Capítulo 21. El Bastardo y Selene

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"Lo primero que llegó a mi mente fueron los sonidos, los gritos de los hombres a mi alrededor, el choque de las espadas, el sonido de la cota de malla contra el armazón y también los olores. El olor a hierro, a sudor, a miedo y sangre. ¿O tal vez aquello que olía era a ese bastardo de Alfonz?"

       El gigante se levantó de la pira de paja como si nada. El sonido de su armadura al chocar contra el empedrado, Alfonz se levantó, a sus pies los cadáveres y los malheridos que agonizaban. Era una fúnebre ambientación. El hombre se quitó el yelmo, lo arrojó al suelo y miró a los dos, con sus ojos azules. Dos hilos de sangre corrían de su frente y caían sobre uno de sus ojos, el hombre lamió un poco de su sangre y la escupió. En sus manos tenía una gigantesca espada; un mandoble. Tan solo el tamaño de la espada era suficiente para hacerle ver más aterrador de lo que ya era. Y Alfonz solo lo utilizaba como si se tratase de una espada de mano. Selene sujetó fuertemente el mango de su espada y acercó la guardia de la espada contra su pecho.

      —Jacques, si atacamos juntos... —Trató de decir Selene.

      Pero fue muy tarde, Jacques ya había iniciado la carrera. El muchacho levantó la espada y dando golpes ascendentes, fue hacia el bastardo de Alfonz. Tenía que tomar esa postura, Alfonz era mucho más grande y alto que el muchacho. Cualquier corte que el muchacho intentase dar sobre su torso, no tendría efecto en el gigante, Jacques tenía que atacar a la cabeza o la garganta. Entonces, Alfonz, cansando de bloquear los golpes de la espada del muchacho con el mandoble, simplemente sujetó la hoja de la espada de Jacques con su mano enguantada. Las hebras de sangre corrían por el guantelete del líder de los bandidos. 

      Alfonz le arrebató la espada de las manos de Jacques y la arrojó al suelo, la espada tintineó contra el empedrado ensangrentado de la ciudad. Después caminó hacia su sobrino y le dio un fuerte bofetón con su otra mano. El chico cayó al suelo escupiendo sangre, Jacques trató de levantarse, pero el gigante le dio una patada en el estómago y el muchacho volvió a quedarse inmóvil en el suelo, habiendo vomitado las gachas del desayuno. Jacques se encontraba en muy mal estado.

       —Te dije que te buscaría...—Dijo Alfonz mientras tomaba a Jacques de la cabellera y lo alzaba del suelo. —¿Que paso muchacho? ¿No habías dicho que me ibas a matar? ¿Qué vengarías a tu padre? ¡Bah! Ya maté al padre, y ahora me toca matarte a ti.

      Jacques entonces le escupió un vaho sanguino en la mejilla a Alfonz, el hombre lo arrojó al suelo nuevamente.

       —¡Eres un bastardo Alfonz! —Exclamó Jacques tratando de reincorporarse, pero la fuerza se le escapaba por el dolor. Se le dificultaba respirar por la patada que le había dado su tío. Alfonz entonces tomó su espada y apretó el mango con fuerza y la alzó en el aire. la sombra del espadón sobre el cuerpo de Jacques casi predecía donde sería el siguiente golpe. Entonces Alfonz frenó el descenso de su espada.

      —No...así no. —Respondió Alfonz y dejó caer su pesada espada en el suelo y después caminó hacia la espada mellada de Jacques. —Ahora sí, ¿Qué tan poético sería matarte con la misma espada de tu padre? —Preguntó el hombre y alzó la espada. Alfonz esbozó una siniestra sonrisa en su rostro y dejó caer la hoja de la espada en un veloz movimiento sobre el muchacho.

      Inmediatamente se escuchó el contragolpe del acero. El muchacho alzó la vista, Selene había bloqueado con su espada el ataque de Alfonz.

      La fuerza del hombre era demasiado para Selene. Ella tenía que reconocerlo que no sería capaz de continuar por mucho más. Así que movió la hoja de su espada en un pequeño meneo, la hoja mellada de la espada de Alfonz se deslizó por la hoja de la espada de Selene.

La Doncella de HierroTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon