33: Todos nos odian.

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Estoy al borde de una crisis nerviosa con el colegio ya que solo quedan unos días para entregar trabajos extras y aumentar mi promedio y estoy llena de pruebas así que de verdad lo siento por no subir tan seguido como quisiera 💜💜

Las cosas no podían haber salido peor.
Filch nos llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el primer piso, donde nos sentamos a esperar; sin decir una palabra. Hermione temblaba. Excusas, disculpas y locas historias cruzaban la mente de Harry, cada una más débil que la otra, pero yo sabía que no nos podíamos zafar de esta, podía decir que Jamás había estado tan asutada, no quería ser expulsada de Howgarts, mi abuela me gritaría ,y mi abuelo y sé que me madre estarían muy decepcionados de mi, ya que para mi abuelo esto es un tema sensible. Estaba viendo al suelo con tentación, podríamos decirme que me rompí la pierna por qué me tropeze con mi baúl en la noche, Hermione ubiera ido a buscar la ayuda de Harry y como somos de primer año no tenemos ni idea donde está la enfermería...
Oh, de verdad estaba considerando romperme la pierna en ese momento, porque tener un hueso roto era mucho mejor que ser expulsada de Hogwarts
Pero no había razón en el mundo para que la profesora McGonagall aceptara que habíamos estado vagando durante la noche, para no mencionar la torre más alta de Astronomía, que estaba prohibida, salvo para las clases. Si añadía a todo eso Norberto y la capa invisible, ya podía empezar a hacer las maletas.
¿Harry pensaba que las cosas no podían estar peor? Estaba equivocado. Cuando la profesora McGonagall apareció, llevaba a Neville.
—¡Harry! —estalló Neville en cuanto nos vio—. Estaba tratando de encontrarte para prevenirte, oí que Malfoy decía que iba a atraparte, dijo que tenías un drag...
Harry y yo negamos violentamente con la cabeza, para que Neville no hablara más, pero la profesora McGonagall lo vio. Nos miró como si echara fuego igual que Norberto y se irguió, amenazadora, sobre todos nosotros.
—Nunca lo habría creído de ninguno de vosotros. El señor Filch dice que estabais en la torre de Astronomía. Es la una de la mañana. Quiero una explicación.
Ésa fue la primera vez que Hermione no pudo contestar a una pregunta de un profesor. Miraba fijamente sus zapatillas, tan rígida como una estatua, ya no podía romperme la pierna.
—Creo que tengo idea de lo que sucedió —dijo la profesora McGonagall—. No hace falta ser un genio para descubrirlo. Te inventaste una historia sobre un dragón para que Draco Malfoy saliera de la cama y se metiera en líos. Te he atrapado. Supongo que te habrá parecido divertido que Longbottom oyera la historia y también la creyera, ¿no?
—Minnie...-trate de decir pero McGonagall me dio una mirada que hizo que me callara, siempre bromeaba a la profesora McGonagall diciéndole Minnie, aunque ella decía que le disgustaba creo que le encanta.
Harry captó la mirada de Neville y trató de decirle, sin palabras, que aquello no era verdad, porque Neville parecía asombrado y herido. Y era verdad sin querer mi mente fue a la de Nevilla ya que estaba concentrada en el él y se sentía traicionado. Pobre mete- patas Neville, sabía lo que debía de haberle costado buscarnos en la oscuridad, para prevenirnos. Era un niño dulce.
—Estoy disgustada —dijo la profesora McGonagall—. Cinco alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una cosa así! Tu, Hermione Granger, pensé que tenías más sentido común. Tú, Harry Potter... Creía que Gryffindor significaba más para ti. ... Y tu, Laila Scamander pensé que tendrías un poco de consideración hacia tu abuelo Los cuatro sufriréis castigos...Sí, tú también, Longbottom, nada te da derecho a dar vueltas por el colegio durante la noche, en especial en estos días: es muy peligroso y se os descontarán cincuenta puntos de Gryffindor.
—¿Cincuenta? —yo y Harry preguntamos. Ibamos a perder el primer puesto, lo que había ganado en el último partido de Quidditch Harry.
—Cincuenta puntos cada uno —dijo la profesora McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.
—Profesora... por favor...
—Usted, usted no...
—No me digas lo que puedo o no puedo hacer; Harry Potter. Ahora, volved a la cama, todos. Nunca me he sentido tan avergonzada de alumnos de Gryffindor.
200 puntos perdidos. Eso situaba a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habíamos acabado con cualquier posibilidad de que Gryffindor ganara la copa de la casa.
Nos iban a odiar, ¿Cómo podríamos arreglarlo?
Cuando yo y Hermione fuimos s la habitación y me despedí de Harry con un simple asentimiento, Hermione fue inmediatamente a su cama sin decirme nada, parecía traumada y al borde del llanto. Yo no sé cómo consolar gente, normalmente se como calmar a animales pero no a humanos, por lo que me senté en la cama de Hermione y le di un par de palmaditas en la espalda para luego acostarme en mi cama, Cas estaba completamente dormido y tome la foto de mi madre.
Lo siento, lo siento, lo siento.
En mi diario conservaba varias fotos solo tenía una en la que yo aparecía en los brazos de mi madre, todas las otras eran animales, bestias, recortes de periódicos, y fotos de mi abuelo Newt cuando joven y estaba en sus aventuras, en algunas estaba la abuela Tina y mi tía Quennie en los años 20.
Lo siento, lo siento, lo siento
¿Qué sucedería cuando el resto de los de Gryffindor descubrieran lo que habíamos hecho?

