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¡No! —Gritó mi padre frunciendo el ceño a mi madre. —¿Estás loca? —Preguntó retóricamente. —¡Es nuestra maldita hija! —Volvió a chillar mi padre enfadado. Mi madre negó con la cabeza repetidas veces y se puso las manos en la cara sin querer ver más allá de la oscuridad que sus palmas le dejaban.

Un silencio con demasiada tensión se posó en la habitación. La causa de este era clara: hacía apenas dos minutos yo había muerto. Hacía apenas dos minutos Red había muerto.

No lo es. —Habló mi madre después de un buen rato de silencio incómodo. —No es nuestra hija. —Repitió de nuevo enfatizando la palabra "nuestra". Mi padre le miró con cara de asombro y susurró lo que parecía una maldición en voz baja. Creía que el ambiente no podía ser más tenso, pero después de aquellas palabras me di cuenta de que si podía serlo. —Lo sé. —Admitió mi madre con unas cuantas lágrimas cayendo de sus ojos oscuros como el carbón, tan diferentes a los míos.

¿A qué te refieres Clara? —Preguntó mi padre con su cara hecha un puzzle, ese enigma que pensaba que nunca descubriría parecía ser posible de encajar. —¿Qué sabes Clara? —Siguió preguntando al ver que no conseguía respuesta válida de parte de mi madre. Miré como los ojos claros de mi padre se empezaban a difuminar por el agua que había en éstos, yo en aquel momento no lo sabía, pero él no era tan sincero como lo solía ser en mi mente.

¿Cuándo fue? —Habló mi madre con cierta rabia contenida. —¿Cuándo fue que estuviste con Grace? —Soltó Clara sin medir el enfado que tenía guardado desde lo que parecía, hacía años. Grace siempre fue una buena chica, una buena madre de sus hijos, de su hija, una buena madre de Red. Hasta que murió en "un trágico accidente de tráfico. " Grace era la mujer de Robert, el padre de Red, los mejores amigos de mis padres.

No sé de qué estás hablando Clara. —Se serenó mi padre después de un rato esperando la respuesta de su mujer. Mi madre levantó una ceja con incredulidad y resopló.

¡Deja de mentir de una puñetera vez Cristian! —Gritó de un momento a otro Clara entre sollozos y gritos desconsolados. Yo simplemente estaba allí, sentada con mi vestido azul lleno de sangre y mirando la situación, llevando mis ojos de un costado a otro y sin entender a qué se referían. —Tenemos que llevarla a... a... a... ¡No sé donde mierda tenemos que llevarla pero no la quiero aquí! —Volvió a gritar mi madre esta vez mirándome acusadoramente. ¿Por qué me miraba a mí? ¿Acaso yo no era la que yacía muerta en el suelo de mi habitación? ¿Acaso yo no era la víctima de todo?

Clara tienes que calmarte. —Mi padre se acercó a mi madre para abrazarla, y ésta se apartó. —No me toques. —Susurró lo suficientemente alto para que resonara por todas las paredes. —Quiero que te la lleves de aquí. —Dijo volviendo de nuevo su mirada a mis ojos claros. Me miró con una mueca que no supe identificar y seguí limpiando mis manos en la prenda azul. —Quiero el divorcio Cristian. —Habló seriamente.

—¿Qué? —Dijo Cristian sin entender su reacción.

Quiero el maldito divorcio y no quiero verte nunca más. —Repitió dando pasos en dirección a la puerta. —Y a ella menos. —Añadió con asco en sus palabras y con una mirada asesina.

¡Es tu hija también Clara! —Chilló mi padre justo antes de que se fuera mi madre.

¡Es tu maldita hija Robert! —Respondió con rabia. —¡Tu hija y la de Grace! —Añadió justo antes de abrir la puerta y salir de la habitación dejándonos a mi padre y a mí en el suelo ensangrentado y nuestras caras de asombro por todas las paredes.

Red hoy se encontraba demasiado bien para ser ella. Demasiado bien para ser jueves.

—¿Estás bien? —Pregunté al verla comer aquella roja manzana de aspecto muy jugoso. Red adoraba la manzanas, un alimento dulce y casi sin calorías, como ella decía. Mi hermana asintió con la cabeza seguidamente y frunció el ceño sin entender el por qué de esa pregunta. —Normalmente cuando comes no estás así de bien. —Dije sin darle más importancia. Ella levantó los hombros con indiferencia y se sentó en el sofá. Me senté  a su lado sin hacer ruido y me quedé mirando sus uñas, aún tenían tierra de hacía cuatro días.

—¿Lo hiciste bien? —Pregunté sin nombrar a qué me refería, ella me entendía. Red asintió de nuevo y siguió mirando la serie que estaban dando en la televisión. —Pero Gabriel estaba en... —Volví a tocar el tema, al ver sus ojos acuosos paré. —Está muerto ¿Verdad? —Quería confirmar lo que ya sabía. Red asintió por tercera vez. —Y enterrado. Añadió ella.

La vibración de mi móvil me hizo darme cuenta que había recibido un mensaje.

"Tú, yo, la playa. ¿Qué te parece el plan? " Leí el mensaje con el ceño fruncido y una sonrisa salió de mis labios al leer el siguiente mensaje.

"No, no, no quería decir playa. Mejor montaña... "Escribió el chico recordando la última vez que fuimos a la playa.

"¿Bueno la montaña es un poco cutre no? " Siguió enviando.

"Mejor damos un paseo por Barcelona. "Envió por último con un emoticono de pensativo.

—¿Quién es? —Preguntó Red mirando la pantalla sin permiso.

—Miquel. —Nombré su nombre con una ancha sonrisa y con una pequeña carcajada por lo que me acababa de enviar, pobre, lo hacía con buena intención, yo lo sabía.

—No me gusta. —Dijo Red de un momento a otro. Le miré con una mueca de interrogación y siguió hablando. —No me gusta ese chico, es raro. —Argumentó.

—Tú también eres rara y nadie te dice nada. —Hablé con un tono algo borde y poniéndome a la defensiva. —Además a mi me importa una mierda si te gusta o no, a mi me gusta y yo le gusto a él. Punto y final. —Añadí levantándome del sofá y contestando al mensaje de Miquel confirmando mi asistencia.

—¿Le gustas? —Preguntó mi hermana con una sonrisa que me dio ganas de abofetear. Yo asentí enfadada y ella siguió hablando. —Cariño, que ingenua que eres. —Dijo ensanchando su sonrisa malvada, me daba asco.

—Al menos a alguien le gusto. —Dije refiriéndome a su situación. —No como a otras. —Recalqué. Red me miró con indiferencia mientras yo salía de la casa echando fuego por los ojos. —A mí no me tienen que violar. —Dije justo antes de cerrar la puerta de mi casa con un sonoro ruido.

Red me tenía harta.

Ojalá y Red estuviera muerta.

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