Capítulo 25

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MAX POV

Ella no me recuerda.

Y aún no puedo creerlo del todo. Maldición, aún si quiera puedo creer que me haya olvidado.

Por supuesto, no debería de sentirme tan dolido al respecto porque no solo de mí se ha olvidado, sino de toda su familia. De todo hecho ocurrido antes del accidente. Amnesia retrógrada, eso es lo que conlleva.

Y es mi culpa.

Si tan sólo yo hubiera sido lo suficientemente rápido... tal vez la habría alcanzado. Tal vez habría evitado que un coche la chocara...

Sin embargo, a quién estoy engañando? No había manera alguna de llegar hasta ella. No lo suficientemente rápido. Yo le dije que sería su súper chico de las bicicletas. Pero al parecer de -súper- no tengo nada. Se supone que tendría que protegerla en todo momento. No puedo imaginar que estarán sus padres pensando de mí.

Pero en realidad eso no me importa. En estos momentos lo único que me importa y ocupa mi cabeza a cada segundo es Amy. Necesito verla, sólo necesito mirarla por aunque sea dos segundos y saber que está bien. Obviamente, según lo que Eric me dijo, ella está saludable, recuperándose lentamente. Pero sólo necesito observarla con mis propios ojos para sentir que mi corazón respira de nuevo. Nada más.

Ellos no me dejarían entrar. Dicen que sólo familiares. Si les hubiera dicho que era el novio, tal vez lo habrían hecho. Pero las palabras no dejarían mis labios. No podía. ¿Acaso me merecía siquiera el título de novio? ¿Qué clase de novio no es capaz de proteger a su propia novia?

No. No lo merecía.

Entonces esperé afuera. Sentado, acostado y cabeceando en la incómoda silla del hospital. De vez en cuando observaba un pequeño vislumbre de sábanas blancas cuando alguno de los padres de Amy dejaba la sala, más nunca a ella. La puerta se cerraba demasiado rápido.

Demasiado.

Y mi corazón seguía rompiendose un poco más dentro mío.

La noche anterior a que a ella la den de alta. Me encontraba completamente cansado, mis articulaciones crujían a cada movimiento, producto de mi honorable y cómoda silla. Mi cabeza viajaba una y otra y otra vez al momento en que todo se detuvo, viendo caer a Amy como si algún titiritero hubiera decidido cortar los hilos que la manejaban.

Una muñeca caída.

Decidí levantarme a por una taza de café caliente, para poder mantenerme despierto. No había sido capaz de dormir las noches anteriores y el agotamiento me estaba pasando factura, más, sabía que no estaría durmiendo en algún momento cercano.

La vi en el pasillo, una bata blanca cubría su cuerpo. Su largo cabello oscuro se esparcía en su espalda. Sin poder detenerme a mi mismo, rápidamente me acerque a ella. Necesitaba tocarla. Saber que era real y que estaba aquí, caminando descalza sin pensar en las consecuencias, frente mío.

Su mirada recorrió el lugar en el que minutos antes estaba acostado, un ceño apareció en medio de sus cejas, parecía desilusionada de no encontrar a nadie allí.

No me había dado cuenta que me había acercado completamente a ella mientras la contemplaba por lo que al girar, su débil cuerpo chocó contra el mío. Inmediatamente alejé mi taza caliente de ella y la atajé por los brazos, equilibrandola.

Idiota, me dije, queriendo prenderme un puño a la cabeza. ¿Ella estaba débil y tú la chocas?

Simplemente inteligente, Maximiliano.

—¿Estás bien? ¿Te lastimaste? Mierda -dejé salir mientras la examinaba atentamente. Grandes ojeras tenían lugar bajo sus ojos, su piel insólitamente pálida.

Él es malas noticias!Où les histoires vivent. Découvrez maintenant