30: El Ridgeback noruego

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Cuando llamamos a la puerta de la cabaña del guardabosques, una hora más tarde, era desconcertante  ver todas las cortinas cerradas. Hagrid preguntó «¿quién es?» antes de dejarnos entrar, y luego cerró rápidamente la puerta.
En el interior; el calor era sofocante. Pese a que era un día cálido, en la chimenea ardía un buen fuego. Hagrid preparó el té y ofreció bocadillos de comadreja, que todos nos negamos.
—Entonces ¿queríais preguntarme algo?
—Sí —dijo Harry No tenía sentido dar más vueltas—. Nos preguntábamos si podías decirnos si hay algo más que custodie a la Piedra Filosofal, además de Fluffy.
Hagrid lo miró con aire adusto.
—Por supuesto que no puedo —dijo—. En primer lugar; no lo sé. En segundo lugar, vosotros ya sabéis demasiado, así que tampoco os lo diría si lo supiera. Esa Piedra está aquí por un buen motivo. Casi la roban de Gringotts... Aunque eso ya lo sabíais, ¿no? Me gustaría saber cómo averiguasteis lo de Fluffy .
—Oh, vamos, Hagrid, puedes no querer contarnos, pero debes saberlo, tú sabes todo lo que sucede por aquí —dije mientras de un salto me acosté en el enorme sillón, con voz afectuosa y lisonjera. La barba de Hagrid se agitó y vi que sonreía—: Nos preguntábamos en quién más podía confiar Dumbledore lo suficiente para pedirle ayuda, además de ti.
Con esas últimas palabras, el pecho de Hagrid se ensanchó. Harry y Ron y Hermione me miraron  con orgullo y yo discretamente les guiñe un ojo.
—Bueno, supongo que no tiene nada de malo deciros esto... Dejadme ver... Yo le presté a Fluffy ... luego algunos de los profesores hicieron encantamientos... el profesor Sprout, el profesor Flitwick, la profesora McGonagall —contó con los dedos—, el profesor Quirrell y el mismo Dumbledore, por supuesto. Esperad, me he olvidado de alguien. Oh, claro, el profesor Snape.
—¿Snape?
—Ajá... No seguiréis con eso todavía, ¿no? Mirad, Snape ayudó a proteger la Piedra, no quiere robarla.
Harry, Ron y Hermione estaban pensando lo mismo ; si Snape había formado parte de la protección de la Piedra, le resultaría fácil descubrir cómo la protegían los otros profesores.
Mala Laila no debes espiar la mente de tus amigos !
Es probable que supiera todos los encantamientos, salvo el de Quirrell, y cómo pasar ante Fluffy. Yo ya no sabía que pensar las probabilidades eran de un 50% de que Snape fuera culpable.
—Tu eres el único que sabe cómo pasar ante Fluffy, ¿no, Hagrid? — preguntó Harry con ansiedad—. Y no se lo dirás a nadie, ¿no es cierto? ¿Ni siquiera a un profesor?
—Ni un alma lo sabe, salvo Dumbledore y yo —dijo Hagrid con orgullo.
—Bueno, eso es algo —murmuró Harry a los demás—. Hagrid, ¿podríamos abrir una ventana? Me estoy asando.
—No puedo, Harry, lo siento —respondió Hagrid. Note que miraba de reojo hacia el fuego. Harry y yo también miramos
—Hagrid... ¿Qué es eso?
Pero yo ya sabía lo que era. En el centro de la chimenea, debajo de la cazuela, había un enorme huevo negro.
—Ah —dijo Hagrid, tirándose con nerviosismo de la barba—. Eso... eh...
—¿Dónde lo has..? —comenzó a preguntar Ron, agachándose ante la chimenea para ver de cerca el huevo , pero en cuanto vi el huevo empuje a Ron, haciendo que se cayera de espaldas con un grito y yo me agaché ante la chimenea, no pude evitar soltar un chillido, sentía que se me iba a salir el corazón
—¿Cómo lo conseguiste?-balbuceé-¡Debe de haberte costado una fortuna!
—Lo gané —explicó Hagrid—. La otra noche. Estaba en la aldea, tomando unas copas y me puse a jugar a las cartas con un desconocido. Creo que se alegró mucho de librarse de él, si he de ser sincero.
—Pero ¿qué vas a hacer cuando salga del cascarón? —preguntó Hermione.
—Bueno, estuve leyendo un poco —dijo Hagrid, sacando un gran libro de debajo de su almohada—. Lo conseguí en la biblioteca: Crianza de dragones para placer y provecho. Está un poco anticuado, por supuesto, pero sale todo. Mantener el huevo en el fuego, porque las madres respiran fuego sobre ellos y, cuando salen del cascarón...
—Alimentarlos con brandy mezclado con sangre de pollo, cada media hora- le dije con una sonrisa de alegría- ¿Alguien sabe como entrar a un bar sin que noten que mides un metro cincuenta?
—Y mirad, dice cómo reconocer los diferentes huevos. El que tengo es un ridgeback noruego. Y son muy raros.
Parecía muy satisfecho de sí mismo, pero Hermione no.
—Hagrid, tú vives en una casa de madera —dijo.
Pero Hagrid ni la escuchaba. Canturreaba alegremente mientras alimentaba el fuego.
Así que ya tenían algo más de qué preocuparse: lo que podía sucederle a Hagrid si alguien descubría que ocultaba un dragón ilegal en su cabaña, por supuesto que fui a visitarlo siempre que podía, hablábamos del huevo, su crianza y cómo llamarlo. Hagrid me decía que quería llamarlo Norberto. Le expliqué que mi sueño era tener tres dragones y que todos me decían que estaba loca; Hagrid me vio como si me saliera una tercera cabeza y negó con la cabeza, diciéndome que no era nada de loco ese sueño, y que no era estupido.

—Me pregunto cómo será tener una vida tranquila —suspiró Ron, mientras noche tras noche luchaban con todo el trabajo extra que les daban los profesores. Hermione había comenzado ya a hacer horarios de repaso para Harry y Ron. Los estaba volviendo locos, y no era necesario leerles la mente.
Entonces, durante un desayuno, Hedwig entregó a Harry otra nota de Hagrid, inmediatamente después de leerla me la paso, Sólo decía: «Está a punto de salir» Di un chillido emocionada, mi cabello cambio involuntariamente de color e hice que mi pan tostado saliera volando hacia la mesa de Ravenclaw.
—¡Lo siento!
Ron y yo queríamos faltar a la clase de Herbología e ir directamente a la cabaña. Hermione no quería ni oír hablar de eso.
—Hermione, ¿cuántas veces en nuestra vida veremos a un dragón saliendo de su huevo?- le pregunte
—Tenemos clases, nos vamos a meter en líos y no vamos a poder hacer nada cuando alguien descubra lo que Hagrid está haciendo...
—¡Cállate! —susurró Harry
Malfoy estaba cerca de nosotros y se había quedado inmóvil para escucharnos ¿Cuánto había oído? A Harry ni a mi nos gustó la expresión de su cara.
Por más que quisiera leerle la mente y me estaba tentando no podía, le había echo una promesa a mi abuelo Newt.

Ron y Hermione discutieron durante todo el camino hacia la clase de Herbología, yo no discuto por qué de todas formas iría  y, al final, Hermione aceptó ir a la cabaña de Hagrid con ellos durante el recreo de la mañana. Cuando al final de las clases sonó la campana del castillo, los cuatro dejamos los trasplantadores y corrimos por el parque hasta el borde del bosque. Hagrid nos recibió, excitado y radiante, me dio un abrazo elevándome un metro del suelo.
—Ya casi está fuera —dijo cuando entramos.
El huevo estaba sobre la mesa. Tenía grietas en la cáscara. Algo se movía en el interior y un curioso ruido salía de allí.
Todos nos acercamos a las sillas a la mesa y esperamos, respirando con agitación.
De pronto se oyó un ruido y el huevo se abrió. La cría de dragón aleteó en la mesa. No era exactamente bonito. Harry pensó que parecía un paraguas negro arrugado.
Era hermoso.
Sus alas puntiagudas eran enormes, comparadas con su cuerpo flacucho. Tenía un hocico largo con anchas fosas nasales, las puntas de los cuernos ya le salían y tenía los ojos anaranjados y saltones.
Estornudó. Volaron unas chispas.
—¿No es precioso? —murmuró Hagrid.
—Es tan bonito-llore
Alargó una mano para acariciar la cabeza del dragón. Este le dio un mordisco en los dedos, enseñando unos
colmillos puntiagudos.
—¡Bendito sea! Mirad, conoce a su mamá —dijo Hagrid.
—Hagrid —dijo Hermione—. ¿Cuánto tardan en crecer los ridgebacks noruegos?
Hagrid iba a contestarle, al igual que yo cuando de golpe su rostro palideció. Se puso de pie de un salto y corrió hacia la ventana.
—¿Qué sucede?
—Alguien estaba mirando por una rendija de la cortina... Era un chico... Va corriendo hacia el colegio.
Harry y yo nos miramos alarmados y fuimos hasta la puerta y lo vimos Incluso a distancia, era inconfundible: Malfoy había visto el dragón.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalOù les histoires vivent. Découvrez maintenant