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—La verdad no tengo ganas de una fiesta en la playa, por raro que suene. —les dije al momento que recibimos el mensaje en cadena de los vecinos de Shinwon.

—Yo estaba pensando lo mismo. —Changgu acordó.

—¿Nos quedamos?

Y así fue como terminamos acá, tirados entre mantas y la arena. La noche está preciosa, helada y estrellada. Lo bueno de las casas de playa es que siempre hay flotadores y los flotadores están siendo nuestras almohadas. Aunque técnicamente el estómago de Changgu es mi almohada y el mío es de Kino; mientras Hongseok y Shinwon parece que van a firmar una película gay romántica, compartiendo la misma almohada y sábana.

Me arropó mejor con la sábana y pongo una mano en la cabeza de Kino, su cabello es tan suave y manejable.

—Changgu. —digo girando mi cabeza para lograr verlo. —Chicos —digo en susurros.

Me miran con pereza. Claro quién no lo haría si llevamos 3 horas hablando bobada y cantando una que otra canción de infancia.

—Changgu se durmió —Shinwon salta y saca su teléfono de entre las mantas.
Kino se levanta y se tapa la boca con las manos para no reír.

—Tomanos una foto —no dudan ni dos segundos y ya estoy haciendo caras ridículas a la cámara.


Cuando me mostraron las fotos me reí tan fuerte que fue un milagro que Changgu no despertara.
Se ve graciosisimo con su boca abierta y un ojo casi abierto.

—Shhh. —se remueve en su lugar y me levanto de encima de él. —Tanto ruido Yanan. —murmura nuestro casi despierto amigo.

—Yanan ni está acá —estallamos en risas.

—Mejor vamos a meterlo a la casa y dormir ya —dice Hongseok levantanto a Changgu como un saco de patatas.

Poso mis manos en el interior de mis bolsillos traseros y me dejo abrazar por Kino.
Me hacía tanta falta, aunque haya sido poco tiempo.

—Oye~ dice en un susurro para que nadie más escuche.

Me giro y lo veo con las orejas y mejillas rojas.

—¿Me vas a dejar dormir contigo? —pregunta viendo al suelo.

Ay, santos del mundo, ¿cómo decirle que no a la cosa más adorable del mundo?

Traición.

Silencio los susurros de mi mente y lo observo un segundo antes de responder.—Clar...

—En serio, discúlpame. -comienza a decir nerviosamente.- No fui consiente... Yo... -se calla.- ¿Podrías repetirlo?

—Que sí, tarado. —me encojo de hombros. —Sino habría compartido habitación con alguien más.

Tira de mis brazos y me pega a su pecho en un abrazo. —De eso ni hablar.

—Pues eso. —enredo mis brazos en su torso.

—Ven acá.—me sujeta de la cintura y hace que enrede mis piernas tras su espalda. Suelto un casi inaudible chillido por el susto. Jamás me había cargado, y se siente extraño, pero no digo nada solo le dejo intentar subir las escaleras con mi peso acuestas. Sé bien que no soy una ligera pluma. Pero sé que es fuerte y sin mucho esfuerzo abre la puerta para cerrarla con un pie.

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