36: No tenga nada que perder y todo que ganar.

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Quedan pocos capítulos para terminar la piedra filosofal y seguir con la cámara de los secretos!!! Como comencé este libro este verano, lo terminare este mes. Y de inmediato subiré el segundo

Así que Harry y yo nos internamos en el corazón del bosque, con Malfoy y Fang. Anduvimos cerca de media hora, internándonos cada vez más profundamente, hasta que el sendero se volvió casi imposible de seguir, porque los árboles eran muy gruesos. Harry pensó que la sangre también parecía más espesa.
Mala Laila, no le leas la mente a Harry.
Pero la verdad era que estando tan asustada y preocupada por el unicornio mi mente estaba indefensa por lo que cualquier pensamiento invadía mi mente fácilmente.
Había manchas en las raíces de los árboles, como si la pobre criatura se hubiera arrastrado en su dolor. Lo que me hizo aferrarme al brazo de Harry, no quería parecer cobarde, en especial delante del tonto de Malfoy, pero un unicornio herido era demasiado traumático para mí. Pude ver un claro, más adelante, a través de las enmarañadas ramas de un viejo roble.
—Mira... —murmuró Harry levantando el otro brazo para detener a Malfoy,
Algo de un blanco brillante relucía en la tierra. Nos acercamos más.
Sí, era el unicornio y estaba muerto.
Jamás había visto un unicornio en mi vida, mi abuelo me dijo que eran muy raros de ver por lo que no me iba a encontrar uno en el bosque con tanta facilidad, siempre que pensé en mi encuentro con un unicornio siempre me lo imaginaba cómo un animal hermoso y tierno, tímido, algo frágil y majestuoso que ver a la vez, sin embargo, ahora jamás había visto algo tan hermoso y tan triste. Sus largas patas delgadas estaban dobladas en ángulos extraños por su caída y su melena color blanco perla se desparramaba sobre las hojas oscuras.
Harry había dado un paso hacia el unicornio, llevándome con él porque ahora estaba aferrada a su muñeca como si mi vida dependiera de ello, sentí lágrimas caer por mi mejilla , saboree mis saladas lágrimas y me las limpié con la manga, hipnotizada viendo el cuerpo del unicornio, cuando un sonido de algo que se deslizaba nos hizo congelarnos en donde estabamos. Un arbusto que estaba en el borde del claro se agitó... Entonces, de entre las sombras, una figura encapuchada se acercó gateando, como una bestia al acecho. Harry, Malfoy, Fang y yo  permanecimos paralizados. La figura encapuchada llegó hasta el unicornio, bajó la cabeza sobre la herida del animal y comenzó a beber su sangre.
—¡AAAAAAAAAAAAAH!
Malfoy dejó escapar un terrible grito y huyó... lo mismo que Fang. La figura encapuchada levantó la cabeza y miró directamente a Harry. No quise gritar, deberia en este momento correr con Harry y lanzar chispas Rojas pero él y yo solo nos quedábamos viendo la sangre del unicornio que le chorreaba por el pecho. Se puso de pie y se acercó rápidamente hacia nosotros...ambos estabamos paralizados de miedo, no sentía mis piernas, ni mi cuerpo, lo único que sentí fue que ya no estaba aferrada a la muñeca de Harry ya que el me tomo la mano con fuerza.
Entonces, un dolor le perforó la cabeza, algo que nunca había sentido, El dolor de Harry era tan fuerte que dentro de mi cabeza comenzó a sentirse el mismo dolor, di un gemido, sintiendo cómo se me quemaba el cerebro Casi sin poder ver, retrocedio, llevándome con él. Oí cascos galopando a nuestras espaldas, y algo saltó limpiamente y atacó a la figura.
El dolor de cabeza era tan fuerte que Harry cayó de rodillas. Pude aislar el dolor de Harry de mi mente, como encerrarla dentro de una cajita, todavía estaba latente pero ya no me dolía tanto. Pasaron unos minutos antes de que lograra porfin calmar a Harry, poniendo mi mano en su espalda mientras le murmuraba que se tranquilizara. Cuando levante la vista, la figura se había ido. Un centauro estaba ante nosotros. No era ni Ronan ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.
—¿Están bien? —dijo el centauro, ayudándolo a ponerse de pie. Mientras yo me ponía de pie.
—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?
El centauro no contestó. Tenía ojos asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a Harry con cuidado, fijando la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.
—Tú eres el chico Potter —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Pueden cabalgar? Así será más rápido... Mi nombre es Firenze —añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que ambos pudieramos montar en su lomo.
Del otro lado del claro llegó un súbito ruido de cascos al galope. Ronan y Bane aparecieron velozmente entre los árboles, resoplando y con los flancos sudados.
—¡Firenze! —rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo? Tienes humanos sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula ordinaria?
—¿Te das cuenta de quién es? —dijo Firenze—. Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.
—¿Qué le has estado diciendo? —gruñó Bane—. Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el movimiento de los planetas lo que sucederá?
Ronan dio una patada en el suelo con nerviosismo.
—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría.
También Bane dio una patada, enfadado.
—¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!
De pronto, Firenze levantó las patas con furia y tuve que aferrarme a Harry para no caer.
—¿No has visto ese unicornio? —preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.
Y Firenze partió rápidamente, con Harry y yo sujetándonos lo mejor que podíamos y dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.
Harry no entendía lo sucedido.
—¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—. Y a propósito, ¿qué era esa cosa de la que nos salvaste?
Firenze redujo el paso y previno a ambos que tuviéramos la cabeza agachada, a causa de las ramas, pero no contestó. Seguimos andando entre los árboles y en silencio, durante mucho tiempo. Sin embargo, cuando llegamos, a un lugar particularmente tupido, Firenze se detuvo.
—Harry Potter, Laila Scamander- no tengo ni idea como sabia mi nombre-saben para qué se utiliza la sangre de unicornio?
—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio....
—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —respondí viendo a Firenze— Quien haga eso es mucho peor que una escoria.
—Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios.
Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz de la luna.
—Pero ¿quién estaría tan desesperado? —se preguntó en voz alta—. Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?
—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, Laila Scamander saben qué está escondido en el colegio en este preciso momento?
—¡La Piedra Filosofal!-exclamé
—¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...-dijo Haryy
—¿No pueden pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?
Fue como si un balde de agua fría me cayera en la cabeza. En mi mente escuche cuando le pregunté a mi abuela Tina si Voldemort había matado a mi madre y ella me había respondido; «No, no fue él, fue uno de sus seguidores, ellos ya están en Azkaban y todos dicen quién El que no debe ser nombrado esta muerto, déjame decirte mi nieta, que no tienes que creer con lo que te sientas segura»
—¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?
—¡Harry! ¡Laila!, ¿están bien?
Hermione corría hacia nosotros por el sendero, con Hagrid resoplando detrás.
—Estamos bien —dijo Harry, casi sin saber lo que contestaba
—El unicornio está muerto, Hagrid, está en ese claro de atrás- dije tratando de borrar esa horrible imagen en mi cabeza.
—Aquí es donde los dejo —murmuró Firenze, mientras Hagrid corría a examinar al unicornio—. Ya están a salvo.
Harry se deslizó de su lomo y luego yo también.
—Buena suerte, Harry Potter —dijo Firenze—. Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces y Laila Scamander; tú que entiendes la atrocidad de este crimen  debes saber que necesitan suerte.
Se volvió y se internó en lo más profundo del bosque, dejándome viendo el suelo, aterrada.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalWhere stories live. Discover now