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Me remuevo entre las sábanas, el calor es demasiado. No sé que horas serán, pero en definitiva es muy temprano para levantarme. ¿Por qué es tan cómodo Kino? Me muevo y me abrazo a su pecho.

-Um. -se queja.

Me quedo quieta y  quiero volver a dormir. Pero me es imposible. Doy vueltas hasta quedar acostada sobre mi estómago.

-Ae. -pone su cabeza sobre mi espalda. Su pesada respiración me produce cosquillas.

-¿Um? -el sol comienza a entrar por la ventana y lo odio.

Quiero que siempre sea de noche para poder dormir. Se acomoda en mi cuerpo y queda prácticamente tendido en mi.

Sus brazos rodean lo que pueden de ni cuerpo y su cabeza está plácidamente recargada en la parte central de mi espalda. La razón por la cual se me eriza la piel es por contacto directo de sus cabellos en mi piel. Hacía tanto calor que decidí quitarme la camiseta de dormir, ahora no parece tan buena idea.

Puedo escuchar la voz de alguien, pero no logro despertar. Dormir es mi trabajo, y yo soy muy seria en lo que hago.

-Ae~ la voz se acerca.

Siento manos vagar en mi cintura. Mi piel se vuelve muy sensible cuando un beso es dejado en mi cuello. Ahora las manos están peligrosamente cerca de mis pechos, cerca de los bordes de la tela del bralette.

Despierto.

Me doy la vuelta y quedo tendida viendo al techo. La luz del día impacta en mi ojos, pero es opacada por el rostro que se posa ante mi.

-Por fin. -dice con una sonrisa que causa estragos hormonales en mi cuerpo con apenas dos segundos de consciencia. -Creí que no ibas a despertar.

Se acerca y deja un beso en mi cuello. Siento sus manos acariciar mi cintura. Lo único que soy capaz de hacer es suspirar y sonreír. Pongo mi mano en su cabello y comienzo a acariciarlo cuando siento como empieza a esparcir besos húmedos en mi cuello y clavícula.

-Kino. -Fallé en querer mantenerme calmada.

-¿Umm? -sube por mi cuello  y se queda en el hueco entre mi cuello y la almohada. Su respiración provocativa en mi oído logra erizar hasta el último de mis poros. -Vamos a llegar tarde, Ae.

-Lleguemos tarde. -lo abrazo y la sábana que cubría mi cuerpo, vuela. -La clase puede esperar.

Al momento de decir mi ultima frase, es todo.

Kino se posa con una pierna a cada lado de mi cuerpo, me siento tan a la deriva sin blusa. Sus manos viajan de beso en beso. Cintura. Cadera. Espalda. Pechos. Y luego sus muy habilidosas manos me hacen decir adiós al bralette.
El frío impacta en mi piel, pero no puedo culpar a la temperatura de la reacción de mi cuerpo. Cubro la imperfecta piel de mis pechos con mis manos y aparto la mirada.

-Amor. -dice Kino tomando mi mentón y viéndome fijamente a los ojos. Sabe que estoy intentando tapar mi desnudez, pero más importante, sabe que es mi inseguridad. Sus ojos me muestran tantos sentimientos que me asusta no mirarlo de la misma manera. Besa mis labios y sonríe. -Tu cuerpo es lo más perfecto que hay en este mundo.

Él sabe. Sabe de mis miedos e inseguridades. Es por eso que las palabras de Kino siempre son halagos. Halaga lo que yo detesto de mi cuerpo, y cada vez se siente distinto. Ahora, justo ahora, siento un mundo creciendo en mi pecho.

Toma mis manos, en ningún momento baja la mirada, sus ojos están firmes a mi rostro. Sus labios llegan a los míos con delicadeza. Sus manos retiran las mías y siento las suyas tomar mi desnuda piel. El contacto me eriza y él lo sabe. Sonríe.

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