Capítulo 2. Visita

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Adrien

— Ella te odia. Es obvio. Yo lo haría si fuese ella. — escucho decir a Plagg detrás de mí.

Volteo para mirarlo, él se encuentra sentado en mi cama comiendo su apestoso queso.

— Lo sé, lo sé... Pero ¿Qué querías que hiciera? — agito mis brazos con rapidez, frustrado.

— Hablar con ella. Decirle la verdad. No lo sé, algo...

— ¿Qué le dijera la verdad? ¿En serio? — me aclaro la garganta, dramatizando — "Escucha, Marinette, la verdad es que no te Amo, lo que pasó la otra vez solo fue un error que ambos cometimos, nos dejamos llevar por el momento, la verdad es que estoy enamorado de otra persona. Ladybug, ¿La conoces?" eso... Eso sería muy cruel. ¡La lastimaría demasiado! — alzo la voz de repente, me siento en la cama y escondo mi rostro en mis manos — No puedo siquiera ver su rostro como Adrien. Me siento muy culpable, Plagg.

— Todo iba bien hasta que tú y tus deseos humanos te hicieron perder la cabeza — resalta con pesimismo mi Kwami.

Trato de ignorar las palabras que acaba de escupir Plagg pensando en otra cosa, pero de inmediato, el rostro sonriente de Marinette aparece delante de mis ojos, sus coletas, sus mejillas sonrojadas, su mirada brillante...  El solo verla me hace sentir culpable, causando a su vez un dolor fuerte e insoportable que ciñe mi pecho, que me quita el aire momentáneamente.

La dulce Marinette.
Mi Marinette.

Cierro los ojos con fuerza, tratando de resistir ante el dolor.

— Ladybug me trata cada vez mejor, creo que al fin me ama como yo la amo. Lo que pasó con Marinette fue un desliz, me dejé llevar por el increíble parecido que tiene ella con Ladybug. — Confieso, y más que para Plagg, es una excusa que me doy a mi mismo.

En mi cabeza sonaba mal, pero al decirlo en voz alta, puedo ver con claridad que mi conciencia tenía razón... Soy un maldito imbécil.

Oh, Princesa, lo lamento mucho, te quiero... No lo dudes, pero no lo hago como me gustaría hacerlo.

Marinette

— Tengo 19 años —...— Son... Problemas personales, no creo que eso sea de su incumbencia—...— Cuanto antes, mejor—...— Perfecto, si, gracias, entonces mañana a las nueve en punto—...— sí, muchas gracias,Adiós. — corto la llamada y dejo el celular junto a la pantalla del ordenador. Cierro la maleta color gris que desborda de ropa y la escondo debajo de la cama.

Mañana, bebé.
Mañana comenzaremos una nueva vida. Sólo tú y yo... Nadie más.

Veo mi reflejo en el espejo de cuerpo completo que hay cerca del diván y levanto la puntilla de mi blusa, mirándome de perfil el vientre. Está pequeño, y aún no puedo creer que alguien esté viviendo dentro.

De pronto siento el sonido de pasos rápidos golpeando las escaleras que conducen hacia mi habitación, e inmediatamente me recuesto en la cama, fingiendo estar dormida.

— ¡Marinette! ¡Mi dulce, molesta y menos bonita que yo, Marinette!

Oh no... Maldita sea.

— ¿Hum? — pregunto levantando mi cuerpo de la cama, al abrir mis ojos nuevamente, lo primero que veo es una cabellera azabache y unos gigantes ojos azul zafiro. — ¿Noreen? ¿Q-qué...? — la chica delante mío me interrumpe.

— ¿No estás feliz de verme aquí? ¿Contigo? ¿La tía Sabine no te lo dijo? — pregunta sentándose en el diván.

— ¿Decirme qué?

—  Ahora viviré aquí... Bueno, solo es temporal, pero será hasta que termine los estudios. Uno o dos años. Quizás más. — dice con simpleza.

Noreen es mi prima, la hija de la hermana de mi mamá.
Cuando éramos pequeñas la tía y mamá nos vestían igual por que según ellas, éramos "idénticas". La única diferencia entre ella y yo, es que Noreen es un año menor que yo y que sus ojos son más oscuros que los míos. Pero en todo lo demás, aunque parezca increíble, Noreen es igual a mí.

— ¡Tu cabello! — grita de repente, logrando que mi cuerpo pegue un pequeño salto. — ¿Está más largo? ¿No dijiste que siempre te lo dejarías hasta los hombros? ¿Y ahora como hago yo para tenerlo así de largo también? — se cuestiona, su tono de voz suena decepcionada, toma un mechón de su cabello y compara el largo del suyo con el mío. — ¿Y si te lo corto? ¡Así ya nadie nos reconocerá! ¡Creerán que somos gemelas!

Abro los ojos con sorpresa, niego con la cabeza al tiempo en el que me alejo de ella todo lo que la cama me lo permite. En definitiva, a mi cabello no me lo corta nadie, por nada del mundo. El largo de mi cabello llega mucho más por debajo de mis pechos, casi hasta mi cadera. No lo he cortado desde que conocí a Chat. Hace exactamente cuatro años y medio.

Un recuerdo fugaz llega a mi mente... A Chat le gustaba peinarlo.

Él acostumbraba trenzarlo, jugar con él durante toda la noche mientras me contaba sobre su día, sobre lo que le molestaba.

Pero no me puedo permitir esos recuerdos dolorosos. Yo no fui más que una conquista para él, nada más que un juguete. Y aunque me cueste toda mi alma, me olvidaré de él. Él ya no debe existir para mí.

No lo sabrá Jamás (Marichat, Adrinette) [TERMINADA]Where stories live. Discover now