Parte 74

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Despierto de golpe, ya la claridad está golpeando fuerte mis pestañas, observo el reloj, son más de las 8 am, ¡Wow! Nuevo récord, ya estoy aprendiendo a ser pobre, esto es lo más tarde que me he podido levantar, Alex sigue ahí a la par mía, ella si rompe récord todos los días al levantarse bastante tarde, pero que disfrute mientras somos pobres, ya sé, menciono esa jodida palabra muchas veces...pero es que... amo ser pobre.

Hago mi rutina de ejercicios, hoy tocan piernas. A los minutos David se aparece, bostezando, con su cabello rubio despeinado como siempre.

—Oliver ¿Para qué putas quieres más culo? ¿No ves que ya pareces Nicki Minaj? —¡Ah!

—¿Y tú para que putas quieres más pelo? ¿No ves que pareces el maldito de Wolverine?

—Amo mi barba Oliver. Déjame en paz —David me mira con desaprobación y se dirige hacia una caminadora eléctrica —Y bien ¿Qué te ha dicho tu padre? —me siento en una banca plana, mientras tomo un sorbo de agua.

—Nada, ya sabes, lo típico. Henry aquí, Henry allá, Henry, Henry y Henry.

—Maldito hijo de puta —me interrumpe, con su respiración entrecortada por el ejercicio —digo, no es que le diga puta a Margot, es que Henry debió nacer de otra madre, alguna puta y Margot que es tan buena lo adoptó...

—David, deja de inventar, desgraciadamente es el clon del señor Anderson. Creo que por eso tanto favoritismo.

—Agradece que tú te pareces a tu madre en todos los sentidos. Por eso eres mucho más guapo —frunzo mi entrecejo y lo miro con intriga.

—¿Sabes que eso sonó tan gay? Luego te molestas que te crean homosexual.

—No... mi King Kong y yo amamos las vaginas —y Alex se ríe del nombre de mi súper Oliver, y esto que no sabe como David llama a su miembro, no puedo evitar reír cada que escucho eso.

Una vez que David se ha retirado, me dirijo hacia la cocina y ahí está mi linda rubia preparando mi batido de proteínas, como siempre lo hace, cuando sabe que estoy en el gimnasio, la amo. Me acerco a ella abrazándola por detrás haciéndola que se estremezca y derrame parte del batido sobre la encimera y su short de la rana René, evito reír por que luego mi brazo termina en un ángulo bastante doloroso.

—Tú limpias —dice de inmediato una vez que me entrega el vaso, no tengo de otra, con una media sonrisa tomo el vaso, ella también sonríe, que linda, beso sus labios mientras limpia sus piernas y manos del batido de proteínas y sube por las escaleras a cambiarse.

Escucho el timbre sonar, frunzo mi entrecejo, no espero a nadie a esta hora, pongo la polera que traigo en manos sobre mi cuerpo mientras camino hacia la puerta, al acercarme a la cámara que está instalada afuera veo que es mi padre ¿Mi padre? Deseo dejarlo ahí, pero ya ni molesto estoy con él por su serenata de la jodida canción del Titanic. Abro la puerta indicándole que pase y él lo hace, se detiene por unos minutos viendo la alfombra de girasol de Alex en la entrada, el último día que estuvo aquí fue para el cumpleaños de mi rubia y había escondido esa puta alfombra.

—Interesante alfombra —dice, volviendo su mirada a mí, lleva una muleta porque al parecer su rodilla sufrió un poco con la caída de ayer, me contengo de reír al recordar eso.

—Es de Alex —digo, mientras camino hacia el comedor para continuar bebiendo mi batido. El camina tras mío y se sienta en una de las sillas del comedor —¿Y qué te trae por acá?

—Vengo por los documentos que tu madre me dijo que tenías y que me los ibas a facilitar.

—Ah sí, pero ¿Sabes por qué lo haré? Porque estás mandando a la mierda todo mi trabajo.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora