Capítulo 22

19.7K 1.2K 168
                                    

AMY POV

—¿Qué hay de ti? —Kiara pregunta—¡Que eres un metiche! Deja de fisgonear en dónde no te llaman.

Chad hace su camino dentro de mi habitación, se sienta en el borde de la cama.

—¿Yo, fisgón? No, Tetas. Solo tengo la bendita suerte de encontrarme en el momento y lugar adecuado a la hora adecuada.

La boca de Kiara forma una perfecta 'o'

—¿Tetas? ¡¿Me has dicho 'Tetas'?! —poco a poco se levanta de la cama, inclinándose hacia donde Chad se encuentra sentado, lo señala con el dedo índice — Dejá de llamarme así o... —

—¿O qué? —la interrumpe Chad— ¿Me vas a afixiar con tus gigantes pechos?

—¡Chad! —suelto ante semejante sandez.

—¿Qué? —cuestiona el chico rubio, sus ojos brillando de diversión. —La verdad que sería una buena forma de morir. No me quejo.

—Vete de aquí —le dice Kiara —Amy y yo estamos hablando de algo muy importante...

—Sí, porque hablar de los pro y contras de salir con Max es tan divertido.

—¿Nos has escuchado? —pregunto, temiendo de que Max también lo hubiera hecho.

—Por supuesto, cualquiera que suba las escaleras y se encuentre fuera del pasillo es capaz de escuchar la manera en que tu voz se pone chillona cuando estás celosa. O incluso tal vez los que están a un kilómetro de distancia.

Me cubro la cabeza con las manos.

—Mierda.

Chad suelta una risita.

—Nah, tranquila piernas. Estoy seguro de que Max no te escuchó. Por cierto, él está devorando todo lo que se encuentra en tu cocina. Si no te apuras, me temo que no tendras nada qué comer en las próximas horas.

Rapidamente me pongo de pie. En eso Chad tenía razón. Max se traga todo lo que encuentra.

—Ya vuelvo —les digo, bajándome de la cama—Traten de no matarse el uno al otro mientras no estoy.

Y con eso último, bajo de salto en salto los peldaños de la escalera.

Tal y como Chad lo había dicho, Max se encuentra de pie, dandome la espalda con una sartén en mano. El sonido de algo siendo freído me llama la atención.

Me asomo por sobre su hombro.

—¿Qué estas cocinando?

Él me mira por sobre dicho hombro y me da una sonrisa ladeada.

—Huevo frito. Es todo lo que sé hacer. ¿Quieres un poco?

Sonrío.

—Por supuesto, chef. ¿Cómo me rehusaría ante semejante comida?

Él me devuelve la sonrisa y señala con la espátula a una silla.

—Tome asiento, señorita. Por favor.

Hago lo que el chef me dice.

Tras observar su espalda por tres segundos llego a la conclusión de que todo esto sería más bonito si él no tuviera aquella remera gris puesta.

—Sabes... —le digo—tendrá olor aquella remera a fritura si no te la quitas a tiempo.

Max se da la vuelta en mi dirección. Me señala con la espatula y sonríe mientras dice:

—Si todo lo que quieres es que me quite la remera, deberías pedirlo y no tratar algún tipo de psicología conmigo, nena.

Sonrío.

Él es malas noticias!Where stories live. Discover now