Capítulo 28

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MAX POV

Empiezo a moverme fuera hacia la puerta cuando un cuerpo me detiene.

—¡Maximiliano! —Saluda un hombre— Tanto tiempo. ¿Cómo estás, muchacho?

Levanto la mirada y Eric, el padre de Amy me sonríe. En un segundo se mueve hacia la mesada y baja las bolsas que lleva en mano. Gira hacia mí, me abraza y me golpea la espalda en saludo.

Me agrada su padre.

—Hola, suegro —digo bromeando. En realidad, no es una broma pero aquí va...

Angélica no dice nada al respecto y Eric tampoco. Es entonces que sé con seguridad que me aceptan en la familia.

—¿A dónde vas? —Eric pregunta quitándome de mis pensamientos.

—Él ya se estaba yendo —interrumpe Amy bajando las escalera de dos en dos. Ella sonríe y su mirada me encuentra —¿O dejarás que él pase la noche aquí, Papá?

Eric desvía la mirada hacia su hija y entrecierra los ojos ante lo que ella ha dejado salir. Estoy esperando a que él negue aquella pregunta en cualquier momento pero no lo hace.

Asiento aunque no quiera hacerlo.

—Sí, ya me iba.

—Apenas son las siete —dice Eric— espero verte hasta más tarde por aquí, Maximiliano.

Es aquí cuando Amy entra en escena. Su cabeza aparece sobre mi hombro.

—¿Más tarde? —Mira todas las bolsas sobre la mesa— ¿Para qué es todo esto?

Eric sonríe en grande.

—Para una fiesta, claro.

No tengo la menor idea de qué va todo esto.

Y al parecer, Amy tampoco.

—¿Fiesta?

¿Qué hay con el hecho de que todo el mundo repita la última oración del otro? Al parecer es bastante común en esta casa.

Eric se acerca y pone un brazo sobre el hombro de su hija.

—Debido a ya estás mejor, mi pequeña. ¿Por qué otro motivo haríamos una enorme y descomunal fiesta?

Amy sonríe y le devuelve el abrazo a su padre.

—Suena bien.

Cuando llego en casa, lo primero que hago es tomar una ducha bien, bien larga. Y como es habitual, por supuesto que usaré mi remera de la suerte. Más que nunca la necesito luego de lo sucedido el día de hoy en la cocina.

Llego a las nueve con cinco minutos. ¿Debería de haber llegado más temprano? ¿Más tarde? Honestamente no tengo idea de a qué hora se supone que uno debe de llegar en una fiesta... ¿familiar?

Hombre, apesto en esto.

Pero qué se le va a hacer. No puedo ser perfecto en todo, algún defecto tengo que tener.

La puerta se abre y Amy entra dentro. Estoy acostado en su cama en la oscuridad que proporciona las cortinas por lo que Amy no me ve al momento en que pone un pie dentro.

Llevo veinte minutos esperándola.

Amy se deja caer de cara sobre el colchón con un suspiro, cansada. Cruzo los brazos sobre el pecho y giro la cabeza en su dirección. Definitivamente no me ha visto.

Él es malas noticias!Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz