Parte 76

127K 11.8K 1K
                                    

—¿Cómo estás, maldito? —David se acerca a mí con una taza de café en manos, levanto levemente la mirada mientras se sienta a la par mía y la vuelvo a mi computadora.

—¿Qué hay, perro? —extiendo mi puño cerrado hacia él y él golpea suavemente con sus nudillos.

—¿Qué tal van las cosas contigo y tu padre? —no contesto, tengo muchas cosas que hacer, no puedo ponerme a hablar de mi padre cuando tengo trabajo pendiente.

Comienza a hablarme pero no presto la mínima atención, estoy muy ocupado y no quiero distracciones, en mi correo, veo un mensaje de mi padre con el asunto "Importante", lo borro de inmediato, lo único que hace es estresarme, el día anterior había abierto uno por equivocación y era solo para decirme "basta con tu estúpido juego" lo bloquearé, eso haré, hasta de mi teléfono celular.

—¿Anderson? ¡Joder! ¿Estás poniéndome atención? —David sacude su mano frente a mí.

—David, estoy ocupado —riño.

—Uyyy ¿Cuándo te bajó? —y suelta una risa que me encabrona más.

—David, esto es serio —lo miro fijamente, a veces David me saca de quicio.

—Anderson, relájate. Creo que estás tomándote esto a pecho, ya está logrado lo que querías hacer, eres un maldito genio ¿Por qué no descansar? —él se recuesta tan frescamente en el espaldar de su silla y me mira con gesto divertido.

—Aún falta, David y lo sabes, falta mucho. Me sorprende que estés portándote de esta forma —pongo mi antebrazo sobre el escritorio de vidrio mientras continúo mi mirada de decepción sobre él.

—Yo creo que te estás pasando. No te he visto ver hacia otro lugar que no sea esa computadora —David se cruza de brazos —hasta el día que te dé un derrame cerebral vas a parar ¿Eres así con Alex?

—Por supuesto que no, pero tú no eres Alex.

—¿En serio? Por que ayer había hecho una cena para ti y ni siquiera te dignaste a comer con ella —me recuesto en el espaldar de la silla, mientras frunzo mi entrecejo, en ese momento el mismo señor Bürke que me causa dolores de cabeza se acerca a nosotros, saludándonos con un apretón de manos a lo que ambos correspondemos.

Mi día transcurre bastante rápido, el señor Bürke nos invita a almorzar y un par de horas luego recuerdo que había quedado de almorzar con Alex, mierda, lo olvidé, no me quiero imaginar lo molesta que ha de estar, reviso mi teléfono celular y por suerte no hay llamadas suyas, espero sinceramente un milagro del Ser Supremo y que también se le haya olvidado.

Conduzco a casa, al llegar la llamo por su nombre y nadie responde, Rosa me dijo que hoy por la tarde no se presentaría porque una de sus ocho hermanas está de cumpleaños, lo que me hace pensar que Alex no está aquí, no le gusta estar sola, miro por la ventana y observo el auto y la puta motocicleta estacionados en el parqueo, subo a la habitación y no está, frunzo mi entrecejo, no creo que esté en casa de David porque Natalie a estas horas trabaja, voy hasta el gimnasio y tampoco está.

La busco por todos los rincones de la casa y no aparece, esto ya me está preocupando, saco mi teléfono celular y a los dos tonos contesta, siento un alivio recorrer mi cuerpo al momento que su dulce voz invade mis oídos.

—¿Oliver? —dice, al descolgar.

—Alex ¿Dónde estás? —pregunto, casi de inmediato, tomando las llaves de mi auto para ir por ella.

—¿Ahora si te acuerdas que tienes esposa? —suspiro, mierda, si se acordó.

—Alex, por Dios.

—Me dijiste que almorzaríamos juntos —habla, con un tono de voz bastante molesto ¡ah! ¡por Dios! No es para tanto.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora