Capítulo 4. Desaparecida

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Narrador

Una mujer de aproximadamente cuarenta años, corría con desespero por la casa, lágrimas inundaban sus ojos.

— ¿Hola? ¿Alya? ¿Has visto a Marinette? — preguntó Sabine, muy preocupada.

Acababa de llegar y cuando subió a llamar a su hija para que bajara a comer, todo se encontraba vacío, no había nada, por ningún lado.

lo siento, señora... Pero no está aquí. Hace días que no nos vemos. ¿Por? ¿Le pasó algo a Marinette? — se escuchó del otro lado de la línea.

El llanto de Sabine se hizo más notorio. Los sollozos le impedían hablar.

Su hija no era así, ella jamás se iría a ningún lado sin avisarle antes.

— ¿Podrías preguntar a los demás compañeros de Marinette, por favor? Es que... Se fue y se llevó todas sus cosas, no contesta su teléfono y... Y... — la voz de Sabine se cortó, incapaz de continuar.

Cientos de escenarios horribles aparecieron en su mente.
Abrumándola.

Adrien

— Se fue, Plagg, Ella se fue...

— ¿Y cómo lo sabes? Quizá... Está de viaje, no lo sé, quién sabe. — dice Plagg, restándole importancia.

— Se llevó todo. Su ropa, sus zapatos. Sus diseños, las telas... ¡Todo! No creo que siempre que se va de viaje se lleve todo con ella. ¿O sí?

Me tiro en mi cama, frustrado, exasperado, confundido, preocupado.

¿Por qué se fue?
¿A dónde se habrá ido?
¿Seguirá en París?
¿Habrá sido por mi culpa?

Luego de unos minutos, justo antes de dormirme por completo, mi teléfono comienza a sonar, lo tomo entre mis manos y contesto.

Es Alya.

— ¿Hola?

Adrien... ¿Marinette está en tu casa? ¿La has visto? ¿No sabes dónde puede estar?

— ¿Marinette? — pregunto desconcertado. — ¿Qué le pasó a Marinette? — me levanto de un salto de la cama y me pongo de pie. Plagg se asusta por mi repentino movimiento, se acerca hasta el teléfono dispuesto a escuchar la conversación.

Desapareció ésta mañana, Sabine y Tom salieron de compras junto con Noreen y al volver ya no la encontraron. Sus cosas no estaban y ella no contesta su celular. Ya sabes... Ella no es así. Nino, Tom, Noreen, La señora Nadja Chamak y yo la estamos buscando, Sabine está muy mal. — mi corazón salta. Un sabor agrio se instala en mi boca.

— Yo también ayudaré a buscarla, espera un momento, estaré en la panadería en quince. — digo y finalizo la llamada.

Quince minutos son suficientes para Chat Noir.

— Plagg, ¡Transformación!

Marinette

— Listo... — digo dirigiéndome a mi vientre. — Ésta será tu habitación. La pinté de blanco por ahora, pero cuando nazcas, la pintaré del color que más te guste.

Conseguir un departamento amueblado que encajara con lo que gano fue difícil, pero lo encontré.
Compré una cuna y un armario más para que fuese especialmente para mi bebé.
Ahora estábamos solos, pero podía salir adelante por mi misma. No necesitaba a nadie... Al menos, no por ahora.

(...)

Regresaba de la tienda que quedaba a unas casas de mi apartamento cuando oí esa voz que tan bien tenía grabada en mi cabeza decir mi nombre.
Aceleré el paso, desesperada por llegar a casa, cuando lo vi.
Se había escondido en el callejón de un restaurante chino que se encontraba frente al edificio en el que vivía.
Lo miré detrás de la pared con cuidado de que no se diera cuenta de mi presencia, entonces un "beep" familiar seguido por una brillante luz verde, hicieron que mi corazón se estrujara en su lugar.

Allí, delante de mí, se encontraba mi ex-compañero de batalla en su forma civil. Mi primer, mi segundo y mi único amor.

Chat Noir era Adrien, Adrien Agreste.

No lo sabrá Jamás (Marichat, Adrinette) [TERMINADA]Where stories live. Discover now