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Londres, Inglaterra. Diciembre de 1766.

Claudia le daba caricias a su vientre, el bebé la había despertado de nuevo.
Por su memoria, transcurrieron los sucesos de los meses anteriores: los golpes que su marido le daba, reunirse con Robert, escapar a Inglaterra. Pudo pensar en otros lugares, pero pensó que su marido podría ir por ella a cualquier parte del país. Inglaterra era la mejor opción. Y ahora estaba allí, sin nada.
Había logrado encontrar asilo en una casa de ayuda. Le enviaría una carta a Robert para que le mandara algo de dinero para poder iniciar una nueva vida en Inglaterra.
-Oye- dijo una voz- Si no duermes bien podría hacerle mal al bebé.
-No es mi culpa tener pesadillas, Marla- le respondió Claudia.
-Quieres que te cante una canción de cuna?- le preguntó.
-No, gracias. Quieres hablar?- le dijo Claudia.
-Si quiero- respondió ella.

Marla era su compañera de habitación y se había vuelto su mejor amiga. Ella le había ayudado a adaptarse en ese lugar, le daba consejos sobre como cuidar a su bebé e incluso ambas habían escapado de sus maridos abusadores.
-Como piensas que será tu bebé?- le preguntó Marla.
-Una cosita hermosa- respondió Claudia- Será amable y cariñoso. Educado y muy inteligente. Trataré de que no sea como su padre y le enseñaré muchas cosas.
-Y si es niña?- le preguntó Marla.
-Si es niña- dijo Claudia- Entonces será elegante y considerada. Inteligente y destinada. Logrará que los hombres la respeten. Y la voy a amar por siempre. Será mi pequeña amiga.
-Como la llamarás?- le dijo su amiga.
-Minerva.
-Y si es barón?.
-Magnus.

Claudia se quedó dormida con el nombre de su bebé en los labios.
Magnus...

***

U

na semana después, Claudia estaba en un orfanato, allí se había propuesto voluntaria para leerles a los niños. Los niños la querían, por que era muy gentil con ellos. Desde hacía un tiempo que venía a leerle a los niños. Pero esa tarde, sería diferente a muchas otras.
Claudia empezó a sentir que su ropa interior mojada y entonces, empezó a tener el bebé.
Las mujeres del orfanato llevaron a Claudia al hospital de allí. Al final, el bebé nació.
-Es un niño, señora- dijo la partera.
La partera le dio a Claudia su bebé. El pequeño dejó de llorar en cuánto estuvo en los brazos de su madre.
-Mi pequeño- dijo la mujer- Mi niño. Mi pequeño Magnus.
Claudia sintió que empezaba a perder el sentido.
-Necesito que contacten a Robert Lightwood, el vive en París.
No le digan a mi pequeño quienes son sus padres. Mientanle si es necesario. No quiero su padre tenga contacto con él. Te quiero, Magnus. Mi pequeño. Creo que no seremos todos felices al final.

Claudia cerró los ojos y Magnus volvió a llorar.

***

-Ella dijo antes de morir que lo contactemos- le dijo una de las enfermeras a Robert.
Robert Lightwood estaba en la sentado en una de las salas del orfanato. En cuanto lo contactaron y le informaron de lo sucedido, había partido inmediatamente.
Aún recordaba la charla que había tenido con Maurice, una muy desagradable. Esperaba no volver a verlo.
-Me llevaré al niño- dijo Robert- Y lo cuidaré como si fuera mi hijo.
-No- respondió otra enfermera- Claudia había dicho que no quería que su hijo tuviera contacto con su padre. Que valla con usted a París en donde posiblemente esté Maurice, podría terminar mal.
-Entonces que se quede aquí- dijo Robert- Cuidenlo. Les enviaré dinero para el cuidado del niño y me tendrán informados sobre su crecimiento. Hasta que sea adoptado por una buena familia. Evitaremos a cualquier costo, que no tenga que conocer a su padre.

***

Londres, Inglaterra. Febrero de 1775.

Maurice caminaba por las calles de Londres. Corrían rumores de que su esposa e hijo podían estar en Inglaterra y quería encontrarlos.
Se enteró que Claudia solía ir a un orfanato y leerles a los niños de allí. Cuándo llegó, unas mujeres lo recibieron.

-Buenas tardes- saludó Maurice- Soy Maurice Baudelaire. Busco a mi mujer, Claudia.
-Ella murió- dijo una de las señoras. La mujer recordaba las palabras de Claudia.
-A que se refiere?- preguntó Maurice.
-Ella enfermó y murió- mintió la mujer.
-Mi hijo...aún estaba en el vientre?
-Si, señor.

***

Un pequeño Magnus corría en orfanato, a penas tenía cuatro años. El era igual qué su madre. Incluso heredó sus ojos. A Magnus le gustaba jugar con los otros niños, era rápido para hacer amigos.
Magnus vio a una de las mujeres que lo cuidaban. El pequeño siempre había sentido que en aquel lugar, tenía un trato diferente que al de los otros niños.
Magnus arrancó una flor del jardín y se la dio a la mujer.
-Oh- dijo ella- es hermosa, gracias Magnus. Pero no quiero que arranques las flores.
-Si señora- dijo el pequeño Magnus.
-Me recuerdas a tu madre.
-De verdad?- Magnus sabía que había nacido en el orfanato.- Como era ella?

La mujer iba a hablar, pero recordó lo que Claudia le dijo:
No le digan a mi pequeño quienes son sus padres. Mientanle si es necesario.

Entre El Amor Y El Frio Acero (Caigo Cautivo #2. Malec AU)Where stories live. Discover now