Capítulo 1: Selene

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"Recuerdo los olores de la granja, recuerdo fácilmente si puedo cerrar los ojos un momento. Cómo eran las cosas tiempo atrás. El frio viento salino que corría desde El Canal de la Mancha hacia nuestros valles. Del tupido bosque que crecía al sur, el cantar de las aves cada mañana, el olor del pan en el horno y el sabor de la mantequilla entre mis labios."

      Selene se despertó como todas las mañanas con un semblante turbio. Ella dormía en la parte superior de la choza a un lado de la ventana que daba hacia el bosque, no al mar, al bosque. Ya habría cumplido 17 años, pero su padre no encontraba con quien casarla, o más bien, él no quería casarla con ningún chico del pueblo. 

     Su hermano menor Pierre dormía junto a la más pequeña de todos; Aidee. En una pequeña cama con un colchón relleno de heno a un lado de la chimenea. Los inviernos eran brutales y los más pequeños no siempre sobrevivían. Y aun así ahí seguían demostrando que tal vez aquellos dos niños eran más fuertes de lo que se veían. Sus padres en cambio tenían su propia habitación.

      Aidee se encontraba con su madre, quien estaba en el telar. Habían pagado mucho por él. Desde que Edric se fue de casa ahora tenían más dinero, pero un hijo menos y un hermano menos. Ellos habían llegado un año y medio atrás; El Duque Martín DuPont y sus caballerizos arribaron a la aldea buscando reclutas y junto a ellos un emisario del Vaticano. Prometiendo gloria y la entrada al cielo por parte de su Santidad el Papa a quien se uniese a el rey Louis De Anjou en su travesía a Tierra Santa.

     Pero no eran más que palabras bonitas para la verdad y la cruel verdad resultaba en una orden del rey. Que un varón de cada familia de cada ducado, tenía que vestir con la cruz bordada y marchar al sur como cruzado..."Mi padre Bardo había quedado tullido de una pierna cuando se cayó de Witck el jamelgo de la familia. Por lo que cojeaba de su pierna izquierda. Y, tenía que ser Edric quien fuese en su lugar."

     Selene se vistió; era delgada muy delgada, como un cervatillo. así le había llamado su hermano Edric cuando eran solo los dos hermanos. En el marco de la puerta de la choza pudo sentir el viento chocar contra su cara y el olor salino del mar. Escuchó entonces el sonido de un canto a la distancia. Vio a su padre y a Pierre juntos, mientras cantaban alegremente en dirección a la granja. Habían llegado nuevas noticias. Su padre juntó a la familia en la mesa y comiendo la poca liebre asada que quedaba del día anterior reveló la noticia.

     —Ha llegado una carta de Edric. —Dijo el padre de Selene.

      Todos se habían emocionado de oírlo. No sabían si Edric continuaba con vida, pero esta era la única pista que tenían. Selene, Edric y por supuesto su padre Bardo eran los únicos que sabían leer, pues un erudito que se había mudado a la aldea, les enseñaba a todos aquellos que quisieran aprender hasta que él también fue reclutado.

     Padre, Madre, Selene, Pierre y Aidee.

     Sois con gusto que les traigo buenas noticias por partida doble. He llegado a la que llaman La Tierra Santa, donde nuestro señor Jesucristo murió. He peleado como un valeroso soldado en el río Jordán matando a siete sarracenos con mi propia espada, además donde le salvé la vida a un duque de Germanía. Lord Karl Eisenbach. El cual me ha otorgado como recompensa el más grande honor que un hombre puede recibir. Me ha nombrado caballero. La Divina Providencia nos sonríe familia, pues me ha dado un terreno del tamaño de la aldea. Con un palacio de tres grandes torreones en un lugar llamado Karnak, además de hombres para trabajar la tierra. Les extraño a todos, llegará el momento en que la guerra terminará y ustedes podrán venir conmigo y llevar una vida digna de un señor.

La Doncella de HierroWhere stories live. Discover now