37: Preocupación al máximo

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Ron se había quedado dormido en la oscuridad de la sala común, esperando a que volvieramos. Cuando lo sacudí para despertarlo, gritó algo sobre una falta en quidditch. Sin embargo, en unos segundos estaba con los ojos muy abiertos, mientras Harry les contaba, a él y a Hermione, lo que había sucedido en el bosque.
—¿Cierto Laila?-en un momento preguntó Harry, yo asentí con la cabeza viendo al suelo, la muerte del unicornio, ver su cuerpo y su sangre plateada me había afectado,  y mucho.
Harry no podía sentarse. Se paseaba de un lado al otro, ante la chimenea. Todavía temblaba, yo seguía viendo al suelo.
—Snape quiere la piedra para Voldemort... y Voldemort está esperando en el bosque... ¡Y todo el tiempo pensábamos que Snape sólo quería ser rico!
—¡Deja de decir el nombre! —dijo Ron, en un aterrorizado susurro, como si pensara que Voldemort pudiera oírnos   
Harry no lo escuchó.
—Firenze nos salvó, pero no debía haberlo hecho... Bane estaba furioso... Hablaba de interferir en lo que los planetas dicen que sucederá... Deben decir que Voldemort ha vuelto... Bane piensa que Firenze debió dejar que Voldemort me matara. Supongo que eso también está escrito en las estrellas.
—¿Quieres dejar de repetir el nombre? —dijo Ron.
—Así que lo único que tengo que hacer es esperar que Snape robe la Piedra —continuó febrilmente Harry—.. Entonces Voldemort podrá venir y terminar conmigo... Bueno, supongo que Bane estará contento.
—¡Basta!-grite, captando la atención de todos- Voldemort no está del todo muerto pero no vas a morir, Harry.
Hermione parecía muy asustada, pero tuvo una palabra de consuelo.
—Harry, todos dicen que Dumbledore es al único al que Quien-tú-sabes siempre ha temido. Con Dumbledore por aquí, Quien-tú-sabes no te tocará. De todos modos, ¿quién puede decir que los centauros tienen razón? A mí me parecen adivinos y la profesora McGonagall dice que ésa es una rama de la magia muy inexacta.

El cielo ya estaba claro cuando terminamos de hablar. Me fui a acostar con la garganta seca, antes de irse a dormir Hermione me pregunto por quinta vez si estaba bien y después de darle un vago "si" me acosté en mi cama, y vi a Cas que dio una especie de bostezo y lo vi con ojos llorosos, el Bowtruckle salió de la plantita y camino con sus delgadas patas hasta mi cama, se puso a un lado y se acurrucó en mi cara, mientras enrollaba sus dedos en un dedo mío, con mi otra mano saque mi diario y una pluma un poco desgastada. Esto era un recuerdo, un horrible recuerdo, pero tenía que escribirlo, vi una foto de mi mama que sonreía y yo solo pude hacer una mueca.
Al pasar de los días lo único que Harry creía era en que Voldemort apareciera por la puerta. Sin embargo, los días pasaban y no había dudas de que Fluffy seguía bien y con vida, detrás de la puerta cerrada, quería ir a visitarlo pero no me dejaban, pero bueno para que están tus amigos si no es para impedirte misiones suicidas?
Hacía mucho calor, en especial en el aula grande donde se examinaban por escrito. Desgraciadamente nos habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa.
También teníamos exámenes prácticos. El profesor Flitwick nos llamó uno a uno al aula, para ver si podíamos hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio. La profesora McGonagall nos observó mientras convertíamos un ratón en una caja de rapé. Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes; lo bueno era que yo y Hermione eramos las mejores en transformaciones. Snape nos puso nerviosos a todos, respirando sobre las nucas mientras tratábamos de recordar cómo hacer una poción para olvidar. ¿Irónico no?

