14: Clase de Vuelo

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Aquella tarde, a las tres y media los Gryffindors bajamos corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a nuestra primera clase de vuelo. La hierba se agitaba bajo los pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia.
Los Slytherins ya estaban allí, y también las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo.
Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.
—Bueno ¿qué estáis esperando? —bramó—Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.
Mire mi escoba. Era vieja algunas de las ramitas de paja sobresalían formando ángulos extraños y la madera estaba astillada pero por lo menos estaba completa.
—Extiendan la mano derecha sobre la escoba —indicó Hooch— y digan «arriba».
—¡ARRIBA! —gritamos todos a la vez.
La escoba de Harry saltó de inmediato en sus manos, implore para que la mía hiciera lo mismo y unos segundos después la escoba ya estaba en mi mano.
La de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo y la de Neville no se movió en absoluto. Tal vez sea como los animales, tienes que hacerlo con confianza, había un temblor en la voz de Neville que indicaba, demasiado claramente, que deseaba mantener sus pies en la tierra.
Luego, la señora Hooch nos enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. Harry, Ron y yo nos partimos de la risa en silencio cuando la profesora le dijo a Malfoy que lo había estado haciendo mal durante todos esos años.
—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada —dijo la señora Hooch—. Mantengan las escobas firmes, elévense un metro o dos y luego bajen inclinándose suavemente. Preparados... tres... dos...
Pero Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada antes de que sonara el silbato.
—¡Vuelve, muchacho! —gritó, pero Neville subía en línea recta, ... Cuatro metros... seis metros... Le leí la mente el pobre estaba muy asustado y avergonzado, vi hacia el terreno que se alejaba; deslizarse hacia un lado de la escoba y..
BUM... Un ruido horrible y Neville quedó tirado en la hierba. Su escoba seguía subiendo, cada vez más alto, hasta que comenzó a torcer hacia el bosque prohibido y desapareció de la vista.
La señora Hooch se inclinó sobre Neville, con el rostro tan blanco como el del chico. Se había fracturado la muñeca
—Vamos, muchacho... Está bien... A levantarse.
Se volvió hacia el resto de la clase.
—No debéis moveros mientras llevo a este chico a la enfermería. Dejad las escobas donde están o estaréis fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardéis en decir quidditch. Vamos, hijo.
Mentalmente dije Quidditch lo más rápido que pude.
Neville, con la cara llena de lágrimas y agarrándose la muñeca, cojeaba al lado de la señora Hooch, que lo sostenía.
Casi antes de que pudieran marcharse, Draco ya se estaba riendo a carcajadas.
—¿Habéis visto la cara de ese gran zoquete?
Los otros Slytherins le hicieron coro.
—¡Cierra la boca, Malfoy! —dijo Parvati Patil en tono cortante.
—Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? —dijo Pansy Parkinson, una chica de Slytherin de rostro duro. Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati.
—Y tú, Pansy? Te gusta Draco y él a ti? No pensé que a él le gustaran los gusarajos de cola explosiva-le dije lo que para mi parecia un insulto-¡Oh espera! ¡No sabes que son, no tienes ni la mitad del cerebro!-ya me estaba adelantando al igual que Pansy pero sentí a Ron y a Harry al lado mío.
—¡Mirad! —dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba—. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom.
La Recordadora brillaba al sol cuando la cogió.
—Trae eso aquí, Malfoy —dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos, hasta mi disputa con Parkinson. Me sorprendí por su calma
Malfoy sonrió con malignidad.
—Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué os parece... en la copa de un árbol?
—¡Tráela aquí! —rugió Harry, pero Malfoy había subido a su escoba y se alejaba. No había mentido, sabía volar. Desde las ramas más altas de un roble lo llamó:
—¡Ven a buscarla, Potter!
Harry cogió su escoba.
—¡No! —gritó Hermione Granger—. La señora Hooch dijo que no nos moviéramos. Nos vas a meter en un lío.
—¡Hazlo Harry!-dije animada
Harry no le hizo caso a Hermione. Se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió. Grite de la emoción, Harry si sabía volar después de todo. Desde aquí abajo se veían pequeños, Harry dirigió su escoba para enfrentarse a Malfoy en el aire.
—¡Déjala —gritó Harry— o te bajaré de esa escoba!
—Ah, ¿sí? —dijo Malfoy, tratando de burlarse, pero con tono preocupado, en su cabeza estaba asustado. Harry se inclinó hacia delante, cogió la escoba con las dos manos y se lanzó sobre Malfoy como una jabalina. Malfoy pudo apartarse justo a tiempo, Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. A mi lado algunos estaban aplaudiendo.
—Aquí no están Crabbe y Goyle para salvarte, Malfoy —exclamó Harry
—¡Atrápala si puedes, entonces! —gritó. Giró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra con su escoba. Estaba a muy ocupada viendo a Harry para golpear a Malfoy.
Harry se inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola. Ahora era yo la que estaba asustada por Harry.
—¡HARRY POTTER OLVIDA TODO LO QUE TE DIJE Y DEJA LA MALDITA RECORDADORA!-le grite
Sin embargo Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo.
—¡HARRY POTTER!
Me di la vuelta lentamente. La profesora McGonagall corría hacia ellos. Se puso de pie, temblando.
—Nunca... en todo mis años en Hogwarts...
La profesora McGonagall estaba casi muda de la impresión, y sus gafas centelleaban de furia.
—¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...
—No fue culpa de él, profesora...-trate de enmendar las cosas
—Silencio, Scamander
—Pero Malfoy..-siguio Ron
—Ya es suficiente, Weasley. Harry Potter, ven conmigo.
Pude ver el aire triunfal de Malfoy, Crabbe y Goyle, mientras Harry andaba tras la profesora McGonagall, de vuelta al castillo.
—¡Lo vieron?! Fue impresionante!-dijeron varios
—¡Oh por dios casi se rompe el cuello!-dijo Hermione-¡qué irresponsable!
—Fue increíble-dije sin aliento-Estúpido pero increible.
Ron asintio dándome la razón.
—Pero espera no lo van a expulsar ¿verdad?-le pregunte a Ron
—Pues claro que no...digo es Harry Potter..
Oh, tenía tanto que decirles a los abuelos, solo espero que no expulsen a Harry

Laila Scamander y La Piedra FilosofalWhere stories live. Discover now