7: El sombrero seleccionador

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La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta.
—Ahora formad una hilera —dijo la profesora— y seguidme.
Cas trataba de tranquilizarme dándome palmaditas en mi vientre con sus pequeños bracitos, mientras me puse detrás de Ron. Salimos de la habitación, volvimos a cruzar el vestíbulo, pasamos por unas puertas dobles y entramos en el Gran Comedor.
Mi abuelo me había hablado de este lugar pero no me lo imaginé tan hermoso. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall nos guió allí y nos hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos. Los cientos de rostros que nos miraban me hacían sentir cada vez más incomoda. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Además de que estaba escuchando los pensamientos de todos, no sé cómo no me volvería loca. Era difícil creer que allí hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos.
Vi en silencio como la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente nosotros. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio.
¿Qué haríamos con el sombrero? Mi abuelo me dijo que no era una prueba si no que alguien lo decidía... Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:
Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga). Porque soy el Sombrero Pensante.
Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. Entonces me di cuenta que era el sombrero el que decidía, no una persona.
—¡Entonces sólo hay que probarse el sombrero! —nos susurró Ron —. Voy a matar a Fred.
Que fuera solo ponernos un sombrero no me tranquilizaba tanto, yo no era inteligente como para estar en Ravenclaw ni astuta para estar en Slytherin, en realidad soy bastante torpe, y no me considero lo suficiente valiente para estar en Griffindor y en Hufflepuf... bueno... no lo sé, no me consideraba una buena persona, soy bastante engreída. La profesora McGonagall se adelantaba con un gran rollo de pergamino.
—Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo—. ¡Abbott, Hannah!
Una niña de trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.
—¡HUFFLEPUFF!—gritó el sombrero.
La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff.
—¡Bones, Susan!
—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.
—¡Boot, Terry!
—¡RAVENCLAW!
La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez. Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Terry, mientras se reunía con ellos.
Brocklehurst, Mandy también fue a Ravenclaw, pero Brown, Lavender resultó la primera nueva Gryffindor, en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en vivas.
Bulstrode, Millicent fue a Slytherin.
Esa no parecía una casa mala pero si tendría que aguantar a gente como Malfoy.
—¡Finch-Fletchley, Justin!
—¡HUFFLEPUFF!
Capto mi atención que, algunas veces, el sombrero gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero otras tardaba un poco en decidirse.
—Finnigan, Seamus. —Un chico que estaba unas personas atrás mío se subió al taburete, y el sombrero lo declararo un Gryffindor.
—Granger, Hermione.
Hermione casi corrió hasta el taburete y se puso el sombrero, muy nerviosa.
—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero. Ron gruñó y rodé los ojos, la chica solo era una lista y sabelotodo, pero no parecía mala.
Cuando Neville Longbottom, el chico que perdía su sapo, fue llamado, se tropezó con el taburete. El sombrero tardó un largo rato en decidirse. Cuando finalmente gritó: ¡GRYFFINDOR!, Neville salió corriendo, todavía con el sombrero puesto y tuvo que devolverlo, entre las risas de todos, a MacDougal, Morag le tocó Ravenclaw.
Malfoy se adelantó al oír su nombre y de inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó: ¡SLYTHERIN!
Malfoy fue a reunirse con sus amigos Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción.
Ya no quedaba mucha gente.
Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne... y, finalmente:
—¡Potter, Harry!
Mientras Harry se adelantaba, le di unas palmadas en la espalda para que se tranquilizara, su cabeza ya me tenia harta.
—¿Ha dicho Potter?
—¿Ese Harry Potter?
Cuando Harry se puso el sombrero escuche sus pensamientos:
«En Slytherin no, en Slytherin no».
Después de unos segundos el sombrero gritó; ¡GRYFFINDOR!
Aplaudí como el resto, estaba muy feliz que a Harry no lo hayan puesto en Slytherin sin embargo todo estaba bien hasta que la voz de la profesora dijo lo siguiente:
—¡Scamander, Laila!
Con las piernas como plomo camine lo que parecían horas y me subí al taburete, la profesora me puso el sombrero y después no vi nada.
¿Una Legeremend? Eres una persona poco común, además de metamorfomaga, hay un gran poder dentro del cuerpo de una niña de 11... Mmm... qué difícil decisión es... Ravenclaw no es una opción.
— Oh vaya, gracias — le dije con sarcasmo, agarrando el sombrero por los lados.
Mmm... Hufflepuff es ideal para ti, paciente, leal pero hay algo en ti que no encaja ahí; eres demasiado arrogante, astuta y...siempre obtienes lo que quieres, te gusta ganar...Slytherin sin duda es la casa para ti... pero tu valentía y amor superan tus defectos...
¡GRYFFINDOR!
Me tardo unos segundos comprender lo que dijo, por lo que mareada fui hacia la mesa de Gryffindor que me recibieron con saludos y aplausos. Me senté junto a Harry y le pregunté;
—¿Qué acaba de pasar?
—Te pusieron en Gryffindor.
—Ah... sí... sí, bien... bueno — balbuceé.
Y ya quedaban solamente tres alumnos para seleccionar. A Turpin, Lisa le tocó Ravenclaw, y después le llegó el turno a Ron. Tenía una palidez verdosa y decía palabrotas en su mente. Un segundo más tarde, el sombrero gritó: ¡GRYFFINDOR!
Harry y yo aplaudimos con fuerza, junto con los demás, mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima.
—Bien hecho, Ron, excelente —dijo pomposamente Percy Weasley, mientras que Zabini, Blaise era seleccionado para Slytherin.
La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se llevó el Sombrero Seleccionador.
Mire mi plato y luego sentí a Cas debajo de mi túnica por lo que lo puse en mi regazo para que respirara aire fresco.
Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.
—¡Bienvenidos! —dijo—. ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias!
Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Mi abuelo me había dicho que Dumbledore era un gran hombre.
—Está... un poquito loco, ¿no? —preguntó Harry que tenía los mismos pensamientos que yo .
—¿Loco? —dijo Percy con frivolidad—. ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí. ¿Patatas, Harry?
Fruncí el cejo, no había comida ... Pero frente a mí, los platos que había de pronto estuvieron llenos de comida. Nunca había visto tantas cosas que no me gustaran comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado, salsa de carne, chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes. Pero por lo menos había patatas cocidas, asadas y fritas, pudín, guisantes, zanahorias, salsa de tomate y, por alguna extraña razón, bombones de menta. Por lo que me serví solo la ensalada y los guisantes junto con la salsa de tomate y comenze a comer. Todo estaba delicioso, sin embargo Ron me miraba como si me hubiera crecido un tercer ojo.
—¿Qué pasa? — pregunté en vez de leerle la mente, pero solo leí algo como "esta chica no come".
—No te has servido nada más que ensalada...
—Soy vegetariana — le expliqué —. No quiero comer carne de inocentes animales o de cualquier inocente.
—¿Y no comes pollo? ¿O carne asada?—preguntó Ron, yo negué—. Estás loca.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalWhere stories live. Discover now