Tal vez porque ellos no habían visto lo que Harry y yo vimos en el bosque, o porque no tenían cicatrices ardientes en la frente, Ron y Hermione no parecían tan preocupados por la Piedra como nosotros. La idea de Voldemort los atemorizaba, desde luego, pero no los visitaba en sueños y estaban tan ocupados repasando que no les quedaba tiempo para inquietarse por lo que Snape o algún otro estuvieran tramando.
El último examen era Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y por fin...¡libertad!
Libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieramos los resultados de los exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns nos dijo que dejáramos las plumas y enrolláramos los pergaminos, sentí que se me sacaba un peso de los hombros.
—Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé —dijo Hermione, cuando nos reunimos con los demás en el parque soleado—. No necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de 1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.
A Hermione siempre le gustaba volver a repetir los exámenes, pero Ron dijo que iba a ponerse malo, así que fuimos hacia el lago y nos dejamos caer bajo un árbol. Los gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla. Me habían invitado cordialmente a pinchar los tentáculos con la excusa de donde estaba mi espíritu de Laila y yo les respondí que se habia ido junto con mi examen de Pociones.
—Basta de repasos —suspiró aliviado Ron, estirándose en la hierba—. Puedes alegrarte un poco, Harry, aún falta una semana para que sepamos lo mal que nos fue, no hace falta preocuparse ahora.
Harry se frotaba la frente.
—¡Me gustaría saber qué significa esto! —estalló enfadado—. Mi cicatriz sigue doliéndome. Me ha sucedido antes, pero nunca tanto tiempo seguido como ahora.
—Ve a ver a la señora Pomfrey —sugirió Hermione.
—No estoy enfermo —dijo Harry—. Creo que es un aviso... significa que se acerca el peligro...
Ron no podía agitarse, hacía demasiado calor.
—Harry, relájate, Hermione tiene razón, la Piedra está segura mientras Dumbledore esté aquí. De todos modos, nunca hemos tenido pruebas de que Snape encontrara la forma de burlar a Fluffy. Casi le arrancó la pierna una vez, no va a intentarlo de nuevo. Y Neville jugará al quidditch en el equipo de Inglaterra antes de que Hagrid traicione a Dumbledore.
Harry asintió, pero nos explicó que tenía la sensación de que se le olvidaba algo, yo le respondi:
—Eso son los exámenes. Yo me desperté anoche y estuve a punto de transformar una hormiga en una miga de pan cuando me acorde que ya habíamos hecho el examen de transformaciones .
Vimos una lechuza que volaba hacia el colegio, por el brillante cielo azul, con una nota en el pico. Hagrid era el único que le había enviado cartas. Hagrid nunca traicionaría a Dumbledore. Hagrid nunca le diría a nadie cómo pasar ante Fluffy ... nunca... Pero...
Harry, súbitamente, se puso de pie de un salto.
—¿Adónde vas? —le pregunte
—Acabo de pensar en algo —dijo Harry. Se había puesto pálido—. Tenemos que ir a ver a Hagrid ahora.
—¿Por qué? —suspiró Hermione, levantándose.
—¿No os parece un poco raro —dijo Harry, subiendo por la colina cubierta de hierba, mientras lo seguíamos sin entender— que lo que más deseara Hagrid fuera un dragón, y que de pronto aparezca un desconocido que casualmente tiene un huevo en el bolsillo? ¿ Laila, Cuánta gente anda por ahí con huevos de dragón, que están prohibidos por las leyes de los magos?
—Probablemente...uno, en un millón-dije para no decir cero, nada.
—Qué suerte tuvo al encontrar a Hagrid, ¿verdad? ¿Por qué no se me ocurrió antes?
—¿En qué estás pensando? —preguntó Ron, pero Harry echó a correr por los terrenos que iban hacia el bosque, sin contestarnos.
Hagrid estaba sentado en un sillón, fuera de la casa, con los pantalones y las mangas de la camisa arremangados, y desgranaba guisantes en un gran recipiente.
—Hola —dijo sonriente—. ¿Habéis terminado los exámenes? ¿Tenéis tiempo para beber algo?
—Sí, por favor —dijo Ron, pero Harry lo interrumpió.
—No, tenemos prisa, Hagrid, pero tengo que preguntarte algo ¿Te acuerdas de la noche en que ganaste a Norberto? ¿Cómo era el desconocido con el que jugaste a las cartas?
—No lo sé —dijo Hagrid sin darle importancia—. No se quitó la capa.
Vio que los cuatro lo mirábamos asombrados y levantó las cejas.
—No es tan inusual, hay mucha gente rara en el Cabeza de Puerco, el bar de la aldea. Podría ser un traficante de dragones, ¿no? No llegué a verle la cara porque no se quitó la capucha.
Harry se dejó caer cerca del recipiente de los guisantes.
—¿De qué hablaste con él, Hagrid? ¿Mencionaste Hogwarts?
—Puede ser —dijo Hagrid, con rostro ceñudo, tratando de recordar—. Sí... Me preguntó qué hacía y le dije que era guardabosques aquí... Me preguntó de qué tipo de animales me ocupaba... se lo expliqué... y le conté que siempre había querido tener un dragón... y luego... no puedo recordarlo bien, porque me invitó a muchas copas. Déjame ver... ah sí, me dijo que tenía el huevo de dragón y que podía jugarlo a las cartas si yo quería... pero que tenía que estar seguro de que iba a poder con él, no quería dejarlo en cualquier lado... Así que le dije que, después de Fluffy , un dragón era algo fácil.
—¿Y él... pareció interesado en Fluffy ? —preguntó Harry, tratando de conservar la calma, ohhh ya sabía adónde se dirigía con esto.
—Bueno... sí... es normal. ¿Cuántos perros con tres cabezas has visto? Entonces le dije que Fluffy era buenísimo si uno sabía calmarlo: tocando música se dormía en seguida...
De pronto Hagrid pareció horrorizado.
—¡No debí decir eso! —estalló—. ¡Olvidad que lo dije! Eh... ¿adónde vais?
Ninguno de nosotros hablo hasta llegar al vestíbulo de entrada, que parecía frío y sombrío, después de haber estado en el parque.
—Tenemos que ir a ver a Dumbledore —dijo Harry—. Hagrid le dijo al desconocido cómo pasar ante Fluffy, y sólo podía ser Snape o Voldemort, debajo de la capa... No fue difícil, después de emborrachar a Hagrid. Sólo espero que Dumbledore nos crea. Firenze nos respaldará, si Bane no lo detiene. ¿Dónde está el despacho de Dumbledore?

Laila Scamander y La Piedra FilosofalWhere stories live. Discover now