Capítulo 17

38.2K 2.1K 146
                                    

AMY POV

Max está actuando raro.

Y estoy cien por ciento segura de que yo también estoy actuando del mismo modo a su alrededor. Ya no sé qué pensar, todo es tan diferente y en algún sentido tan igual que antes. Pero no en verdad. Ya no más.

La colación está cada vez más cerca y finalmente he decidido qué vestido usar. Kiara y yo hemos pasado bastante tiempo en internet en busca del vestido blanco perfecto para ese día. Y he acosado a Max para que no se olvide de su mocasín. Tiene una tendencia a dejar las cosas para última hora.

Estoy sentada en el sofá de la pieza de Chad. Estoy sentada en el sofá de la pieza de Chad. Últimamente, pasábamos mucho tiempo aquí con los chicos. Para mi respiro y suerte, Chad nunca más puso porno, se la pasa jugando juegos con Max, a veces le gana y otras no. Yo nunca gané, me he dado cuenta que apesto en ello. ¿El premio para el ganador? Un paquete de cerveza. Hombres.

En estos momentos, Kiara está sentada sobre un cojín en el suelo al lado de Chad. A este chico le gusta estar pegado al piso por algún motivo. ¿Su defensa? El piso siempre está frío y fresco. A veces me pregunto que está mal con él y por qué siquiera Kiera tontea con él. Apuesto a que es su cabello, Kiera siempre tuvo una debilidad por los rubios. Aunque el cabello de Chad se acerca más a un rubio platino, casi blanco. Pero es endemoniadamente gracioso, así que se le perdona la idiotez.  O eso me digo a mi misma.

 Repentinamente, Chad detiene el juego y mira con asombro a Kiara.

—¿Cómo hiciste eso? —demandó, observándola atentamente.

Kiera se encoge de hombros.

—No sé. Apreté todos los botones.

Chad empieza a decir algo más, pero rápidamente me desconecto de ellos porque la puerta de la habitación se abre y Max entra dentro con una mano escondida detrás.

—Llegas tarde —le digo, había estado muriéndome de aburrimiento sin él aquí.

Él se encoge de hombros mientras se abre paso hacia el sofá y sonríe seductor.

—Las cosas buenas tardan en llegar… por eso yo siempre llego tarde.

Ruedo los ojos y trato de ocultar mi sonrisa. Ya me imaginaba que él diría algo así.

—Seguro.

Él sonríe mientras me observa. Seguidamente carraspeo y por un momento creo ver una ligera inquietud en sus ojos negros, sin embargo, desapareció al siguiente pestañeo.

—Así que… tengo algo en mente.

Asentí. —Te escucho…

La mano que Max tiene detrás sale disparada de su escondite. Una rosa del más profundo bordó espera frente a mis narices.

—¿Quieres ir a una cita conmigo?

Dejo de respirar y solté sin pensar en ello:

—¿Qué?

Max arruga los ojos y mira a los lejos.

—Bueno, no luzcas tan entusiasmada.

Niego con la cabeza. —No, yo… —no encontraba las palabras adecuadas. Quería decir: Sí, sí Max, quiero ir a una cita contigo. Pero me quedé muda y sólo lo observé y observé, sus ojos oscuros, su nariz recta, su marcada mandíbula y ese cabello que estaba más largo de lo usual. Y entonces pensé, que siempre paso tiempo con él. No debería de ser gran cosa. Pero lo era. Era el mensaje detrás de todo esto lo que importaba y me inquietaba.

Él es malas noticias!Where stories live. Discover now