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Me despierto por el sonido de un cristal romperse. ¿Qué está pasando? Mi cabeza comienza a doler y sé que no fue tan buena idea beber tanto con Kino.
Me levanto buscando el interruptor de la luz, cosa que maldigo porque cuando la luz se hace en el lugar me hace doler más la cabeza.

Salgo a oscuras de la habitación y me dirijo a donde creo proviene el sonido. Me tomo la cabeza y sigo avanzando; el reloj marca las 02:49 am.

—¿Qué mierda?

Encuentro a Kino recogiendo los pedazos de cristal de alguno de mis vasos.

—Dejame ayudarte. —me pongo en cuclillas e intento tomar los pedazos en mis manos, pero Kino me frena.

—Si te cortas ahorita no sabrás nada en la mañana. —hay cierta pizca de sarna en su voz.

—Solo es vidrio.

Me levanta del suelo halando mi muñeca. Frunso el ceño.

—¿Estás sobria o tienes resaca?

—Resaca tienes tu en la frente, acabamos de tomar.

—Pues eso. —se agacha a recoger más trozos y depositarlos es el basurero. Yo solo contemplo la acción.

—Yah, Kino. No tengo ganas de estar mal contigo, solo abrázame. —extiendo mis brazos a él.

—Vete a dormir, voy a limpiar el desorden.

Bajo los brazos y me siento en una de las sillas de la isla comedor.
—Oye Kino, tengo resaca, ¿si? Dejemos el drama para luego.

—Me haces ver como un hormonal. —se dirige a la puerta del comedor con bolsas en sus manos.

—Y lo eres. Solo iba a ser un jodido beso. -ruedo los ojos, pero apenas soy consiente de que el alcohol si ha aflojado mi lengua.

Se detiene en seco, por alguna extraña razón mi cuerpo me dice que he dicho algo malo. Muy malo.

—No SeulAe. No lo iba a ser.

—Ja —bufo— Cualquier persona ha dado un beso borracho y no hace un drama. —mi cerebro me pide que me calle, pero mi orgullo no me deja dejar la frase a medio formular. —Menos cuando ni siquiera tienen el valor para darlo.

Y eso es todo, mi cerebro tenía razón. Kino se da vuelta viéndome furioso a los ojos. Se acerca a mi en menos de dos zancadas.

—¿Que no tuve valor? Me lo dices tu. Yo si tuve el valor, y fue hace bastante —se acerca un paso más y trato de hacerme para atrás, lo cual es inútil pues tengo la mesa tras la silla. —Pero cómo te ibas a enterar. Los chicos tenían razón Ae, solo recuerdas a los que caen borrachos antes que tu.

Mi cabeza duele y más al tratar de comprender lo que dice. ¿Que se atrevió? ¿Cuándo?

—Explica de qué hablas Hyunggu.

—No tiene caso. —está por retomar su camino con bolsas en mano. Tomo una bolsa y lo halo haciendo que se detenga.

—No es que yo sea una mala borracha, por favor. Si no lo recordaría —declaro convencida.

—No Ae, no lo haces. —su agarre en las bolsas se intensifica y luego las tira al suelo. —Eres la peor borracha del mundo. —se da la vuelta y la luz que entra por la ventana no me deja descifrar que clase de expresión tiene. —Pero yo no lo sabía.

—A-ah, si. -trato de seguir mi argumento.- Dime entonces que me olvidé, porque en verd-

—¡Que ya sé que no te acuerdas! No te acuerdas de nada. Pero, haber, dime ¿Acaso te recuerdas de las marcas en tu cuello qué mágicamente parecieron?

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