lo mas sorprendente era él hecho de que nadie sabía que podía ser lo que estuviese acabando con su vida.

Él pequeño joven rubio se deshacía en suspiros trémulos y gemidos agónicos a mitad del día.

A los síntomas se le agregó paranoia.
Hace unas semanas había comenzado a hablar de este nuevo "vecino" de nombre "Sasuke" que se había mudado desde Sapporo, era un chico muy guapo, de cabellera oscura y ojos profundos que iba a visitarlo frecuentemente. Subía por la ventana y pasaba horas hablando con él, hostigándolo y hablándole de cosas que ya no podía recordar.

Sasuke nunca existió. O al menos eso afirmaron sus padres.
Nadie se había mudado. Nunca habían conocido a un Sasuke ni tampoco lo veían subir por la ventana.

Habían agotado recursos totales en médicos que solo podían diagnosticarlo con anemia, esquizofrenia, paranoia, apnea y trastornos alimenticios. Inexistentes porque Naruto seguía tan cuerdo como tu o yo.

Sasuke sí existía.
Solo que no precisamente para su bien.

—No me siento con ganas de hablar hoy, teme—suspiró débilmente cuando por fin vio al extravagante invitado pasearse por su habitación con soltura.

—Lo sé, pero me es relajante verte aunque estés dormido—confiesa sin ningún ápice de calidez. Naruto le sonrió.

—¿A sí?¿Por qué?

Él moreno hizo un gesto de vaguedad.

—Me gusta ver él aire entrar y salir de tus pulmones.

Tuvo que enmarcar una ceja ante él extraño comentario.

—¿Y eso?

—Me recuerda que sigues vivo.

Naruto se acomodó entra las sábanas y dejó caer su cabeza pesadamente en la almohada.

—Que sigo vivo...

Divagó un poco hacia él pasado, no muy lejano, que se evaporó facilmente entre sus dedos.

—Sasuke.

—¿Si?

—¿Tu recuerdas como nos conocimos? Yo no...solo recuerdo hablar contigo como si fuese normal, hablar de ¿rosas?—frunció él ceño.

—¿Te gustan las rosas?—evadió él tema

—Lo hacen.

Naruto estaba demasiado desmoralizado para seguir insistiendo. Decidió fijarse en la piedra de cuarzo redondo que traía colgando de un cinto de cuero delgado en él cuello. Sorprendentemente bonita en un tono azulado claro.

—¿Dónde la conseguiste?

Otro gesto de vaguedad, se movió mas cerca de la cama y se sentó en la orilla.

—Por ahí.

—Es linda—sonrió tímidamente y pudo ver una sombra en él rostro de Sasuke—¿Me puedes repetir de donde eres?

—Sapporo.

Él movió la cabeza afirmativamente. Últimamente olvidaba la mayoría de cosas, palabras o recuerdos. Su mamá había hecho una libreta con palabras o cosas que él solía olvidar. Era terrible que tu mente estuviese siempre nublada.

—Sasuke...

Lo miró fijamente y se inclinó un poco hacia él. Pasaron unos momentos mas.

—Lo olvidaste.

—¿El qué?

—Lo que ibas a decir, dobe—sonrió.

Y Naruto hizo una mueca. Era cierto. Lo olvidó.

—Todo se me olvida.

Sasuke sonrió de medio lado e hizo él amago de reír.

—Yo guardaré tus memorias, Naruto. Incluso si mueres.

Naruto lo miró irónico pero fresco, vivaz. Tanto que lo sorprendió, incluso a el mismo.

—He llegado a pensar que si estoy muriendo es por algo y creo que tu tienes que ver.

Sasuke se congeló en su lugar.

—¿No has pensado que soy un producto de tu cerebro?

Naruto volvió a sonreir, hundió un dedo en la mejilla de Sasuke.

—Lo pensaría, pero ahora recuerdo de donde nos conocemos y sé donde escuche tu nombre.

Él moreno se acercó a verlo mas despectivamente.

—¿Dónde?

—Lo soñé.

Finalmente él demonio río con afán sarcástico mientras lo miraba burlón. Naruto lo sabía, sabía lo que era (o sospechaba) y aun así estaba ahí, tranquilo y apacible.

—Nunca hablas realmente, solo te sientas y contestas. Jamás dices nada que pueda hacerme creer que eres real—hizo un tierno puchero que Sasuke atrapó con la punta de los dedos.

—Lo soy, muy real —el mas alto sonrió cariñoso—Me gusta oírte hablar, prefiero estar en silencio para oírte mejor.

Claro, porque no le diría lo terriblemente dulce que era para él escucharlo. La calma que le daba ni él liquido que lo recorría entero cuando se perdía en su voz de niño.

—Dime algo. Lo que sea—solicitó Naruto

—Eres molesto.

Después de todo se tuvo que reír ante la sequedad del moreno y lo miró con ojos risueños. Azules y bellos.

—Algo más.

Pareció pensárselo. Y luego soltó con crudeza.

—Vas a morir.

Naruto no se conmovió sino que giró los ojos y soltó un bufido escandaloso.

—Algo que no sepa.

Ambos rieron acidamente.

—Me gustas.

Bajo la palidez de la piel del rubio surgió un bello tono rosado que cubrió sus mejillas delicadamente y una sonrisa de labios húmedos se extendió por su rostro.

—¿Lo suficiente para verme morir?

Sasuke no lo pensó antes de responder. Claro que sabia su respuesta.

—Es por eso que lo haces.

—¿Morir?

Asintió lentamente. Naruto sintió sus ojos humedecese y sonrió de lástima.

—Sasuke.

Lo miró de vuelta. Preparado para besarlo, porque era obvio lo que Sasuke estaba pensando hacer.

—¿Qué?

—Tambien me gustas

Pero no lo suficiente para morir.

Sasuke lo entendió aun si no lo dijo. Había alargado demasiado esto, lo había hecho sufrir demasiado, lo había corrompido o al menos había tratado por que ahí seguía la escencia del menor; fresca e inocente. Tierna y heroica.

¿Por qué destruir un alma así?

Además comenzaba a gustarle. Gustarle de verdad, a apreciar sus gestos cansados y él tintinear de su voz. Su cuerpo de valles suaves y esquinas sonrosadas.
Pero se le escapaba de las manos.

Solo faltaba una etapa, la aceptación, en la que el hermoso ángel rubio tenía que aceptar su cruel e impuesto destino y finalmente podría devorarlo a placer.

Pero ya no quería tanto.
Porque aunque le deseaba, había ese algo que le tironeaba del pecho, frío y húmedo, como un chasquido.

Sex's ApettiteМесто, где живут истории. Откройте их для себя