Treinta y cuatro.

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Editado.

Miré la ventana e inmediatamente me sentí bien por haberme quedado en el sofá toda la tarde. El día era un asco, lluvia, viento y frío.

Las clases se habían cancelado gracias a la gran tormenta y se aconsejaba en casi todos los programas de noticias quedarse en casa. Pero mis padres habían salido a lo de mis abuelos antes de la lluvia, así que se quedarían ahí hasta que el clima se tranquilice, y por eso me encontraba sola.

Mientras tanto, yo estaba más que aburrida. Ni siquiera podía llamar a alguien para que viniera. Así que mi mejor cosa para hacer era estar en el sofá y comer, aunque no sonaba tan mal. Después de todo hacía eso muy seguido.

(...)

El ruido de la puerta me desconcertó, seguro había sido mi imaginación. Llevaba tanto tiempo aburrida que mi mente ya había empezado a inventar cosas, genial.

Pero más me extrañé cuando la puerta volvió a sonar, ésta vez más fuerte. Levanté mi trasero del sofá y corrí a la puerta, cualquiera que estuviera afuera debía estar congelado y completamente mojado, tal vez necesitaba de mi ayuda.

Así que, luego de dar vuelta la llave en la cerradura lo más rápido que pude, vaya sorpresa que me llevé al abrir la puerta.

Oh Sehun, completamente mojado y temblando. Aunque sí que se veía bien con la remera blanca pegada y transparente en su cuerpo, me corrí instantáneamente diciéndole que entrara y fuera a la sala, alarmada.

Ya no sabía que pensar.

Mientras buscaba un par de toallas y ropa de mi padre, me di un tiempo para reaccionar.

Había peleado con él hace un par de días, le había dejado claro que no lo quería cerca y ahora se aparecía en la puerta de mi casa así de la nada, en medio de una tormenta. Para colmo, en el momento en que lo vi todo mojado en mi puerta, ni siquiera recordé el hecho de que lo odiaba y corrí a ayudarlo. Me sentía tan confundida.

Me había preocupado tanto por él, pero tenía claro que ya no sentía nada. No quería volver a confundirme, y estaba empezando a dudar. ¿Qué estás haciendo conmigo, Sehun?

Volví hacia abajo rápidamente y lo encontré en el sofá, sentado, como si tuviera miedo de mojarlo. Pero eso no importaba ahora.

Me quedé callada mientras lo cubría con las toallas y las frotaba en sus hombros y espalda para crear algo de calor. Las gotas caían de su cabello, pero pronto me di cuenta que no solo el agua adornaba su cara, si no que también tenía lágrimas saliendo de sus ojos.

Mi preocupación aumentó.

Su rostro se bañaba en angustia, parecía un cachorro perdido. Seguí frotando las toallas, intentando saber que ocurría y organizar mi mente.

—¿Qué ha pasado? —me atreví a preguntar, susurrando.

Oí un sollozo de su parte, era la segunda vez que lo veía así.

—Murió. —dijo.

No comprendí, ¿quién había muerto?, ¿qué estaba pasando?. Quería ayudarlo pero no podía, no entendía.

Y, como si hubiera leído mi mente, volvió a hablar:

—Mi abuelo murió. —dijo entrecortado.

Entonces lo recordé. Recordé la historia del pequeño Sehun despreciado luego de la muerte de su hermano, que había sido recibido en lo brazos de su abuelo. Recordé la sonrisa de él al hablar de su abuelo, como si fuera su héroe. Recordé el orgullo que Sehun sentía al contarme sobre él y cómo lo había ayudado.

—Oh, Dios. —exclamé y me lancé a abrazarlo.

Las discusiones, mis llantos, su engaño, todo eso ya no importaba. Al menos no en ese momento. Él necesitaba apoyo y me sentía estúpida porque yo misma había dicho que no lo iba a recibir con los brazos abiertos nunca más, pero ahí estaba yo como estúpida. Ni siquiera me importaba ser estúpida en ese momento, a decir verdad.

Realmente quería que él dejara de estar así.

—¿Qué se supone que haga? —sollozó en mi hombro, tomándome de sorpresa al abrazarme con fuerza —. Explícame qué debo hacer, HeeSook, porque yo no lo sé.

Estaba tan vulnerable.

Mi corazón dio un vuelco. Dios, ni yo sabía que hacer, todo me había tomado de sorpresa.

Acaricié su espalda, mientras sentía su respiración en mi cuello y su cabello mojándome. Seguía goteando.

Supe que intentaba contener los sollozos cuando sentí como cerraba sus ojos con fuerza.

—Está bien llorar, Sehunnie —ni siquiera sabía por qué había usado ese apodo, simplemente hablaba sin saber —. Todos debemos hacerlo de vez en cuando, no te sientas mal.

(...)

El chico se encontraba dormido, abrazado a mí como un niño pequeño. Por más que intentara, me había dado cuenta que no podía odiarlo.

Jamás podría. No así.

—HeeSook... —murmuró tallando sus ojos y sobresaltándome, no me había dado cuenta de que estaba despierto.

—¿Mjm? —dije entre dormida.

Sentí algo cálido en mis labios.

¡Oh, Dios, no podía estar pasando!

Aunque debo admitir, que ahora que por fin volvía a besarlo, lo había extrañado. Lo había extrañado mucho, más de lo que había pensado. Me sentía tan bien en ese momento, no quería pensar en lo que ocurriría después.

Así que le seguí el beso, y perdí.

Perdí la batalla, perdí contra él, contra todo por lo que me había esforzado. Pero, diablos, que bien se sentía perder.

Sentí la sonrisa de Sehun contra mis labios, él sabía que había obtenido la victoria y que mi orgullo estaba en la mierda.

Me separé por falta de aire y lo miré a los ojos. Estaba feliz, lo pude notar en su cara. Yo estaba confundida, no sabía que pensar. Me había dado cuenta de mi error desde que abrí esa puerta y accedí a ayudarlo, desde que lo abracé hasta que seguí su beso. Estaba perdida.

Pero la batalla no había terminado, un error no iba a llevar todo mi trabajo a la basura. Solo debía decidir qué diablos hacer.

Y vaya que la tenía difícil.

✏✏✏

안녕하세요!!

¿Todo bien?

Acá les traigo el capítulo, todo jugoso pa sus ojos (?.

Hoy si que no tengo nada para decir, porque mi vida es bien aburrida, así que les dejo esta fotito:

Hoy si que no tengo nada para decir, porque mi vida es bien aburrida, así que les dejo esta fotito:

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Sin más que decir, me despido.

¡Adiós!

-FxckingTae (aka. Lola)

¡Hey, Sehun! [Oh Sehun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora