Capítulo 20. La Batalla de Orleans y Selene

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Selene se quedó mirando por la ventana junto a Nicole y Lady Allys. La duquesa había ido por sus hijos y las tres se habían quedado solas. En el interior de la torre había y armaduras colgadas a lo largo de las paredes. Las tres yacían interesadas en ver la batalla. Nicole por investigación para su libro que escribía, Lady Allys por miedo y Selene no lo sabía con certeza, ¿sería por curiosidad, sería por preocupación hacia Jacques y Ser William? Cuando vieron los primeros hombres caer en las murallas, Lady Allys y Nicole se alejaron. 

      Las dos no estaban acostumbradas a ver morir gente. Y Selene envidiaba eso, desde que había comenzado su viaje, todo lo que había visto era la muerte de mucha gente. Selene vio entonces como pesados carros cubiertos con cuero endurecido y escudos de roble se dirigían hacia las murallas. Y pronto supo que estarían peleando todos los hombres en todos los segmentos de muralla que habían resguardado.

        Incluso desde de lo alto de la torre, Selene había reconocido a Ser William peleando en la muralla; con una elegancia que no cualquiera podría hacerlo. El hombre parecía haber nacido para el combate. Mataba a uno, y luego mataba a otro, sin embargo, por la destreza de los movimientos, parecía como si el caballero estuviese bailando más que peleando. En otro segmento de muralla vio al duque y sus hombres pelear defendiendo al segmento de muro que le correspondía a muerte.

       Selene sintió una ansiedad que no había sentido en mucho tiempo, desde que sus padres murieron. Y ahora la sentía por sus amigos, quienes estaban pelando allá afuera. Y ella quien continuaba ahí dentro sin hacer nada. Entonces vio como de uno de los muros apareció un grupo que vestían con capas de cuero y mataban a los defensores de la muralla. Un gran hombre cubierto en piezas de armaduras diferentes empezó a entablar combate contra Ser William.

      Lo peor fue cuando las puertas cayeron. Los hombres del enemigo comenzaron a entrar rápidamente y chocaron contra la maltrecha línea de los defensores.

      —Tengo que salir. —Dijo Selene, finalmente rompiendo el silencio y tomó una larga tira de cuero con la que comenzó a arreglarse el cabello en una trenza.

      —¡Qué! ¿por qué? —Le preguntó Nicole, en los brazos de la linda bibliotecaria, estaba lady Allys, la niña estaba muy asustada, y ya había comenzado a llorar. Ocultando su cara en el busto de Nicole. Como una hija asustada en los brazos de su madre.

       —Nuestros amigos están peleando allá abajo y yo estoy aquí sin hacer nada. —Respondió Selene.

      —Selene, nos ordenaron que nos quedemos aquí. —Replicó Nicole. —Éste es el lugar más seguro dentro de Orleans en este momento.

      — ¿Desde cuándo aceptamos órdenes del duque? Nicole, ¿Si Jacques y Ser William mueren que será de nuestro viaje? ¿De nosotras, de todos? Tengo que ir, tengo que ayudarles, no sé si ellos terminarán viviendo o muriendo, pero prefiero saber que hice todo lo posible por ayudar, que dejarlos a su suerte allá abajo.

      —Selene, eres la única que sabes usar la espada. —Respondió Nicole. —Si tú te vas, lo que me pasé a mí no importa, podré soportarlo, pero a Lady Allys... Selene, ella es solo una niña.

      Al escuchar esto Lady Allys dejó de llorar y se alejó de Nicole, la niña caminó hacia Selene todavía con los ojos llorosos y la cara congestionada. la niña se forzaba por no seguir sollozando y tomó la mano de Selene.

      —Está bien, está bien. —Dijo la niña. —Ve Selene, cuida a Ser William, a Jacques y vive.

      —Lo haré mi lady. —Respondió Selene y abrazó a Lady Allys y a Nicole. Después tomó una de las armaduras que estaban colgadas y se la puso.

      No pasó mucho antes de sentir una extraña fuerza, una sensación de valentía que se apoderaba de ella, con forme corría por los pasillos del castillo hacia el campo de batalla. Ladeó por la muralla y luego bajo para evitar los enfrentamientos. Entonces llegó donde estaba la escaramuza. Selene desenvainó su espada y comenzó a luchar como el resto de los hombres que estaban ahí presentes. Tanto de Orleans como los normandos, ambos lados, no sabían luchar, habían sido hombres sacados del campo y armados para un combate. Sin embargo, Selene se movía con una destreza que los demás no tenían. Todas las noches había entrenado con Ser William para dominar el arte de la espada y finalmente estaban dando frutos los resultados del entrenamiento. 

      El caballero le había enseñado a pelear para defenderse de los caminos no para estar en medio del furor de la batalla. Para el resto de los hombres, Selene era solo otro hombrecillo mal alimentado. Por supuesto que no sospecharían de una mujer en armadura. Entonces pudo encontrar a Jacques. El muchacho estaba rodeado, solo que él no se había dado cuenta todavía. Entonces Selene embistió a uno de los soldados por un costado.

      Golpeo su espada una y luego dos veces más y al tercer golpe ya le había enterrado la hoja de la espada en la garganta del hombre.

      —Ahora estamos a mano. —Respondió Selene habiendo salvado la vida de Jacques.

      —¿Te conozco? —Preguntó el muchacho, Selene pasó a quitarse el yelmo que traía sobre la cabeza. El muchacho sonrió y luego le enterró la espada a un soldado enemigo que trataba de atacarles. Los dos comenzaron a pelear hombro con hombro en verdadera hermandad.

      Sobre la muralla, Ser William continuaba enfrentándose al gigante, el caballero tenía destreza en sus movimientos. En cuestión de fuerza no le derrotaría, pero si con astucia, le hacía dar un paso en falso y luego le golpeaba con la espada, el gigantón sabía que Ser William era fuerte, tal vez demasiado fuerte. O demasiado ágil y él demasiado lento. Fue entonces que el hombre se dejó caer. Mientras tanto otros tres hombres en capa de cuero fueron al encuentro de Ser William. El suelo tembló cuando el gigante cayó sobre el techo de una choza, rodó y cayó sobre una pila de heno. Luego este se levantó como si nada y pasó a retirarse el yelmo de la cabeza. Jacques y Selene quedaros sorprendidos.

      "¡Ese hombre...!" Pensó Selene furiosa.

      —¡ALFONZ! —Exclamó Jacques, el muchacho empezó a correr con la intención de matar a su tío. Levantando en alto su espada, los ojos de Jacques se llenaron con lágrimas de odio y tristeza. 

La Doncella de HierroWhere stories live. Discover now