Parte 60

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—Oliver ¿Es enserio eso que piensas hacer? —David me mira enarcando una ceja mientras se cruza de brazos —es decir, ya estás casado ¿Para qué?

—Para que tenga un buen recuerdo, David. Para las mujeres eso es importante, todas sueñan con el dia que les propongan matrimonio. Pero no le cuestes a Natalie porque le irá a decir y ya no será una sorpresa.

David comienza a caminar de un lado a otro en el gimnasio.

—¿Puedo estar ahí por si te rechaza? No quiero perderme nada.

Esbozo una sonrisa.

—No, no puedes, y no me va a rechazar. Tú ya has pedido matrimonio así que quiero que me aconsejes.

Él me mira con su entrecejo fruncido.

—No me lo recuerdes, Oliver. Pasé vergüenza en un restaurante donde me gasté todos mis ahorros para que ella un mes después dejara el anillo sobre mi cama y una nota que decía "Lo lamento" —David se queda pensativo e inmediatamente cambia su expresión por un resoplo. Aunque yo sé que eso aún le afecta —Bien, practiquemos, sólo te pones de rodillas y enuncias las mágicas palabras. Yo soy Alex y tú... bueno, eres el mismo idiota.

Enarco una ceja y lo miro. Camina hacia un trapeador, le quita las mechas y se las pone en la cabeza simulando una cabellera. Lo miro con intriga y camina de regreso.

—David ¿Qué estás haciendo?

Se para frente a mí, toma un mechón de las mechas que caen a ambos lados de su rostro y comienza a enrollarlo en su dedo mientras se lleva la otra mano a la cintura.

¡Oh por Dios! Yo no puedo con esto y para rematar las cosas finge una voz femenina.

—Apresúrate hijo de puta, tengo que pintar mis uñas —sostengo mi abdomen de tantas carcajadas y él termina riendo conmigo.

—Joder Oliver. Vamos, sólo póstrate en una rodilla y di las putas palabras de una buena vez —cuando me estoy calmando, y estoy listo para hacer lo que él dice, se para en la misma posición y sigue enrollando la mecha en su dedo.

—No... n... no puedo —balbuceo entre risas y él me mira.

—Oliver, maldición. Sólo finge que soy Alex.

No puedo fingir que es Alex, pero bueno... me postro en una rodilla como él dice y extiende su mano izquierda hacia mí, la tomo y en ese preciso instante la puerta del gimnasio se abre.

—SANTA CACHUCHA ¿Puedo ser la dama de honor? —Rosa nos mira alternadamente, de inmediato David quita las mechas de su cabeza y siento como la sangre corre directamente a mis mejillas. Ella suelta una carcajada y cuando iba a publicar lo que acababa de ver en su estado de "waksak" tuvimos que secuestrarla y amarrarla en una esquina.

Obviamente no. Pero si le explicamos que no podía contarle a Alex porque era una sorpresa, comenzó a gritar como loca y casi se desmaya.

—Pero esta vez si me invita niño Oliver, porque si no, juro que lo bloqueo en mi feibu.

—Yo no tengo FACEBOOK, Rosa.

—Pero lo va a tener, como venganza le haré un feibu y comenzaré a chatear con hombres haciéndome pasar por usted.

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Conduzco hasta la empresa pensando una y otra vez que excusa le pondré a Alex para quedarme más tiempo en la oficina sin que sospeche algo y miro una maldita flor sonriente colgando de mi espejo retrovisor, Alex la había comprado el otro día y no... no la colgó de su auto... la tuvo que venir a colgar del mío, joder. Un día que Alex no venga conmigo la tiraré en un basurero y fingiré que me asaltaron y sólo se llevaron la puta flor.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Where stories live. Discover now