🌌🌌

Al principio, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener; súbitamente, doscientos puntos menos que el día anterior? Y luego, se propagó la historia. Harry Potter; el famoso Harry Potter, el héroe de dos partidos de quidditch, les había hecho perder todos esos puntos, además de Laila Scamnder, la chica más simpática y espontánea de primero año que era su mejor amiga, ellos y otros dos estúpidos de primer año.
Eso era lo que la gente decía
De ser una de las personas más populares y admiradas del colegio, Harry súbitamente era el más detestado. Hasta los de Ravenclaw y Hufflepuff le giraban la cara, porque todos habían deseado ver a Slytherin perdiendo la copa. Por dondequiera que Harry pasara, lo señalaban con el dedo y no se molestaban en bajar la voz para insultarlo. Los de Slytherin, por su parte, lo aplaudían y lo vitoreaban, diciendo: «¡Gracias, Potter; te debemos una!».
A mí no me tomaban mucho en cuenta porque Harry era mucho más famoso que yo pero una vez alguien me grito;
—¡Eres una idiota Scmander!
A lo cual, yo educadamente y como toda la señorita que me educó mi abuela Tina, respondí;
—¡PÚDRETE ABBOTT!
Sólo Ron y yo lo apoyábamos.
—Se olvidarán en unas semanas. Fred y George han perdido puntos muchas veces desde que están aquí y la gente los sigue apreciando.
—Pero nunca perdieron docientos puntos de una vez, ¿verdad? — dijo Harry tristemente.
—Bueno... no —admitió Ron.
—Pero talvez si los cuentas todos serían doscientos-sugerí.
Era un poco tarde para reparar los daños, pero Harry se juró que, de ahí en adelante, no se metería en cosas que no eran asunto suyo. Todo había sido por andar averiguando y espiando. Se sentía tan avergonzado que fue a ver a Wood y le ofreció su renuncia, yo estaba a su lado...ya saben...dando mi apoyo moral.
—¿Renunciar? —exclamó Wood—. ¿Qué ganaríamos con eso? ¿Cómo vamos a recuperar puntos si no podemos jugar al quidditch?
Pero hasta el quidditch había perdido su atractivo mientras me sentaba en las gradas veía como el resto del equipo no le hablaba a Harry durante el entrenamiento, y si tenían que hablar de él lo llamaban «el buscador».
Era triste.
Hermione y Neville también sufrían. No pasaban tantos malos ratos como Harry porque no eran tan conocidos, pero nadie les hablaba.Hermione había dejado de llamar la atención en clase, y se quedaba con la cabeza baja, trabajando en silencio.
Las lecciones que tenía que repasar alejaban sus desgracias de su mente. Los cuatros nos quedábamos
juntos, trabajando hasta altas horas de la noche, tratando de recordar los ingredientes de complicadas pociones, aprendiendo de memoria hechizos y encantamientos y repitiendo las fechas de descubrimientos mágicos y rebeliones de los gnomos, en lo único qu yo ayudaba era todo lo que tenía que ver con Herbologia o bestias y animales fantásticos.
Harry se había ido a otra sección a buscar más libros mientras que yo trataba de explicarles que era un gusarajo y un unicornio, cuando Harry regresó a la biblioteca, en donde Hermione ahora estaba repasándonos Astronomía a Ron y a mí. Harry nos contó lo que había oído; Snape era culpable, y que Quirrel ya se daba por vencido.
—¡Entonces Snape lo hizo! —dijo Ron—. Si Quirrell le dijo cómo romper su encantamiento anti -Fuerzas Oscuras...
—Pero todavía queda Fluffy —dije— nuestro pequeño amiguito...
—Tal vez Snape descubrió cómo pasar ante él sin preguntarle a Hagrid — dijo Ron, mirando a los miles de libros que nos rodeaban—. Seguro que por aquí hay un libro que dice cómo burlar a un perro gigante de tres cabezas. ¿Qué vamos a hacer, Harry?
La luz de la aventura brillaba otra vez en los ojos de Ron como seguramente en los míos, pero Hermione respondió antes de que Harry lo hiciera.
—Ir a ver a Dumbledore. Eso es lo que debimos hacer hace tiempo. Si se nos ocurre algo a nosotros solos, con seguridad vamos a perder.
—¡Pero no tenemos pruebas! —exclamó Harry—. Quirrell está demasiado atemorizado para respaldarnos. Snape sólo tiene que decir que no sabía cómo entró el trol en Halloween y que él no estaba cerca del tercer piso en ese mo- mento. ¿A quién pensáis que van a creer, a él o a nosotros? No es exactamente un secreto que lo detestamos. Dumbledore creerá que nos lo hemos inventado para hacer que lo echen. Filch no nos ayudaría aunque su vida dependiera de ello, es demasiado amigo de Snape y, mientras más alumnos pueda echar, mejor para él. Y no olvidéis que se supone que no sabemos nada sobre la Piedra o Fluffy. Serían muchas explicaciones.
Hermione pareció convencida, pero Ron ni yo no.
—Si investigamos sólo un poco...
—No —dijo Harry en tono terminante—ya hemos investigado demasiado.
Acercó un mapa de Júpiter a su mesa y comenzó a aprender los nombres de sus constelaciones.
Yo le iba a insistir, Harry era con Ron y Hermione mi mejor amigo y me iba a escuchar.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalWhere stories live. Discover now