Capítulo 4: La frontera y Selene.

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"El escolar que me había dado clases, me había mostrado como es que los castillos estaban rodeados por grandes muros de piedra; pero algo era una ilustración en un pergamino... y otra cosa era ver aquellos muros de granito."

      Sobre las almenas ondeaban los estandartes azules con una nutria blanca. El emblema de la casa Ursa; quienes protegían la frontera sur del ducado de Normandía. Sin embargo, lo que el erudito no le había contado Selene era que los portones estarían cerrados y habría cientos de hombres, mujeres y niños apilados en las puertas tratando de entrar.

       Algunos de ellos ya habían levantado tiendas a lo largo de la muralla. Esperando tal vez, que mágicamente aparecerían del otro lado. Selene sospechaba que algo iba mal. El ducado de Normandía y el resto de Francia siempre habían compartido lazos de sangre, desde hacia siglos. Sin embargo, las pretensiones normadas por la corona inglesa les había costado caro, Guillermo el Conquistador cómo se había hecho llamar el duque de Normandía y sus descendientes aún tramaban para recuperar sus tierras en Francia, las cuales aún no habían sido olvidadas. Y a pesar de que el Rey Louis de Anjou y el rey ingles eran primos.

      —Vamos, por aquí. —Dijo Jacques—Aquí están dando algo de comer. —El muchacho le tomó de la mano a Selene, mientras que con la otra mano se guiaba entre las multitudes de personas.

      "Podía sentir sus manos tibias, mientras que las mías sudaban, ningún chico nunca me había tomado de las manos. Y me hacía sentir segura, sobre todo con todos esos hombres que me miraban conforme nos adentrábamos en ese campamento de refugiados, era algo raro".

      Ahí estaban un par de monjas ancianas repartiendo pan y queso entre las familias, iban protegidas por dos guaridas vestidos con malla y un jubón tachonado de color lapislázuli con garrafas de vino. Si bien no había agua, si había vino; los dos guardias servían en los cuernos o en los tarros o vasos o platos, en todo aquello que los refugiados tuviesen a mano.

      Jacques se apresuró a tomar un par de hogazas de pan y se fue a sentar en un grupo cercano que habían hecho una fogata frente la imponente muralla. Selene no podía evitar observar a todos aquellos que se encontraban rodeando las llamas tratando de entrar en calor. Mujeres, ancianas y niños harapientos. Hombres desdentados y sucios; con un terrible semblante en sus rostros.

       —Toma, la noche será fría. —Dijo el muchacho, sacando la piel de oso de su bolso de cuero. Después el muchacho partió las hogazas de pan. Una de las ancianas miró a los dos chicos.

      —No es muy común ver a una pareja tan joven estos días. —Respondió la anciana.

       —No....no somos pareja. —Respondió Selene rápidamente. —Estamos viajando juntos nada más.

       — Entiendo, todos estamos tratando de escapar al sur. —Dijo la anciana acariciando la cabeza de uno de los niños que tenía en su regazo. —Estos niños no son mi familia, soy la única sobreviviente adulta de la aldea que arrasaron Las Capas de Cuero. Fue por mera suerte que me encontraba en el bosque en ese momento cuando se llevó acabo la masacre.

       —Mi aldea también fue arrasada por una banda de jinetes, solo sobreviví yo. —Dijo Selene.

       —Sí, los DuPont han muerto y ya no queda nadie que proteja a los pobres. Durante sesenta años jamás había visto a tantos refugiados, desde que Guillermo El Conquistador abandonó sus tierras para partir a Inglaterra. Y también, nunca había visto que Lord Beric Ursa cerrara La Ciudad del Cruce. —Dijo la anciana, entonces un hombre vestido en armadura plateada pasó y se sentó detrás de la anciana con los niños en el regazo. Selene reconoció esa cabellera rubia.

La Doncella de HierroWhere stories live. Discover now