Parte 64

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Nota: En mi perfil de Instagram (@r1aguirre) pueden encontrar unos chats estilo whatsapp entre Oliver y David :D por si quieren irse a reír un rato (eso sí, tendrían que buscar entre todas mis publicaciones, pero valen la pena, lo prometo jeje).



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No puedo creer que ya falten cinco meses para que Alex y yo contraigamos matrimonio de verdad, si ya estoy nervioso, no sé como iré a estar ese día, de seguro me desmayo al verla y haré el show frente a todos. Quiere que su padre la lleve hacia el altar, y esa idea me gustó, hasta vi el brillo en los ojos de Alexander al escucharla enunciar esas palabras y esto que estaba del otro lado de la computadora, ellos se llaman diario y es que también el señor Alexander tiene esa personalidad bastante alegre, me siento relajado entre toda esa familia.

Hay días que tengo que trabajar en casa como hoy, y lo que más me gusta es que Alex siempre está conmigo y me hace reír de vez en cuando haciendo que el estrés desaparezca de mi por completo, hasta disfruto trabajar cuando estoy con ella. Y mucho más cuando mira esos ridículos programas de televisión que la hacen reír a carcajadas pero sus carcajadas me contagian y termino riendo con ella del estúpido programa de mujeres de una fraternidad que las persigue un hombre disfrazado del diablo y las mata una a una ¿Qué clase de programa es ese?

—¿Dónde quieres ir, mi amor? —pregunto, una vez que ya no está riendo por el tonto programa ese, ella despega su mirada de la tv y me observa enarcando una ceja.

—¿Cómo que donde quiero ir? —se sienta en la cama de frente a mí y me observa intrigada.

—De luna de miel, o algo así le llaman... creo —sonríe, con esa linda sonrisa, continúo tecleando mientras la escucho.

—Oliver, faltan sus cuantos meses aún.

–Cinco para ser exactos —puedo mencionar, días, horas y minutos, tengo todo contado.

—¿Lo ves? No sabes si puedo morir antes —frunzo el ceño y la observo, sólo a ella se le ocurre bromear con estas cosas.

—Ni se te ocurra hablar de eso porque te juro que yo mismo me deshago de esa puta motocicleta.

—¿Y qué diablos tiene que ver la motocicleta? —se ríe, pero a mí eso no me da nada de gracia.

—Lo que quieres es que te encierre en esta casa para siempre, o te encierre en una torre como a esa tal Rapunzel–—o creo que así se llama, continúo tecleando, esto no es para nada gracioso.

—Exageras Oliver, demasiado en serio. No me imagino como serás con tus hijos.

—Si es niña, me compro una escopeta y si es niño, bueno, también —y continúo tecleando.

—¿Y bien? ¿Te parece París? Me dijiste que te gustaba París y la última vez que estuvimos allá ni siquiera lo disfrutamos —sí, hablo en ese sentido.

—París suena bien. Pero...

—¿Pero? —arqueo mis cejas.

—Viajemos en vuelo comercial, tomemos transportes públicos y rentemos una habitación en un lugar barato como personas normales.

—¿Ah? —la miro con intriga, esta mujer me quiere matar —me estás tomando del pelo ¿Cierto? ¿Quieres que hagamos bebés sobre sábanas sudadas y olor a axila encebollada?

—¿Lo ves? Eres un exagerado —ríe sonoramente y me tira un cojín en la cara.

—¡Alex! —tomo la almohada y la lanzo contra ella, me contra —ataca con otra almohada y termino haciendo lo mismo.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora