Capítulo 24. Fin

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Narrador

Adrien se sentía muy confundido, no sabía cómo debía actuar en ése momento. Después de tantos años, tantas lágrimas derramadas, tantas preguntas sin respuestas... Ella por fin había regresado. Pero... ¿Por qué no se sentía molesto? ¿Por qué no se sentía decepcionado? ¿Por qué sólo pensaba en lo bien que se sentía volver a verla?

—¿Ma... Mamá?— preguntó al encontrarse con la mirada de su progenitora. Adrien todavía estaba sorprendido, sin poder asimilar lo que estaba sucediendo. ¿Quizá era un sueño?

Imogen, quien aún lloraba por los recientes relatos que Marinette le había contado sobre su hermoso hijo,  al verlo parado frente a ella, con el aspecto del niño olvidado en aquel pasado del que había huido, sintió su corazón contraerse, la culpa de todos los años en los que había estado ausente llegaban a su mente como diapositivas que se reproducen en un vídeo, carcomiendo su paz y la alegría espontánea que había sentido al verlo después de tanto tiempo.

La mujer rubia y con gruesas lágrimas cayendo por sus mejillas, se tiró al suelo de rodillas justo enfrente de su hijo, rogando que pudiera perdonarla. Y es que el dolor que sentía era tan grande, que ya no sabría cómo seguir viviendo si su pequeño la rechazaba.

¿Habría sufrido mucho?

Adrien sonríe con melancolía, lágrimas desbordan de sus ojos, y en un movimiento casi desesperado, corre a abrazar a su madre, sintiendo ese calor que tanto había anhelado.

—Te extrañé... Mamá— resalta la última palabra.

Marinette los observa desde una esquina con una gran sonrisa y algunas lágrimas en los ojos, mientras que, tanto Tom como Sabine, decidieron irse adentro para así darle su espacio. Louis estaba con ellos, al parecer.

El abrazo de madre e hijo llega a su final luego de varios minutos, y por fin, Imogen es capaz de hablar sin llorar.

—¿Por qué cambiaste de opinión? Creí... Creí que no querías volver a verme. Creí que me odiabas y yo... Yo...— el llanto regresa levemente, Adrien limpia con los pulgares todas sus lágrimas.

—Yo no fui, yo ni siquiera sabía que estabas en París, ¿Puedes decirme qué pasó?— la voz del chico es suave, comprensiva, como si temiera lastimar a su madre.

Imogen abre la boca para responder cuando un grito de alegría y emoción se escucha desde algún lugar.

Louis corre con los brazos abiertos y una gran sonrisa en dirección de Adrien, quien no duda en recibirlo alegremente.

—¡Papá!— exclama el niño estrechando como puede el cuerpo de su padre.

Imogen se sorprende, la confusión inunda su ser.

Adrien se levanta del suelo con Louis en brazos, luego, tomando la mano de Imogen, la ayuda a levantarse. Cuando ambos están parados, el rubio toma en sus brazos a la joven azabache que miraba desde lejos, y sin dejar de sonreír, dice:

—Mamá... Te presento a Marinette y a Louis, ahora también son de la familia. Él es mi hijo, y ella es el amor de mi vida. — confiesa sin temor. Imogen sonríe, acariciando de forma cariñosa la mejilla del pequeño niño.

—¿¡Qué acabas de decir, Adrien!?— se escucha de pronto, Gabriel se encuentra parado bajo el umbral de la puerta, esperando con los ojos llenos de ira, una respuesta. —¿¡Me puedes explicar quienes son ellos!? ¿Ése niño en verdad es tu... Tu hijo?

Todos los presentes están sorprendidos, incluso Marinette se encuentra nerviosa. ¿Y ahora?

—Sí, padre, Louis es mi hijo, y Marinette pronto será mi esposa. Me divorciaré de Noreen, ella está de acuerdo. ¿Hay algún problema?— contesta con voz firme Adrien, retando a su padre con la mirada.

No lo sabrá Jamás (Marichat, Adrinette) [TERMINADA]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora