Prólogo

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El día que morí no fue un día triste.

La gente no lloraba, pero tampoco reía. Simplemente vivían.

Yo les avisé que esto pasaría, y por eso estaban preparados, preparados para sufrir.

El día que murió Red fue un día lluvioso, de esos que quedan perfectos en los entierros, de esos que acompañan al día más triste de tu vida, de su vida.

Y fue gracioso, irónicamente, fue gracioso como con ella lloraron mientras que conmigo solo vivían.

Fue entonces que me di cuenta de quién era yo.

Fue entonces que me di cuenta de quién era ella.

Ella me mató hacía mucho tiempo después de estar muerta.

Porque Red no era quien la gente se pensaba que era. Porque Red, no era simplemente Red.

Red Donde viven las historias. Descúbrelo ahora